Los niños aprenden sobre el mundo que les rodea a través de una gran variedad de fuentes de información incluidos los padres, los maestros, los amigos y los medios de comunicación. Las noticias se perciben y se interpretan dependiendo de la edad, del grado de formación y de la madurez de las personas entre otros factores. Por eso las noticias que se reciben por periódicos, radio, televisión o internet causarán mayor o menor impacto según la edad del niño. Pero sin duda hay noticias que causan impacto negativo en los niños y en los jóvenes como desastres naturales, accidentes de tráfico o aéreos, raptos o maltrato infantil, actividades terroristas, violencia escolar. Estas noticias les pueden hacer creer que viven rodeados de un entorno que puede ser hostil y hasta peligroso en mayor medida de lo que es en realidad. En resumen,
“que viven en un mundo malo”. La televisión tiene, además, el poder de encoger, exprimir y mostrar imágenes terribles en cortos espacios de tiempo pero de forma repetitiva dando la sensación de que un desastre ocurre continuamente y muy cerca de donde vive. En el caso de la guerra de Georgia y del accidente aéreo de Barajas; han visto y oído hasta la saciedad como la guerra o el avión incendiado mataban a gente, quemaban cuerpos, destrozaban a personas, dejaban a niños huérfanos y sin familia, y cómo se colocaban a los muertos, por razones de salud pública, en "cámaras frigoríficas" del IFEMA de una forma que para ellos les puede parecer incomprensible.
¿Cómo explicar el horror? ¿Cómo afrontar la situación?
Los psicólogos recomiendan una actitud de “calma e información verdadera pero limitada”. Eso significa que hay que decir la verdad pero no dar más datos o relatos de lo que el niño necesita saber. Que vean sinceridad en la explicación es muy importante. Muchas situaciones son incontrolables como desastres naturales, accidentes o actos terroristas y los padres deben dar la oportunidad y el tiempo necesario para que el niño exprese abiertamente sus temores o lo que le asusta. Con niños más mayores y adolescentes es más fácil hacerles entender que la repetición de estas noticias es una estrategia que tienen los medios de comunicación para mantener pendiente al público de una cadena de radio o de TV para conseguir más audiencia.
Una de las dificultades que experimentan muchos padres es que tienen que enfrentarse y manejar sus propias reacciones y emociones y, a la vez, las de sus hijos. Y eso, a veces, es muy difícil en situaciones de pérdidas bruscas de seres queridos de la familia o la vivienda.
Las reacciones frente a un desastre varían según su naturaleza e intensidad y según las experiencias previas del niño, su temperamento, su personalidad y la cercanía del desastre que le ha tocado vivir. Las reacciones son parecidas a las de los adultos: sensación de pérdida de control (ya no puede controlar su vida habitual), pérdida de estabilidad al alterar el orden establecido y rutinario de la vida habitual, sensación de pérdida de la propia seguridad (con una intensa sensación de que a él le puede pasar algo. Necesita constantemente apoyo de los padres que le transmitan que a él no le pasará nada).
Cuando ocurre un desastre la respuesta del niño es parecida, según su edad, a la de la muerte de un ser querido: rabia, negación de lo ocurrido, depresión, recapacitación y aceptación final. Muchos niños pequeños se niegan a hablar y se cierran en sí mismos o haciendo actos exagerados (rabietas, pataletas) para distraer la situación cuando se habla del tema o con conductas desafiantes.
Síntomas frecuentes
Una vez pasada la crisis tanto los niños como los adultos presentan síntomas de estrés como reflejo de su estado de ánimo o del grado de pérdida. En el niño no son raros los síntomas de regresión (chuparse el dedo, orinarse en la cama, pérdida de apetito, miedo a la oscuridad) o pesadillas, agresividad, aislamiento de sus compañeros, poca concentración en los estudios o rechazo a la escuela.
Apoyo
Al ser una situación difícil la actuación de los padres debe intentar comprender e identificar los sentimientos del niño. Pueden expresar con palabras sentimientos que el niño no sabe: “veo que estás triste por lo que ha pasado”, “nos da rabia que hayan pasado estas cosas”. Cuando no se sepa que decir un fuerte abrazo diciéndole que “esto es difícil para todos, pero no temas porque siempre te cuidaremos” puede mitigar la ansiedad y tener un efecto positivo.
El control de las noticias de la televisión es crucial. Hay que hacer preguntas de lo que piensan sobre lo que están viendo y responderlas de forma tranquilizadora y dando seguridad. Enseñar que ante situaciones difíciles en importante ayudar a los demás por poco que se pueda hacer le hará una persona solidaria. Procure que no vea los telediarios sin compañía de un adulto. Si no hay un adulto o éste no se ve capaz de hablar de estos temas no hay más remedio que apagar la televisión a esas horas.
Como se ha dicho antes ser claro e intentar planificar su vida para volver al orden antes posible. No olvidar que, por la tensión o el miedo, puede estar más cansado y necesitar más tiempo de sueño. También es recomendable que él sepa y entienda frases como las que se han citado para hablar con sus compañeros.
Si va pasando el tiempo y persisten síntomas relacionados como alucinaciones o miedos de que se repita la misma desgracia, irritabilidad, disminución por sus actividades anteriores o falta de expresión de sus emociones será importante consultar con un psicólogo.
PS. Me han admirado los tacones "de aguja" de la esposa de nuestro esforzado Príncipe Felipe. La forma de vestir más adecuada para un momento de duelo...