Durante la adolescencia, se dan pequeños conflictos entre padres e hijos magnificados casi siempre por estos últimos de forma "desgarradora". Principalmente se trata de divergencias relacionadas con la forma de vestir, la paga y muy especialmente con las salidas nocturnas. La mayoría de los jóvenes exigen, al igual que las grandes superficies comerciales, mayor libertad horaria. Los padres, con buen criterio, echan el freno según la edad del hijo "marginado/a". Los vástagos refunfuñan: "Me tienen secuestrado; TODOS mis amigos salen o tienen permiso para llegar a tal hora menos yo".
En sus visitas de revisión, a partir de los 10 años, ya les sugiero a los padres que empleen la estrategia de los "5 minutos antes"; así sus vástagos se ganarán la confianza de sus papás y lograrán salir hasta más tarde cuando sean más mayores. Los "5 minutos antes" consiste en que los adolescentes más que puntuales sean hiperpuntuales. Cuando les dan permiso para llegar más tarde, les sugiero que exijan a sus hijos que lleguen 5 minutitos antes de la hora acordada. De llegar 5 minutos antes o 10 minutos después supone para los papás más estrictos o sufridores pasar de estar satisfechos por la responsabilidad de su hijo a la zozobra de "¿le habrá pasado algo?".
¿Cómo reacciona usted ante una situación como la que muestra la foto de este post?
Sin lugar a dudas, ser puntual es un signo de madurez (aunque hay muchos adultos que ignoran que existen los relojes y se "guían" por la intensidad de la luz solar). Por eso la puntualidad de los hijos da confianza a sus padres, y si "los marginados" van pidiendo llegar más tarde —por ejemplo, un cuarto de hora—, con esta estrategia lo conseguirán más fácilmente que sus "coleguis".