sábado, 15 de octubre de 2011

Qué hacer ante un golpe en la cabeza del niño

Sigo con el tema de ayer pero adaptado a otra edad.

Los niños pequeños no conocen el miedo. Su osadía y atrevimiento provoca caídas con frecuencia. En su afán explorador, se darán una cantidad enorme de golpes en cabeza mientras aprenden a girarse, arrastrarse, subirse, bajarse, andar o correr. Los traumatismos son más frecuentes en los niños que en los adultos debido a su peor equilibrio. Pese a la alarma que suelen provocar los golpes en la cabeza, en la inmensa mayoría de los casos, los chichones, rasguños y heridas se curan sin problemas. Debido a que la piel está bien irrigada una herida superficial puede sangrar de forma alarmante pero les fácil detener la hemorragia simplemente comprimiendo con una gasa.

El perfil más habitual del paciente que acude al servicio de urgencias pediátricas con un traumatismo craneal es un niño de entre uno y tres años que ha sufrido una caída de escasa altura o un golpe banal y que, aparte de la contusión de la piel y tejidos blandos, no presenta síntomas ni signos que hagan pensar en una lesión intracraneal.

El susto suele ser normalmente peor que el golpe en sí, pero es imprescindible estar atento a determinados síntomas y a la evolución del niño en las 24 horas siguientes, ya que un golpe en la cabeza no está exento de riesgos o incluso de graves complicaciones, como hemorragias cerebrales. Lo principal ante un traumatismo craneal es reaccionar con rapidez y eficacia, evitando ese estado de bloqueo en que entran algunos padres cuando sienten que su hijo corre peligro. La importancia del accidente dependerá de la fuerza del impacto y su repercusión en el cerebro. A grandes trazos, los golpes en la cabeza se pueden dividir en dos tipos:
  • Los leves y sin pérdida de conciencia. En la mayoría de los casos, por espectacular que haya podido parecer el golpe, el niño se recupera sin problemas, como si nada hubiera ocurrido. En estos casos, no es necesario acudir al médico y basta con que una persona responsable observe la evolución del pequeño durante 24 horas para comprobar que su comportamiento es normal. Si hay síntomas pasados algunos minutos, como cansancio, palidez o llanto inconsolable, hay que estar alerta. Si, además, el niño tiene náuseas, vómitos o mareos, es imprescindible acudir al médico.
  • Los que implican un pérdida de conciencia breve. En estos casos, sí es necesario un reconocimiento médico. El especialista decidirá si es conveniente una radiografía de cráneo para detectar posibles fracturas o un TAC para descartar lesiones cerebrales.
¿Qué hacer en las horas posteriores?
No es infrecuente que los niños que se han dado un buen golpe en la cabeza experimenten síntomas como falta de ánimo, cansancio, inseguridad al andar, irritabilidad, pérdida de apetito, alteración en el ritmo de sueño, disminución del rendimiento escolar, cambios en su forma de jugar o falta de interés en los juguetes. Es el llamado síndrome post-concusión, que puede durar apenas unas horas o prolongarse hasta unas tres semanas después de un golpe de cierta intensidad. En estos casos, es necesario comprobar que no existan síntomas de una posible lesión cerebral y se hace imprescindible una revisión y seguimiento por parte del pediatra o el neurólogo infantil.

En la mayoría de casos, el diagnóstico en el hospital es que se trata de un traumatismo craneal de carácter leve. Aun así, es necesario realizar una vigilancia domiciliaria estrecha (incluso despertándole por la noche si lo indica el médico) durante las siguientes 24 horas. Es normal que el niño continúe un poco asustado, que no recuerde el momento del golpe, que tenga algún vómito esporádico o se queje de cefalea difusa en las horas siguientes, pero hay que acudir a urgencias si se detecta alguno de estos síntomas:
  • Dolor de cabeza o irritabilidad intensas y persistentes
  • Vómitos que persisten pasadas unas ocho horas
  • Alteración del equilibrio, de la forma de andar, de la visión, de la forma de hablar, etc
  • Movimientos extraños, incapacidad para moverse o pérdida de fuerza de manos o piernas
  • Sale sangre o un líquido claro por los orificios nasales o por los oídos
  • Si está desorientado, confuso, no conoce a los familiares próximos o no sabe dónde está

viernes, 14 de octubre de 2011

Curiosidad. El traumatismo craneal más famoso de la historia

En el siglo XIX se tenían pocos conocimientos sobre el cerebro y menos aún sobre cómo tratar las lesiones cerebrales. Las más graves conducían a la muerte por hemorragias e infecciones.

