sábado, 16 de febrero de 2013

"EL MIEDO AL MIEDO" (II)

En una crisis de ansiedad, el sistema de alarma del miedo se pone en marcha cuando no hay un peligro real, generando unos síntomas que causan malestar. Se entra en un círculo vicioso que provoca sensaciones corporales desagradables pero NO PELIGROSAS, así como unos pensamientos catastróficos acerca de lo que puede suceder.

La importancia de los pensamientos es enorme porque se provoca que un círculo vicioso que va girando en un sentido defectuoso. Realiza una mala  interpretación de las sensaciones corporales normales, sobretodo de aquellas relacionadas con la ansiedad y el estrés. Vamos a poner un ejemplo: si estamos cruzando la calle y de repente vemos un coche que se acerca a toda velocidad, nuestro cerebro interpreta dicha situación como peligrosa, con lo cual activará todos los recursos necesarios para que pueda llegar a tiempo a la acera. ¿Cómo? Acelerando la tasa cardíaca, incrementando el ritmo de la respiración, tensando los músculos, entre otros. Cuando lleguemos a la acera y hayamos superado el peligro, probablemente sentiremos: palpitaciones, sudoración, tensión muscular, sensación de ahogo…es decir, los mismos síntomas o parecidos, a los de las crisis. ¿La diferencia? La interpretación que realizamos de los síntomas, y el miedo a que nos lleven a algo malo: infarto, desmayo, etc... En las crisis, como los síntomas no están “justificados” y aparecen sin más, nos asustan y ponen en marcha todo el proceso. 
El círculo de la ansiedad

Cuanto más negativamente interpretemos los síntomas, más malestar sentiremos, y más consecuencias negativas tendrán a nivel emocional (inseguridad en uno mismo, aumento de dependencia), y conductual (evitando situaciones por el miedo a que se generen crisis, y necesidad de ir acompañados, etc…).
Por gentileza de Ana Martinez del Centro ITAE.

viernes, 15 de febrero de 2013

La vitamina C sirve poco para los resfriados; no se gaste el dinero en comprarla

Linus Carl Pauling fue un fenómeno de la naturaleza: químico, biólogo e investigador médico, recibió dos Premios Nobel (Química en 1954 y de la Paz en 1962). Entre muchos temas se interesó por la vitamina C. Para prevenir sus resfriados, al tener una rara enfermedad renal, tomaba varios gramos al día y contento con los resultados publicó “Vitamin C and the common cold” (1970) con unas afirmaciones muy polémicas en las que alababa, hasta la exaltación, sus propiedades para gran cantidad de síntomas y enfermedades. Lo demás es historia; los zumos de naranja se hicieron populares y la industria farmacéutica se forró con los compuestos vitamínicos para “reforzar” a los pacientes y evitar el resfriado común (una de las principales causas de visitas médicas y de absentismo laboral y escolar).

 Un estudio reciente que revisa el conocimiento actual del papel de la vitamina C para prevenir y tratar los resfriados es demoledor. Tomar vitamina C no disminuye la incidencia del catarro en la población normal, parece disminuir un poco la duración de los síntomas, sólo parece reducir a la mitad el riesgo de resfriado en personas expuestas a breves períodos de estrés físico. Total, poca cosa.

Más madera. Otro estudio realizado por el Instituto Karolinska de Suecia muestra que los hombres que toman  un gramo o más de vitamina C tienen más riesgo de tener piedras en el riñón. ¡Toma!.

En resumen, una buena dieta mediterránea y sin otros excesos es lo mas barato y saludable. Ahora viene una pregunta para saber si dominan algo la dietética. ¿Cuánta vitamina C tiene un vaso de naranja recién exprimida?

jueves, 14 de febrero de 2013

Si su hijo tiene fiebre ¿comete alguno de estos errores?

La fiebre es un signo de alerta de que su hijo puede tener alguna enfermedad, generalmente infecciosa y sin ninguna importancia. Casi siempre la fiebre la detectarán por notarlo un poco raro, llorón, con aspecto diferente o intranquilo. Otras veces al tocarle la frente, las mejillas o el cuerpo con sus labios o su mano le parecerá que está caliente. En ambos casos recurrirá al termómetro para confirmar si tiene fiebre. A partir de este momento tendrá que tomar la decisión de qué actitud tomar: ¿llamo o lo llevo al médico corriendo?, ¿me espero a ver que pasa?, ¿tengo que darle antitérmicos inmediatamente y vigilarlo constantemente para no dejar que le suba la fiebre?, ¿puede ser grave?. Éstas y otras preguntas asaltan a las madres cuando han comprobado que su hijo tiene la temperatura elevada.
  1. Acudir al médico inmediatamente. Si el niño es mayor de 2 años y tiene buen aspecto es mejor esperar unas 24-48 horas para ver la evolución de la enfermedad
  2. Administrar antitérmicos continuamente. Los antitérmicos se administran para que el niño se encuentre mejor y más confortable. Si un niño tiene fiebre y está contento no hace falta darle medicamentos.
  3.  Pensar que necesita siempre un antibiótico. La mayoría de infecciones de los niños son debidas a virus y por lo tanto no necesitan antibióticos. Sólo debe dárselo si el pediatra se lo recomienda
  4. Despertarlo por la noche para vigilarle la temperatura. Si descansa bien hay que dejarlo dormir aunque parezca tener fiebre alta. Sólo debe mirarle la temperatura con un termómetro si se despierta
  5. Tomar la temperatura constantemente. Esto es lo que algunos médicos lo llaman “fobia a la fiebre”. Dos o tres veces al día es suficiente
  6. Abrigar al niño para que no se “enfríe”. Cuando tiene fiebre hay que favorecer la pérdida de calor por su piel, por tanto hay que tenerlo desabrigado en una habitación templada
  7. Forzarle a comer si tiene poco apetito. Las infecciones quitan el hambre. Solo es importante ofrecerle líquidos
  8. Miedo a sacarlo de casa para llevarlo al médico o a casa de un familiar. Un niño con fiebre se puede trasladar a otro lugar convenientemente abrigado sin ningún problema
  9. Pensar que la fiebre alta le producirá algún trastorno importante como convulsiones o meningitis. El aumento de temperatura indica una buena respuesta del organismo. Es cierto que algunos niños pueden tener convulsiones febriles (son inocuas) pero la fiebre no puede desencadenar una meningitis.
Muchas dudas sobre urgencias en niños menores de 12 meses se pueden resolver con la aplicación iPediatric.

