sábado, 14 de abril de 2007

Nuevos trastornos de la conducta alimentaria en niños pequeños

El tema de la comida en los bebes y niños pequeños suele forma parte de los temas habituales de conversación do los papás. Libros se han escrito, y muy buenos, sobre la alimentación del niño y el famoso "Mi niño/a no me come" (lo oigo casi todos los días). Sin embargo, en mi consulta y en el hospital donde trabajo vamos detectando de forma cada vez más frecuente una variación en el comportamiento alimentario: lo denomino trastorno alimentario por conducta selectiva. Estos niños comen siempre los mismos tipos de alimentos (cuatro a seis) y no aceptan nada más aunque los dejes sin comer, lo fuerces, lo estimules o hagas los mejores números circenses para conseguir que coma algo fuera de su selección.

Para entender un poco este fenómeno mi teoría es que muchos papás no acaban de comprender dos aspectos esenciales en el desarrollo del niño. El bebé después de nacer únicamente toma leche. Sólo aprende un sabor. Cuando tiene hambre llora y se le da pecho o biberón.A partir de los cuatro-seis meses se introduce la alimentación complementaria. Ya tiene un sabor diferente. La mayoría suelen aceptarlos bien pero su apetito "por algo" puede hacer que unos sabores les gusten mas o menos. El niño tendrá hambre pero según el apetito- mezcla de genética,temperamento, aprendizaje y entorno cultural- irá escogiendo lo que más le guste.

Con el tiempo va construyendo (y nosotros, adultos, ya lo hemos hecho) una lista no escrita desde lo que más gusta a lo menos apetecible. Incluso en momentos de hambre los adultos decimos: "ahora me tomaría...tal-alimento deseado". Esa lista depende del tiempo, lugar y circunstancias. En un momento determinado, un alimento puede resultar indeseable por el sabor, textura, temperatura, etc . El niño puede colocar ese alimento el la parte inferior de la lista y, si se le fuerza a comer, le dará asco lo rechazará durante un tiempo o para siempre.

Si ustedes y yo vamos a cenar juntos esta noche a un restaurante todos tendremos hambre. En función de nuestro apetito, cada uno de nosotros escogerá diferentes platos y postres de la carta. Los que hemos aceptado la comida occidental somos reacios a comer platos de otras culturas (hormigas fritas, carne de perro.....).

La introducción de alimentos nuevos ha de ser progresiva, sin forzar y en un entorno agradable. Si se hace lo contrario puede desarrollarse este trastorno de la comida selectiva.

Les planteo una pregunta: ¿a partir de qué edad el niño/a ya podría empezar a comer algunos alimentos completamente solo, poniéndolos en un plato delante suyo ?. Anímense a responder y a dar su opinión. Otro día, les daré la respuesta.

jueves, 12 de abril de 2007

Frustración por mi carta al Director de La Vanguardia

No he tenido el éxito esperado. Hoy me ha llegado la notificación de La Vanguardia de que mi carta no será publicada en versión papel. Se edita en la La Vanguardia Digital en la sección el Lector Opina . Muchos adultos no están familiarizados con la tecnología "on-line" y no la leerán. Yo no me desanimo, seguiré dando la lata donde haga falta. Y pensar que algunos políticos y religiosos siguen "meando fuera del tiesto"tan mayorcitos.... Perdón, llueve y tengo un mal día.

¡Si alguien tiene algo que decir que lo diga ahora o que calle para siempre!


Esta frase la repiten en todas la bodas. La verdad es que nunca he acudido a ninguna en la que esto haya ocurrido. Ni tampoco a amigos míos. La "espantá" del novio/a es algo más frecuente.

Pero esa frase algunos papás tendrían que utilizarla con énfasis para resolver una situación muy común a la hora de llevar el niño/a dormir a cama. Cambiándola un poco funciona muy bien.

A partir de los tres o cuatro años ya empiezan a ser "pardillos". Después de acostados , sin llorar, y con los padres deseando ver la tele empiezan con una retahíla de peticiones:"mamá, agua", "tengo pipí", "os tengo que decir una cosa", "me he dejado....", "quiero otro besito", etc. Algunos papás, inocentones y de buena fe, les hablan de lejos pero otros van y vienen como un tranvía: "la agüita del nene, el besito de la nena.....". Eso en sí no es malo. Es un co...azo para los papás, pero si les gusta......

