sábado, 2 de junio de 2007

Meningitis y neumáticos

Ustedes pensarán: ¿que tendrá que ver el tocino con la velocidad? Es cierto, no tienen nada que ver. Este título me sirve para llamar la atención sobre los neumáticos, no sobre la meningitis. Es cierto que este término aterra a los padres, debido que cada año se ingresan muchos niños por su causa e incluso mueren. Con sólo nombrarla, a muchos papás les entran escalofríos.

Se acerca el verano. Período de viajes y traslados. En todos los medios nos recuerdan la necesidad de tener a punto el coche. Llegados a este punto voy preguntando a mis colegas y a mis pacientes qué hacen con los neumáticos antes de efectuar un desplazamiento largo. Es frecuente observar la poca atención que se les presta. La mayoría no sabe/no contesta cuándo deben cambiarse, hincharse o examinarse. Muchos hombres no entienden de neumáticos; ni siquiera Fernando Alonso. Para cambiarlos, es conveniente acudir a un experto. Numerosos accidentes son debidos a la poca atención que se les presta a los "zapatos" del automóvil. La cifra de accidentes que se difunden habitualmente en los periódicos, radio o TV apenas nos inmutan ya: "70 muertos en este puente..." En pocas ocasiones se mencionan a los heridos (amputados, minusválidos, secuelas graves, etc.).

Retomando el tema de la meningitis: Si las noticias hablaran de "70 muertos por meningitis este puente...", este suceso provocaría una conmoción nacional y alarma social. Da la impresión de que no es lo mismo morirse de una u otra causa. Hace muchos años en un periódico de nuestro país, cuando los trenes tenían 1ª, 2ª y 3ª clase, apareció una noticia que más o menos rezaba en los siguientes términos: "Accidente ferroviario en... Afortunadamente, la mayoría de los muertos eran de 3ª".

viernes, 1 de junio de 2007

No soporto al Príncipe de...

No tenemos muy buena relación. Viene frecuentemente a mi consulta. Es estirado, rígido, no habla y siempre lleva el mismo uniforme. No es que me caiga mal, francamente. Sin embargo, no puedo evitar que sólo verlo me exaspere y ponga de mal humor. Incluso me pongo a la defensiva y si pudiera lo echaría a cajas destempladas, pero no puedo porque, como es lógico, viene acompañado. Y lo curioso es que le gusta a mucha gente, especialmente a los niños. En realidad es muy querido en toda España. Allá cada cual con sus gustos y opiniones. En fin, el motivo de mi aversión es por cómo es el príncipe en sí. Al verlo lo entenderán perfectamente y más aún si han leído una entrada anterior que hace referencia al tema.

jueves, 31 de mayo de 2007

Hoy es el día sin humo

Soy un ex fumador y comprendo a los fumadores. Me costó una burrada dejarlo y eso que fumaba unos 15 cigarrillos diarios. Lo dejé hace muchos años gracias a una apuesta que hice con otro médico amigo mío, que consistió en dejar de fumar a partir de un 1 de septiembre; el que fallara y volviera a hacerlo tenía que pagar una cena al otro "sin límites". Es decir, el ganador podía escoger el restaurante, pedir cualquier plato y vino de la carta sin miramientos. Durante días estuvimos cacheándonos, vigilándonos y oliéndonos el aliento para ver si "el contrario" hacía trampas. Yo resistí pero él, pasados unos meses, "me fue infiel". De modo que le tocó a él invitarme a cenar. Aunque pude haberlo llevado a un restaurante *** Michelín y haber pedido una botellita de vino de 600-800 €, no quise abusar; así que fuimos a uno más sencillito.

Estoy contento. Han pasado muchos años y no he recaído. Si yo fuera una persona tranquila me encantaría fumarme un buen puro con una copa de coñac después de una buena cena y rodeado de amigos. Pero no tengo esa cualidad.

En las adicciones a las drogas hay varias fases de consumo: experimentación (lo pruebo), ocasional (me divierte), circunstancial (vuelvo a probar), habitual (lo hago a menudo), adictivo (no sé parar). Para dejarlas hay que seguir el sentido inverso.: Periodo de precontemplación (la persona no ve o no quiere ver ningún problema en su conducta "de algo hay que morir", contemplación (empieza a pensar en un cambio "tendría que dejar de fumar"), determinación (decide intentar el cambio , se ve con más ánimos "en septiembre dejo de fumar", cambio (pone en práctica la decisión tomada), mantenimiento (lo más difícil con continuas tentaciones de abandonar), recaída (fracaso) o éxito (escaso esfuerzo para mantenerse)