El paciente con traumatismo cerebral más famoso en la historia de la medicina quizás sea Phineas Gage. En 1848 Gage, de 25 años, trabajaba de capataz de la construcción para los Ferrocarriles Rutland y Burlington en Vermont. Se encontraba trabajando con pólvora explosiva y un compresor de arena, cuando una chispa desató una explosión que hizo que una puntiaguda, larga y gruesa varilla de hierro  se disparara y penetrara en la cabeza de Gage. La varilla de hierro penetró por la parte superior de su cráneo, traspasando su cerebro y saliendo por su sien. Increíblemente, Gage sobrevivió con la ayuda del médico John Harlow quien le dio tratamiento médico durante 73 días. Antes del accidente, Gage era un hombre de pocas palabras y buenos modales; posteriormente fue un hombre grosero, obstinado y egocéntrico. Siguió padeciendo de problemas de personalidad y conducta hasta su muerte en 1861. En la imagen pueden ver una reconstrucción en 3D de su accidente. Impresionante.

Por suerte, nuestros conocimientos médicos han mejorado pero cualquier traumatismo en una caja cerrada con una "central eléctrica" es temible. Ese es el motivo por el que los padres se preocupan por golpes de poca importancia.

El bloqueo "eléctrico" de BlackBerry muestra que estamos a merced, no de desastres naturales, sino de los fallos humanos y, a más electricidad necesaria, más personas afectadas.

jueves, 13 de octubre de 2011

miércoles, 12 de octubre de 2011

¿Se crece después de tener la regla?

Qué pregunta más tonta, pensarán alguno de ustedes convencidos de que la chica ya no crecerá más, pero la respuesta categórica es , unos 5-7 cm como media.

Indudablemente la regla es un acontecimiento tardío en la pubertad y la adolescente está en la recta final de su crecimiento. Durante los dos años previos ha crecido mucho pero tener la regla significa que los ovarios están produciendo en cantidades elevadas unas hormonas, los estrógenos, que cierran el cartílago de crecimiento. Después de la regla se crecerán unos tres años más pero la velocidad de crecimiento es pequeña y decreciente. Se estima que como media las chicas crecen de 5 a 8 cm. Se sabe que el crecimiento de las niñas que tuvieron pronto la regla es mayor que el crecimiento de las niñas que tuvieron su primera regla tarde.

(Proporcionado por el Prof. Rodríguez Hierro)

martes, 11 de octubre de 2011

El niño impopular en la escuela

"Nadie me quiere", es lo que piensa un niño impopular. Por el contrario, los niños populares al tener habilidades sociales superiores, los demás disfrutan de su compañía. El niño impopular es aquél a quien escogen el último para integrar un equipo, no le invitan a fiestas de cumpleaños y nadie quiere jugar con él. A raíz de los programas televisivos y de la prensa del corazón mucha gente confunde la popularidad con el “famoseo barriobajero” –aceptación y aplauso de la gente chabacana.

El rechazo por sus compañeros les lleva a la soledad, a la duda y a la vergüenza diaria a través de la exclusión por sus compañeros de clase.

Hay muchas causas de este grave problema: educación familiar, dificultades en el aprendizaje, en la socialización, en la expresión verbal o en la colaboración con otros, la falta de atractivo físico o alguna minusvalía, torpeza, timidez (citada previamente en otra entrada), rareza o excentricidad entre otros, contribuyen a ser impopular entre los compañeros. Los niños impopulares, por su baja autoestima, tienden a la agresividad y a la delincuencia.

Los profesores tienen un papel importantísimo para detectar y ayudar a un niño/a impopular en la escuela y saber las causas de la misma.

lunes, 10 de octubre de 2011

Formar una nueva familia después de un divorcio, separación o muerte

El hecho de que el padre/madre de una familia monoparental vuelva a casarse puede ser una verdadera bendición, tanto para él como para su hijo -al permitir restablecer la estructura, estabilidad y seguridad que perdieron con el divorcio, la separación o la muerte del otro cónyuge. Volver a formar una familia completa suele ser beneficioso desde un punto de vista económico. Además, el padre que pase a formar parte de la familia se convertirá en un buen modelo de rol para los hijos del mismo sexo.