Cuando ya se han dado cuenta de que les toman el pelo quieren apretar el freno. Pero, ¿cómo se lo decimos al nene/a?. Aquí es cuando les recomiendo la frase de las bodas, y no falla. Con tono firme: Ahora, debemos descansar. Dime todo lo que necesitas ahora, porque en cuanto salga de la habitación ya no te haré caso.

El nene/a intentará seguir el rollo pero si los papás se mantienen firmes podrán disfrutar del descanso vespertino.

miércoles, 11 de abril de 2007

¡Doctor, le prometo que el niño no estaba así en casa!

La verdad es que el niño del cuadro no tiene “muy buena pinta”. No sabemos si tiene fiebre, pero está claro que está enfermito pues el título del cuadro así nos lo revela. Los niños pequeños con fiebre o que incuban una enfermedad suelen despertar preocupación en sus cuidadores, asaltándoles inmediatamente la siguiente duda: ¿será grave? Sabemos que la mayoría de las infecciones a esta edad son víricas y no precisan de tratamiento. Sin embargo, el hecho de que muchos niños con fiebre se muestren apáticos, irritables, pálidos y de mal humor crea la falsa sensación de que estamos ante una enfermedad grave. Esto explica que los padres, lógicamente, los lleven rápidamente al médico.

Ayer por la tarde vino a mi consulta una madre muy guapa y del grupo de las simpáticas (véase la "clasificación de padres" en la entrada anterior) que estaba preocupada, porque su hija -con fiebre alta- estaba muy apagada y quejosa. Pero ¿cuál fue la sorpresa? Nada más entrar a la consulta y jugar un rato con los juguetes, la niña sufrió un cambio como por arte de magia. Al visitarla y explorarla estaba como unas castañuelas; sonriente y feliz. La mamá me aseguró que su hija no había estado así en casa ni por asomo, como disculpándose porque creía haberme molestado injustificadamente. Mi respuesta fue la que doy siempre en estas frecuentísimas ocasiones: “Los niños siempre se curan antes de entrar”. En casa tosen como bestias, pero no lo hacen delante de mí; en casa están apáticos, pero en la consulta no paran; en casa les duele la barriga, pero cuando yo se la palpo, no sienten nada... En fin, muchas veces parecen llevar la contraria únicamente para acongojar a los padres.

Si los papás conocen bien a su hijo sólo cabe esperar y observar. Y, si se tercia, darle una vueltecita. Cuando nosotros, los adultos, cogemos un buen "trancazo" tenemos dos opciones: o bien meternos en la cama, que aparentemente hace sentirnos más malitos; o bien tomarnos un buen cola cao caliente + un poco de ron + un antitérmico que nos deja como nuevos para poder ir a trabajar...


lunes, 9 de abril de 2007

Una angustia innecesaria: ¡no encuentro a mi hij@ !

No puedo creerlo, pero la noticia la proporciona la agencia Reuter: Miles de niños desaparecen cada día en Europa y sus casos no son comunicados a las autoridades, dijo el miércoles (25-5-06) el comisario de Justicia de la Unión Europea, Franco Frattini.

He fijado mi atención en ella, porque en estos momentos estoy redactando un artículo médico que habla sobre las tecnologías actuales para la localización de niños. Aunque la noticia no es ninguna novedad, me ha impresionado especialmente porque los datos hacen referencia a la U.E. y no a países en vías de desarrollo o subdesarrollados. En no muy pocas ocasiones, estos sucesos son calificados de "accidentes". Personalmente, los considero "mal llamados accidentes", porque en realidad casi siempre hay una causa evitable. Por el contrario, el término accidente presupone que se trata de un suceso eventual que no podemos eludir. ¿Cuántas veces habremos oído o dicho frases como éstas?: "le fue de un pelo" o "no se mató de milagro"... De "milagro", nada de nada: Los accidentes son la causa número 1 de la muerte infantil. Ya no lo son las enfermedades.

