
A los papás y abuelos les gusta que el bebé esté
redondito y se le noten los pliegues regordetes. Eso parece satisfacer a toda la familia, pues lo pueden mostrar orgullosos a sus familiares, conocidos y desconocidos en tiendas o supermercados.
Si nos fijamos bien en el aspecto del recién nacido parece un monstruito. ¡Está usted loco, doctor! -pensarán. No, no estoy loco y además estoy bien sereno. ¿Por qué digo esto? Simplemente, porque es la pura verdad. Aparte de ser cabezón (la cabeza es más grande que el tórax) y barrigudo (técnicamente denominado vientre en batracio), el neonato carece de cuello y tiene las piernas torcidas como los forajidos del Oeste. De tanto mirarlos acaban encandilándonos, pero lo cierto es que son un poquitín raros.
Bien, con el paso del tiempo este ser
orondo y regordete se va estilizando. La cabeza parece
disminuir, el cuello se alarga y las piernas de jinete adquieren un aspecto de X. A partir de los 5 y 6 años, el aspecto físico del pequeño se asemeja más al del adulto, aunque en miniatura. Pero ahora
surge el GRAN PROBLEMA: el "bebé bola" ha pasado a convertirse en un sujeto que, a pesar de tener el peso adecuado, parece totalmente escuchimizado. Las abuelas alarmadas claman: "mira que delgado está; se le notan todas las costillas; parece de
Biafra" y "esas piernas,... ¡palillos es lo que tiene!" Los papás modernos resisten los embates de la presión familiar, porque saben que la obesidad no es buena y ven a su hijo sano, ágil y veloz. Pero muchas veces tanto "bombardeo" hace mella en ellos. En la consulta, expresan su preocupación por la delgadez de su hijo. Yo les enseño las gráficas de peso/talla para demostrarles que el niño está perfectamente proporcionado. Sin embargo, cuando viene algún acompañante "moscón", éste apostilla: "usted dirá lo que quiera, pero este niño está delgado". Me armo de valor y le digo a modo de reflexión: "estoy convencido de que a un adulto perfecto de peso y talla usted más bien lo describiría como persona delgada" Y creo que acierto cuando les digo esto. En cambio yo soy -tal y como me he descrito en una entrada anterior-
culibajo y
paticorto, y estas características físicas no se contemplan en los cánones de belleza masculina.
No olviden esta frase: "Si a un niño no se le notan las costillas, significa que tiene sobrepeso". Es más, repítansela a todos sus parientes y amigos hasta la saciedad.