Ayer fue un día duro, muy duro. A las 3
am colgaba el post de la tartamudez porque no podía dormir debido a una comilona en La Alpargatería, "ristorante italiano" - desembocé progresivamente- y a un perro "
cabronazo" que
estuvo ladrando toda la noche asustado por unos petardos que estuvieron tirando otros "
cabr.." en una fiesta nocturna que acabó a altas horas de la madrugada. En coma
vigil, a las 6
am "zarpaba" hacia Madrid en coche blindado conducido por mi chófer. Me dejó en la estación de metro de
Suanzes -en el quinto
carajo- y de allí fui hasta
Moncloa ¿de qué me sonaba ese nombre? Allí me encontré como un pulpo en un garaje, ni idea de donde estaba y decidí "agarrar" un taxi para que me llevaran al Hospital Pardo
Aravaca. La taxista, muy mona y agradable me espetó "no tengo ni idea de donde está, si quiere puede bajar y coger otro taxi" "¿no tiene teléfono ni
GPS?,
inquirí, "no, yo soy nueva es esta profesión". Estaba tan reventado que le pregunté si sabía ir a
Aravaca y como sí sabía donde estaba la salida en la autovía le dije que pusiera rumbo a
Aravaca y allí preguntaríamos. Sólo llegar ya vimos el letrero indicador del hospital y llegamos en un santiamén. Al despedirme le dije: "hemos tenido suerte" y
respondióme "fenomenal". Al entrar en el Hospital, a las 8:30
am,
caíme de culo, anonadado. Precioso, nuevo y reluciente. Una vez en recepción pedí por Chus, la pediatra con la que tenía que trabajar en la orientación de la revista que dirijo desde hace poco. Le pedí a la
recepcionista si me podía sentar en un silla y
respondióme: "fenomenal".
Chus, es una pediatra brillante y especialista en
gastroenterología y más trabajadora que carracuca. Está haciendo más guardias que un soldado pero también le parece "fenomenal" . estuvimos trabajando sin parar y salí del
hospi a las 1:30
pm más que reventado y con un sol de justicia. En la recepción me indicaron que el autobús para
Moncloa estaba a dos pasos y pensé "fenomenal" (¿no es donde está
ZP? sí, ahora lo recordaba pero el
pobrecillo está ausente trabajando en
Lanzarote, en La Mareta, la lujosa casa reformada por el fallecido arquitecto
canario César
Manrique). Al coger el autobús el conductor me dijo que la parada del bus que yo debía tomar para ir a
Moncloa estaba a medio kilómetro. Casi me pose a llorar. El conductor conmovido me dijo: "no le cobro,
siéntese y le avisaré cuando estemos cerca". No le dí un beso en los morros porque soy muy
recatado. Sentado en el autobús correcto y después de dar más vueltas que el 69 llegamos a la estación del metro
Moncloa. Cogí el billete rumbo a
Suanzes y logré
sentarme pero al cabo de una parada entró una embarazada; nadie se movió y todos poniendo cara de
despiste.
Levantème destrozado y le dije
educadamente que se sentara. "Fenomenal, gracias". Derrengado mi chófer me recogió con una pala excavadora. "¿Como ha ido?" osó preguntarme y yo tras respirar hondo le respondí "fenomenal".
Los madrileños son muy simpáticos, abiertos y con una ciudad preciosa. Uno de ellos está casado con mi hija y es simplemente "fenomenal".