Cuántas veces vemos padres angustiados por perder al niño en un gran almacén, en la playa o en la montaña. Por suerte, en la mayoría de las ocasiones, sólo se trata de un susto para los padres y una crisis de pánico para el niño, que suele resolverse sin mayor impacto emocional.

Estadísticamente se sabe que las tres horas siguientes a la desaparición son fundamentales para encontrarlo sin problemas. Por este motivo la tecnología-que, en este sentido, tiene su lado positivo para los niños y jóvenes- ha desarrollado unos sistemas de localización del niño que van desde un simple avisador que suena a partir de cierta distancia entre el cuidador y el niño hasta la máxima sofisticación de seguimiento continuo por GPS.

Pero lo que sin duda resulta más económico es vigilar al pequeño concienzudamente y, a modo de prevención, repasar periódicamente los peligros a los que está expuesto de acuerdo con su edad.

¿Qué tiene Steven Spielberg que no tenga yo?

Sin duda muchas cosas, pero hay una en concreto por la que siento una verdadera admiración. Hace poco leí una noticia que me llamó la atención: a Spielberg le habían vendido un cuadro falso. Bueno -pensarán-, eso no es nada nuevo. Es verdad. Pero da la casualidad de que este director de cine es el mayor coleccionista de obras del ilustrador estadounidense Norman Rockwell. A algunos no les sonará mucho, pero les invito a conocer sus dibujos y pinturas. A mí me entusiasma y en mi blog se toparán con más de una reproducción suya que utilizo para ilustrar mis textos. Espero que nadie me denuncie por ponerlas sin permiso: voy de buena fe.

De modo afable y cariñoso, Rockwell recoge en sus obras al niño, al joven, a la familia, a los abuelos, los problemas cotidianos y los conflictos raciales con una perspicacia psicológica increíble. Las imágenes de este gran ilustrador invitan a sonreír, a meditar y a pensar que hay gente buena. Creo que tengo todos los libros en los que se puede ver su obra completa. En mis conferencias médicas o charlas a padres siempre encuentro alguna que puedo insertar, porque enfatizan los contenidos. Además de incitar la risa y de ser relajantes, me ayudan a captar la atención del público.

Lean junto con sus hijos libros de cuentos, de dibujos, de aventuras, y cuando ya sean más mayorcitos, pongan un "rockwell en su vida". Ojalá sus hijos aprendan y practiquen una recomendación que dejó escrita en lo que se considera el "testamento" de Baden Powell.

domingo, 8 de abril de 2007

Un semáforo es educativo: úselo

Mi hija estudió en Alemania durante unos años. Un día de lluvia y frío, ella y su amiga se disponían a cruzar una calle señalizada. La calle estaba totalmente desierta; únicamente se divisaba a lo lejos un vehículo que estaba aparcado. El semáforo de peatones estaba en rojo. ¿Tenían que esperar a que se pusiera de color verde? El "españolito" medio es más avispado. ¿Para qué esperar si no había ni un alma? Tras mirar a ambos lados para asegurarse de que no venía nadie, atravesaron la vía tranquilamente. Muy a su pesar, el coche aparcado era de la policía. Inmediatamente dos agentes se apearon y las abordaron. Muy amablemente les dijeron que habían cometido una infracción: cruzar la calle cuando estaba prohibido. La cosa no pasó a mayores, pero me impresionó.

Yo no entiendo ni torta de alemán. En una ocasión en que mi mujer y yo visitamos a mi hija, me fijé en los carteles con letras rojas que colgaban bajo los semáforos de la ciudad. Más o menos decían lo siguiente: "Si usted cruza en rojo, su hijo aprenderá a pasar en rojo". Algunos listillos pensarán "menudo rollo, estos alemanes son unos exagerados...".

Sin embargo, el semáforo puede aprovecharse como un elemento educativo fácil de usar. Debemos enseñar a los niños a pasar los lugares señalizados y parar cuando está en rojo aunque no se vea ni un alma hasta que el semáforo cambie a verde. Esto, aunque pueda parecer una chorrada, ejerce y promueve el autodominio de uno mismo, así como el respeto a las normas sociales.

Y usted, ¿cruza cuando el semáforo está en rojo?