Muchos papás fumadores me dicen ingenuamente en la consulta: "yo no fumo en casa, salgo a la terraza o al balcón". No saben, "pobres adictos", que el humo impregna cualquier tejido y que al coger al bebé en brazos, éste aspira toda la carbonilla adherida en la ropa de los papás. El bebé pasa a convertirse de esta forma en un fumador pasivo. ¿Qué tiene de malo el tabaco? Pues que contiene nada más y nada menos que 4.000 sustancias, 50 de ellas carcinógenas y otras 6 que causan anomalías durante el embarazo (bajo peso al nacer). Los niños fumadores pasivos tienen más otitis, bronquitis, neumonías, ataques de asma, riesgo de muerte súbita e incluso afectar al aprendizaje y comportamiento.

miércoles, 30 de mayo de 2007

Habilidades personales: qué significa en mi consulta la palabra "carretera"


Uno de los peores momentos que pasan los niños/as en mi consulta es cuando hay que vacunarlos. Ya han desaparecido las vacunas orales. Ahora son por la vía rápida; esto es, inyectables. A nadie le hace gracia que le pinchen o le causen dolor. Los pequeñajos son unos linces para "olfatear" el peligro. Durante el primer año no hay solución; no se puede razonar ni usar estrategias para que estén tranquilos. Tanto es así que hacia los dos años reconocen la portería de mi consulta como si fueran exploradores indios. Más adelante el cambio es radical. Por suerte, tengo una sala de espera muy divertida que alberga animales de peluche, caballos, cocinas, muñecas, libros, TV, etc... y no sólo les apetece venir, sino que tras la vista no se quieren marchar.
Pues bien, a pesar del clima acogedor de la consulta, las vacunas siempre tienen su lado desagradable. Con los años he ido refinando una técnica para que no noten la molestia que causa el pinchazo de la inyección: Me pongo una nariz de payaso y les digo que haré "magia potagia". Ellos tienen que chillar con la máxima fuerza posible la palabra "carretera" sin parar. Yo chillo con ellos y si se suman también los hermanos, entonces todos berreamos "carretera". La verdad es que ignoro por qué escogí esta palabra. Pero ha cuajado tanto que cuando vienen a revisarse me preguntan: "¿hoy toca carretera?" -ni se acuerdan de la vacuna ni del pinchazo.

martes, 29 de mayo de 2007

Ese niño es un piltrafilla; se le notan las costillas y sus piernas son como palillos

A los papás y abuelos les gusta que el bebé esté redondito y se le noten los pliegues regordetes. Eso parece satisfacer a toda la familia, pues lo pueden mostrar orgullosos a sus familiares, conocidos y desconocidos en tiendas o supermercados.
Si nos fijamos bien en el aspecto del recién nacido parece un monstruito. ¡Está usted loco, doctor! -pensarán. No, no estoy loco y además estoy bien sereno. ¿Por qué digo esto? Simplemente, porque es la pura verdad. Aparte de ser cabezón (la cabeza es más grande que el tórax) y barrigudo (técnicamente denominado vientre en batracio), el neonato carece de cuello y tiene las piernas torcidas como los forajidos del Oeste. De tanto mirarlos acaban encandilándonos, pero lo cierto es que son un poquitín raros.
Bien, con el paso del tiempo este ser orondo y regordete se va estilizando. La cabeza parece
disminuir, el cuello se alarga y las piernas de jinete adquieren un aspecto de X. A partir de los 5 y 6 años, el aspecto físico del pequeño se asemeja más al del adulto, aunque en miniatura. Pero ahora surge el GRAN PROBLEMA: el "bebé bola" ha pasado a convertirse en un sujeto que, a pesar de tener el peso adecuado, parece totalmente escuchimizado. Las abuelas alarmadas claman: "mira que delgado está; se le notan todas las costillas; parece de Biafra" y "esas piernas,... ¡palillos es lo que tiene!" Los papás modernos resisten los embates de la presión familiar, porque saben que la obesidad no es buena y ven a su hijo sano, ágil y veloz. Pero muchas veces tanto "bombardeo" hace mella en ellos. En la consulta, expresan su preocupación por la delgadez de su hijo. Yo les enseño las gráficas de peso/talla para demostrarles que el niño está perfectamente proporcionado. Sin embargo, cuando viene algún acompañante "moscón", éste apostilla: "usted dirá lo que quiera, pero este niño está delgado". Me armo de valor y le digo a modo de reflexión: "estoy convencido de que a un adulto perfecto de peso y talla usted más bien lo describiría como persona delgada" Y creo que acierto cuando les digo esto. En cambio yo soy -tal y como me he descrito en una entrada anterior- culibajo y paticorto, y estas características físicas no se contemplan en los cánones de belleza masculina.
No olviden esta frase: "Si a un niño no se le notan las costillas, significa que tiene sobrepeso". Es más, repítansela a todos sus parientes y amigos hasta la saciedad.

