Confieso que no estaba muy preocupado por el "cambio climático" y los desastres previstos desatados
por él. Cuando lleguen yo ya estaré o en una urna incinerado o bajo tierra envuelto en una caja de madera. Tampoco veré los conflictos que se crearán por motivos religiosos - raciales - inmigración. Eso lo sufrirán sus hijos y nietos. ¡Es usted un cenizo!. Es probable, no lo podré comprobar.
Relacionado con esto, sí que me empieza a preocupar la escasez de todo que tendrán nuestros descendientes. Como nosotros lo vemos más lejano, a veces pensamos: "Alguien lo arreglará". Sin embargo, es tan sencillo como la economía casera. Gastamos de nuestro planeta Tierra (nuestra casa) más de lo que tenemos. Tenemos "una casa" en que se gasta más de lo debido, está asquerosa, cada vez más sucia, no hay servicios de limpieza. En un símil parece la habitación de un adolescente: desordenada, todo revuelto, prendas por el suelo...
Sabemos que "fuerzas ocultas" (no el Eje del Mal del impresentable
Bush) dirigen nuestros destinos. Nuestros políticos son
marionetas a las órdenes de estas fuerzas. ¡Dios mío, doctor, qué le pasa! ¿Una mala noche, quizás bebió ayer en demasía (no bebo), está
depre, necesita ayuda?. Nunca lo habíamos visto tan apocalíptico.
Todo este rollito viene a cuento del "terrible apagón" que ha sufrido la ciudad de Barcelona. Los directivos de empresas eléctricas se acusan unos a otros, los políticos se tiran los trastos a la cabeza, y los ciudadanos están indignados por haber perdido su ritmo de vida.
Yo creo que este apagón ha sido muy útil. Hemos de aprovechar el sentido del refrán: "No hay mal que por bien no venga". Nos ha hecho ver nuestra debilidad en la opulencia. Ojalá, de vez en cuando, ocurran estas cosas. Sirven para renovar estructuras, personas inútiles o promoción de ideas nuevas. Sin ir más lejos, hagamos una reflexión sobre el gasto de agua en nuestros domicilios: por un pipí echamos 4 litros de agua y la ducha (lo más recomendado) está poco promocionada. En cambio, las casas y apartamentos nuevas y los comercios de cuartos de baño modernos incorporan el "jacuzzi" como un señuelo más de "calidad".
Un ejecutivo de importante empresa me dejó estupefacto en la consulta de cómo educaba a sus hijos en la austeridad sin faltarles absolutamente de nada. Por su buena posición económica sus hijos podían haber crecido rodeados de un sinfín de cosas inútiles y ser unos tontainas de mucho cuidado. Pero no. Son felices, bien avenidos y buenos estudiantes. Me dio una lección que nunca olvidaré para que sus hijos aprendan a no derrochar el agua. Desde pequeños se duchan, cierran el grifo, se enjabonan bien y, luego, volver a abrir el agua para eliminar el jabón. Lo mismo al lavarse los dientes, cierran el grifo mientras lo hacen y emplean el agua sólo para enjuagarse.
Desde entonces yo hago lo mismo con el lavado de dientes. Hace años introduje una variante para la ducha que me valió un premio por acciones originales que hacemos sin perseguir nada por ello. Era en un curso Dale Carnegie (altamente recomendable) y mi originalidad es afeitarme mientras me ducho sin jabón, sin gel y sin espuma. A pelo. Nadie se lo creía, pero es cierto. Debe hacer mas de 20 años que solo compro maquinillas de afeitar. Y ahora, que dispongo de una estratosférica Guillette Fussion, es la repera.