El entorno y los compañeros de clase ejercen una poderosa influencia para las preferencias y rechazo de las cosas. Observando a los demás e imitando, el niño adquiere muchas habilidades. A los adultos nos ocurre los mismo. Un ejemplo: nuestros modales a la hora de comer son muy diferentes si comemos en casa que en una mesa con invitados de una boda; la mayoría de comensales intentará por todos los medios seguir las normas de urbanidad que han aprendido, difícilmente rechazarán la comida y procurarán ser lo más educados posibles. "Allá donde fueres haz lo que vieres". A propósito, les recuerdo que en un post anterior ya les sugerí que si me invitan a una boda empleo el "método Hannover", glorioso donde los haya.
El comportamiento del grupo es fundamental para modificar el del individuo. También esto ocurre en los niños y por eso puede ser tan peligroso durante la adolescencia. Esta influencia de lo que hacen los demás estando juntos induce al niño a probar nuevos alimentos y observar una conducta adecuada durante la comida.
En general muchos niños comen mucho mejor en el colegio que en casa.
Algunos padres, si el niño es poco comedor, prefieren que coma en casa y no en la escuela por un razonamiento que a ellos les parece muy evidente: "Si en casa come tan poco y siempre tengo que estar pendiente de él menos comerá en la escuela que lo controlarán menos". Cuando existen problemas con el hijo durante las comidas deben plantearse seriamente a cualquier edad dejarlo a comer, si la economía familiar lo permite, en la guardería o escuela. Esta experiencia de comer fuera de casa. Estar sometido a la "disciplina de grupo" es muy enriquecedora.