miércoles, 13 de febrero de 2013

¿La fiebre es peligrosa?

Quizás habrá oído decir a algunas personas que la fiebre puede ser peligrosa para los niños. ¿Qué hay de cierto en ello?. La fiebre es un síntoma y por sí misma no es una enfermedad. De hecho, es un signo positivo de que su organismo está reaccionando bien frente a una posible infección. La mayoría de las infecciones que tendrá su hijo serán por virus y otras veces lo serán por bacterias. La fiebre estimula sus mecanismos defensivos aumentando, por ejemplo, los leucocitos o glóbulos blancos que atacan y destruyen a los virus y las bacterias. 

En la mayoría de ocasiones en que su hijo tenga fiebre (entre 37.8 y 40º C) habitualmente será inofensiva. Sin embargo, puede producir sensación de malestar y aumentar su frecuencia cardíaca y respiratoria. Además la fiebre hace que necesite más cantidad de líquidos para compensar las pérdidas por el calor. Hay algunas circunstancias en las que es conveniente ponerte de inmediato en contacto con el pediatra. La primera es si su edad es menor de tres meses. La segunda cuando tenga fiebre alta (superior a 40ºC) y sea menor de 2-3 años ya que puede ser síntoma de una infección importante. Si un niño además de la fiebre tiene unas manchas de color rojo intenso por el cuerpo que al apretar con un dedo no desaparecen (son pequeñas hemorragias) hay que ir inmediatamente al médico o al hospital. 

La fiebre de por sí no produce ninguna enfermedad. Es verdad que algunos niños con fiebre alta pueden tener delirios y es mejor consultar al pediatra pero no es cierto que sea la causa de meningitis. No se sabe por qué un 3 % de los niños entre los 6 meses y los 6 años de edad pueden tener las llamadas convulsiones febriles que son totalmente inofensivas. Si le parece que tiene fiebre es imprescindible tomar la temperatura de una forma adecuada. Desde el nacimiento es importante tener un termómetro electrónico de calidad y rápido..

martes, 12 de febrero de 2013

“EL MIEDO AL MIEDO” (I)

Vuelvo a hablar de la ansiedad y sus crisis. Éstas caracterizan por la presencia repentina de un miedo o malestar intenso sin motivo aparente. Dicho miedo viene acompañado de unas sensaciones físicas desagradables, las más comunas de las cuales son: palpitaciones, sensación de ahogo, dolor en el pecho, mareo y sensación de inestabilidad, sudoración, hormigueo, náuseas y molestias abdominales, miedo a morir, y miedo a perder el control, entre otros. Dichos síntomas, se inician de forma brusca y alcanzan su máxima expresión a los 10 minutos. Cuando las crisis de ansiedad aparecen de manera repetitiva, es cuando hablamos de Trastorno de pánico.

Las crisis de ansiedad, no tienen una única causa. Pueden ser varias e incluso a veces, pasan inadvertidas. Precisamente, las crisis son molestas, entre otros, porque surgen sin que tenga que existir un motivo aparente. Las crisis, pueden aparecer ante cualquier cambio en las sensaciones corporales que la persona detecte y que le causen preocupación. Una vez se ha padecido una crisis, aumenta notablemente el miedo a padecer otra, lo cual provoca que estemos más atentos a cualquier cambio corporal, lo que aumenta a su vez, la probabilidad de tener más crisis.

Reproducido por deferencia de la psicóloga Ana Martinez del Centre ITAE. 

lunes, 11 de febrero de 2013

Colesterol en niños. Nuevas recomendaciones de análisis de sangre

Hay un nuevo informe del  Expert Panel on Integrated Guidelines for Cardiovascular Health and Risk Reduction in Children and Adolescents: Summary Report en el que nos habla de las nuevas directrices para fomentar la salud cardiovascular y prevenir los factores de riesgo en los niños y adolescentes a partir de la lactancia materna y haciendo hincapié en una dieta baja en grasas saturadas a partir del año de edad. También insisten en protegerlos del humo de tabaco, así como promover una actividad física regular.

Lo más destacado es una nueva recomendación comparada con las anteriores: que a todos los niños se les mida el nivel de colesterol por lo menos una vez entre los 9 y 11 años y, de nuevo, entre los 17 y 21 años. Hay muchas más recomendaciones; el informe tiene más de 150 páginas y a mí no me ha dado tiempo a leerlo ni creo que consiga hacerlo.

Veremos lo que, dentro de un tiempo, recomienda la Asociación Española de Pediatría al respecto. Hemos de seguir con la dieta mediterránea. Ya les adelanto que estoy trabajando en su divulgación en las familias y los colegios.