Sigo con el tema de ayer pero adaptado a otra edad.
Los niños pequeños no conocen el miedo. Su osadía y atrevimiento provoca caídas con frecuencia. En su afán explorador, se darán una cantidad enorme de golpes en cabeza mientras aprenden a girarse, arrastrarse, subirse, bajarse, andar o correr. Los traumatismos son más frecuentes en los niños que en los adultos debido a su peor equilibrio. Pese a la alarma que suelen provocar los golpes en la cabeza, en la inmensa mayoría de los casos, los chichones, rasguños y heridas se curan sin problemas. Debido a que la piel está bien irrigada una herida superficial puede sangrar de forma alarmante pero les fácil detener la hemorragia simplemente comprimiendo con una gasa.
El perfil más habitual del paciente que acude al servicio de urgencias pediátricas con un traumatismo craneal es un niño de entre uno y tres años que ha sufrido una caída de escasa altura o un golpe banal y que, aparte de la contusión de la piel y tejidos blandos, no presenta síntomas ni signos que hagan pensar en una lesión intracraneal.
El susto suele ser normalmente peor que el golpe en sí, pero es imprescindible estar atento a determinados síntomas y a la evolución del niño en las 24 horas siguientes, ya que un golpe en la cabeza no está exento de riesgos o incluso de graves complicaciones, como hemorragias cerebrales. Lo principal ante un traumatismo craneal es reaccionar con rapidez y eficacia, evitando ese estado de bloqueo en que entran algunos padres cuando sienten que su hijo corre peligro. La importancia del accidente dependerá de la fuerza del impacto y su repercusión en el cerebro. A grandes trazos, los golpes en la cabeza se pueden dividir en dos tipos:
- Los leves y sin pérdida de conciencia. En la mayoría de los casos, por espectacular que haya podido parecer el golpe, el niño se recupera sin problemas, como si nada hubiera ocurrido. En estos casos, no es necesario acudir al médico y basta con que una persona responsable observe la evolución del pequeño durante 24 horas para comprobar que su comportamiento es normal. Si hay síntomas pasados algunos minutos, como cansancio, palidez o llanto inconsolable, hay que estar alerta. Si, además, el niño tiene náuseas, vómitos o mareos, es imprescindible acudir al médico.
- Los que implican un pérdida de conciencia breve. En estos casos, sí es necesario un reconocimiento médico. El especialista decidirá si es conveniente una radiografía de cráneo para detectar posibles fracturas o un TAC para descartar lesiones cerebrales.
¿Qué hacer en las horas posteriores?
No es infrecuente que los niños que se han dado un buen golpe en la cabeza experimenten síntomas como falta de ánimo, cansancio, inseguridad al andar, irritabilidad, pérdida de apetito, alteración en el ritmo de sueño, disminución del rendimiento escolar, cambios en su forma de jugar o falta de interés en los juguetes. Es el llamado síndrome post-concusión, que puede durar apenas unas horas o prolongarse hasta unas tres semanas después de un golpe de cierta intensidad. En estos casos, es necesario comprobar que no existan síntomas de una posible lesión cerebral y se hace imprescindible una revisión y seguimiento por parte del pediatra o el neurólogo infantil.
En la mayoría de casos, el diagnóstico en el hospital es que se trata de un traumatismo craneal de carácter leve. Aun así, es necesario realizar una vigilancia domiciliaria estrecha (incluso despertándole por la noche si lo indica el médico) durante las siguientes 24 horas. Es normal que el niño continúe un poco asustado, que no recuerde el momento del golpe, que tenga algún vómito esporádico o se queje de cefalea difusa en las horas siguientes, pero hay que acudir a urgencias si se detecta alguno de estos síntomas:
- Dolor de cabeza o irritabilidad intensas y persistentes
- Vómitos que persisten pasadas unas ocho horas
- Alteración del equilibrio, de la forma de andar, de la visión, de la forma de hablar, etc
- Movimientos extraños, incapacidad para moverse o pérdida de fuerza de manos o piernas
- Sale sangre o un líquido claro por los orificios nasales o por los oídos
- Si está desorientado, confuso, no conoce a los familiares próximos o no sabe dónde está