De todos modos, volver a formar una familia implica tener que hacer muchos reajustes y puede ser muy estresante para todo el mundo. Si al niño se le presenta al "nuevo padre" como un substituto del padre ausente, la lealtad hacia el padre biológico puede llevarle a cerrarse en banda y a rechazar por completo al recién llegado. Asimismo, entre el padre que contrae matrimonio con una persona que ya tiene hijos de un matrimonio anterior y estos últimos suelen surgir celos, y es fácil que se establezca una relación de competencia por el amor de la persona responsable de que tengan que vivir en la misma casa. Por ejemplo, si un niño siente que su padrastro se está entrometiendo entre su madre y él, probablemente lo rechazará, y es posible que empiece a portarse mal para atraer la atención de su madre. La situación todavía se complica más cuando los dos padres que contraen matrimonio tienen hijos de matrimonios anteriores y se espera que éstos no sólo acepten a sus padrastros sino que se lleven bien con sus hermanastros. Con el tiempo, la mayoría de estas familias consiguen solucionar sus conflictos, pero, para ello, es preciso que los adultos pongan toda la carne al asador, tengan mucha paciencia y sean capaces de solicitar ayuda profesional en el caso de que surjan problemas graves.

Por muy difícil que pueda parecer la transición al principio, intenten tener presente que las relaciones entre padrastros e hijastros generalmente se van desarrollando de forma gradual, durante un período de tiempo que puede durar uno o varios años, en lugar de unas cuantas semanas o meses.

El apoyo del padre biológico que no vive con el hijo es un factor fundamental en el desarrollo de unas relaciones saludables dentro de la segunda familia. Si el tipo de relación que mantiene aquél con el niño fomenta el rechazo al padrastro, es posible que el niño se resienta y se sienta culpable cuando conecte emocionalmente con este último. El hecho de que los tres (o cuatro) adultos implicados se comuniquen abiertamente puede contribuir a minimizar estos sentimientos de culpabilidad en el niño, así como la confusión que pueda experimentar por tener que adaptarse a los valores y expectativas de varios adultos. Por este motivo, cuando un niño tiene que pasar tiempo en dos casas distintas, organizar reuniones de vez en cuando a las que, si es posible, asistan todos los adultos implicados puede ser de gran ayuda. El hecho de poner en común puntos de vista sobre normas, valores y horarios le trasmitirá al niño el mensaje de que las personas implicadas en su educación son capaces de conversar tranquilamente y respetarse mutuamente, y consideran su salud y su educación como una prioridad.

En una atmósfera de respeto mutuo entre padres biológicos y padrastros, el niño podrá beneficiarse de las ventajas antes mencionadas del hecho de volver a formar parte de una familia. De nuevo, podrá vivir en un hogar completo: con un padre y una madre. El padre que se ha vuelto a casar probablemente estará más contento y podrá colmar mejor las necesidades afectivas de su hijo. Conforme el niño vaya creciendo, la relación que mantenga con su padrastro le proporcionará apoyo, habilidades y nuevos puntos de vista. Estos beneficios, añadidos a las ventajas económicas asociadas al hecho de volver a formar parte de una familia completa puede ampliar notablemente las oportunidades del niño.

domingo, 9 de octubre de 2011

Ellos también fueron adolescentes

Este vídeo me lo ha enviado una gran pediatra, Rosa Pino. No lo había visto. Es de Apple pero hace referencia  a los que "pensando diferente" han cambiado el mundo. Después de él verán mi comentario sobre el nuevo Nobel de Química. No sólo sufren acoso los niños y jóvenes sino también los sabios. El acoso está a la orden del día en los grupos de poder, de ciencia o de influencia entre los adultos.

Daniel Schechtmanm, ganador del Premio Nobel de Química 2011 por su descubrimiento de los cuasicristales, sufrió acoso y burlas por parte de sus colegas científicos. Su descubrimiento en 1982,  fue tan aparentemente "raro", que incluso le pidieron que abandonara el grupo de trabajo. De hecho fue despedido por su jefe cuando intentó defender sus ideas. El calvario duró unos dos años y era uno de los profesores de los que se burlaban a escondidas en los congresos. A fines de 1984 le publicaron dos artículos y logró que  los cuasicristales fueran aceptados en el mundo científico.

Los cuasicristales, con sus propiedades especiales, están aún siendo analizados para determinar su potencial tecnológico. En contra de lo esperado, su conductividad aumenta con la temperatura,  pueden servir para el almacenamiento de hidrógeno y, posiblemente, para la transformación del calor en energía eléctrica, para crear revestimientos de sartenes, diodos que consumen menos energía,  aislantes térmicos y ya se emplean para hojas de afeitar e instrumental para operaciones oftalmológicas.

La capacidad de resiliencia del ser humano no tiene límites