lunes, 28 de mayo de 2007

No nos atrevemos a ir de vacaciones con el niño

Llega el verano. Y los papás que no tienen un sitio fijo donde suelen pasar sus vacaciones habitualmente, tienen que decidir cuál va a ser su destino de viaje. Algunos -pocos- no se atreven a "veranear" en un lugar "desconocido" por temor a que al niño pueda ocurrirle alguna desgracia. Se sienten seguros en su entorno habitual y por eso deciden no desplazarse.
¿Qué les pasa a estos padres? Sin duda, es más que probable que hayan vivido un accidente o una situación grave en la que se ha visto involucrado el niño, provocando en los padres la sensación de que su hijo iba a morir. A partir de ese momento y aunque el niño se haya recuperado por completo, los padres "activan" un mecanismo sobreprotector, porque creen que su hijo tiene mayor riesgo de enfermedad o de muerte. Ejemplo de ello son las convulsiones febriles: Este tipo de convulsiones es del todo inocua, pero el hecho de ver a un niño pequeño por primera vez inconsciente, blanco, con el cuerpo temblando, la mirada perdida... es más que angustiante. Las personas que tienen delante a un crío en este estado lamentable pueden reaccionar así: o bien quedarse paralizadas como consecuencia del miedo; o bien intentar hacer maniobras de reanimación, o bien salir corriendo con el niño en brazos. No pueden evitar que se apodere de ellos el siguiente pensamiento terrible: "se me está muriendo". Otro ejemplo puede ser un niño con un soplo cardiaco al que se le prohiben hacer actividades deportivas por si "le pasa algo".

Los padres inseguros se hacen sobreprotectores y permisivos, y acaban preocupándose excesivamente por la salud del niño. Acuden con frecuencia a la consulta del pediatra o a los servios de urgencia ya que, por desconocimiento o excesiva ansiedad, perciben como más graves los síntomas que sólo son el reflejo de una enfermedad común. A esta actitud peculiar se la denomina Síndrome del Niño Vulnerable y no beneficia en nada al pobre niño que además de crecer más mimado y de creer que no disfruta de la misma salud que sus compañeros, se hace cada vez más hipocondriaco.
En mi consulta hablo abiertamente de este asunto. Incluso si noto que los padres, a pesar de mis consejos, siguen manifestando esta ansiedad les recomiendo con mucha sensibilidad ayuda psicológica.

domingo, 27 de mayo de 2007

Hoy, escribo sobre algo muy serio: voto al alcalde de mi ciudad

No he dormido en toda la noche; ¡tengo que elegir a mi nuevo alcalde!. Cumpliré con mi deber, y con la mano trémula y sudorosa depositaré mi papeleta en la urna. En conciencia ¿He escogido al más idóneo? Cuando vuelva a casa habré cumplido con mi deber de ciudadano. En la fotografía les muestro los principales aspirantes a ser alcalde. ¿A quién votaré yo? Piensen, piensen... La respuesta es obvia: al Dr. Trías. Es pediatra, "ergo" es muy inteligente: Es hábil negociador, sensible y posee una capacidad de diálogo importante. Además, estudiamos juntos en el mismo cole e hicimos guardias juntos en el Clínico. No se puede pedir más.
En cualquier caso, resulta penoso verlos haciendo el ridículo saltando sobre unas camas elásticas. Propongo que antes de un acto oficial los Reyes, el Presidente del Gobierno y los de las Autonomías así como los Ministros hagan lo mismo para divertir al personal.



sábado, 26 de mayo de 2007

¡No me deja en paz! (Ansiedad de separación)

Hace poco, la familia de un bebé ha sufrido un pequeño trauma por lo siguiente: los papás tenían la oportunidad de viajar a Nueva York, de modo que ¿por qué no aprovecharla? Aunque su hijo es pequeño, tenían a toda la "tribu" familiar dispuesta a cuidarle: los abuelos, los tíos, la tata... ¿Nos vamos o no nos vamos? Y finalmente: Nos vamos. El viaje les fue de maravilla, pero el niño en ausencia de sus papás cambió radicalmente: Dejó de estar contento, comía menos, lloraba más y se le veía triste. Se notaba que iba buscando a sus padres por todas partes y no los encontraba. El día de regreso de los padres, el abuelo tuvo la feliz idea de ir con él al aeropuerto con un ramo de flores y un cartel de bienvenida. El niño cambió como un calcetín, excepto en una cosa: a los papás les hacía más rabietas y por la noche se había desmontado toda la rutina previa al viaje. De dormir bien pasó a dormir mal. Ahora, poco a poco, se va normalizando la situación.




