He viajado a la capital en AVE, maravilloso invento de los tiempos modernos, y cada vez lo encuentro más bonito. Tengo parte de mi familia aquí y el viaje en tren se ha convertido en un placer cuando hacerlo en avión para mí era un infierno.
Tengo la triste sensación de que Barcelona ha perdido mucho fuelle desde los Juegos Olímpicos. Siempre tendrá algo en que supera a Madrid y es la presencia del mar. No sé si los que viven en la Ciudad Condal tienen la misma sensación que yo; cada vez está más sucia, más deteriorada, más insegura, más peligrosa y con menos alegría. Los últimos alcaldes no han sido brillantes pero tampoco se vislumbra en el horizonte ningún candidato con juventud y empuje como ha sido, en otra dimensión, Obama en EEUU.
Una vez perdido el "glamour" y el atractivo cuesta mucho recuperarlo. Los catalanes nos hemos mirado demasiado el ombligo y, ahora, al mirar alrededor nos damos cuenta de que si no lo remediamos nos podremos en el furgón de cola,