Doctor, qué titulo tan raro. Pues sí: ahí va. Sospecho que, desde mi más tierna infancia, cuando me ducho por la mañana me dejo partes importantes de mi cuerpo para lavar ya que sólo las mujeres tienen “higiene íntima”. Me di cuenta hace poco leyendo un anuncio. Voy a ponerme en contacto con la Ministra de Igualdad a ver que me sugiere.
Según Wikipedia "un eufemismo es una palabra o expresión políticamente aceptable o menos ofensiva que sustituye a otra considerada vulgar, de mal gusto o tabú , que puede ofender o sugerir algo no placentero al oyente. También puede ser la sustitución de nombres secretos o sagrados para evitar revelar éstos a los no iniciados. Algunos eufemismos tienen la intención de ser cómicos. Se produce cuando se pretenden usar inofensivas palabras o expresiones para desorientar, evadirnos, o evitar enseñarnos la verdadera, cruda y desagradable realidad. A menudo el propio eufemismo pasa a ser considerado vulgar con el tiempo para ser sustituido de nuevo". Así pues, desde hace muchos años que hemos abandonado las palabras “anciano”, “viejo” a cambio de “tercera edad”, “persona con experiencia”; a la "preñada" se prefiere calificarla como “estado de buena esperanza o encinta”.
Esta introducción me sirve para el post de hoy, sugerido por Sir Louis Eat (en ocasiones, Virgules), compañero de fatigas del Hospital y dentro de poco -eso sí que es meritorio- Licenciado en Derecho. A los antes llamados impedidos, paralíticos o inválidos sucesivamente se ha ido eufemizando como minusvalidos, discapacitados y el summum de aberración ahora son “personas con habilidades diferentes”.
Evidentemente, a primera vista, el uso del eufemismo parece tener una pátina de consideración hacia la persona afectada, pero en una visión más perversa de la cuestión, el principal beneficio del eufemismo se lo lleva el emisor y no, en cambio el receptor. Apliquemos la teoría al caso práctico: en un aparcamiento reservado a estas personas la gente lo respetará más si sabe que va destinado a un impedido o a un inválido que si es para una persona con “habilidades diferentes”, y que antes cederá el asiento en el autobús a un anciano que a alguien “con experiencia”. Ítem más, la gente tiene el descaro de aprovecharse del inválido -ser aparentemente inferior- para aparcar pero no se atreve a hacerlo en aparcamientos institucionales (embajadas,etc.), entidad superior.
Me dirán que quizá soy muy mal pensado, pero a veces lo que damos por hecho tiene otra lectura más perversa.