¿Qué le ha ocurrido a este niño? Se trata de un hecho normal y frecuente a partir de los seis meses de edad, llamado Ansiedad por la Separación (Separation Anxiety), y que no es más que la preocupación que los niños sienten cuando se separan de quienes se cuidan de ellos; generalmente, la madre. A partir de esa edad suelen estar muy apegados a ella y algunos niños no soportan estar solos. Lloran en cuanto la madre sale de la habitación. La respuesta y solución (mala) habitual de la madres es coger al niño y llevárselo consigo. Así, poco a poco el niño se "enmadra" y no se separa de ella ni un instante. Resultado: la madre va a la cocina, y el nene a la cocina; la mamá va a hacer pipí y el nene ha de acompañarla al baño; llaman a la puerta y ella la abre con el nene en brazos. En definitiva, este apego no controlado se convierte en una tortura para la mamá.
La ansiedad de separación mejora con el tiempo, ya que las separaciones son inevitables. Una de ellas es durante la noche; por este motivo muchos niños no quieren dormir solos. La otra, a veces mal soportada también por los padres, es ir a la guardería. A continuación, les muestro dos vídeos. El primero persigue a su madre incluso estando delante. El segundo video muestra cómo el niño se adapta a la guardería.

Consejo: al bebé hay que ir acostumbrándolo reiteradamente a pequeñas separaciones para evitar que se convierta en un niño enmadrado y agotador.

viernes, 25 de mayo de 2007

¡Ojo con lo que tocas!

Con mucha frecuencia visito a niños y jóvenes afectados de Síndrome de Down. Son de carácter dulce y colaborador. En ocasiones, son tozudos como una mula. Se ponen "a cuatro patas" y no hay forma humana de examinarlos. Ayer vino a mi consulta uno encantador, divertido y parlanchín. Le tocaba la revisión de los 16 años y su madre me explicó que el joven se tocaba constantemente "sus partes"; parecía tener una erupción pero no se dejaba mirar en casa. Me dirigí a él en tono amistoso y con lenguaje coloquial le comenté la necesidad de revisar el escroto y los testículos. Inmediatamente me respondió: "Oye, que yo no soy gay". Le tranquilicé explicándole que se trataba de un tipo de revisión y que sólo quería averiguar si tenía una infección o una dermatitis. Se resistió un poco pero al final accedió a bajarse un poco los calzoncillos. Al ir a explorar sus genitales, agarró mis manos con una fuerza impresionante y, mirándome fijamente a los ojos, me espetó: "¡Ojo con lo que tocas, recuerda que no soy gay!"


jueves, 24 de mayo de 2007

Abuelos "cabroncetes"

Hace luengos años a los niños pequeños, aparte de de suministrarles las primeras vacunas comercializadas, se les ponían muchas inyecciones de diversos tipos para "reforzarlos". Si comían poco, una tanda de pinchazos los "dejaban nuevos". Muchas abuelas recuerdan con nostalgia que su hija "creció gracias a las tandas de vitaminas que le dábamos". Era habitual que los propios padres (abuelos o bisabuelos ahora) se encargaran de hervir la jeringa de vidrio y la aguja de acero durante unos 20 minutos. Cuando éramos pequeños, muchos veteranos como yo recibimos más de alguna serie de aquellos fabulosos reconstituyentes. Los que me conocen saben muy bien que ahora estoy tan joven como un bebé y tan fuerte como Stallone (je, je).
En esas épocas era frecuente amenazar al niño: "si no comes, el médico te pinchará", con lo cual conseguían que el médico pasara a convertirse en un mal bicho y enemigo. De manera que acudir al médico era como ir a ver al hombre del saco.
Los tiempos han cambiado. Aunque los papás sufren horriblemente, cuando "el niño no me come", ahora ya no se les amenaza con aquellas torturas de antaño. Sin embargo, aún quedan abueletes rezagados que inculcan a los nietos esa costumbre terrorífica: "si no comes te tendrán que pinchar". Es difícil cambiar la mentalidad de las personas que pasaron por una guerra y sufrieron toda clase de penurias. Por desgracia, el paso del tiempo es inexorable; los que pinchaban van pasando a mejor vida, y los acribillados ya estamos en la época de la vida que me gusta denominar como "la adolescencia de la madurez".