No he tenido tiempo de hojear el nuevo libro del popular divulgador Carlos González titulado "En defensa de las vacunas". Es triste que en los tiempos actuales haya personas que no quieran vacunar a sus hijos; respeto profundamente a los que las temen porque como cualquier producto médico no está exento de riesgos pero de eso a no querer vacunar hay un buen trecho. Si entran en esta web verán el calendario de vacunaciones recomendadas por la Academia Americana de Pediatría para el 2011; leerlo les puede parecer un tanto complejo por las siglas en inglés. Están divididas en dos partes: las recomendaciones entre los 0 y 6 años (siempre las más controvertidas por la cantidad de vacunas que ecibe el niñ en poco tiempo) y entre los 7 y los 18 años (de este grupo se habla menos porque los niños son más mayores, hay menos dosis y se ponen en las escuelas).
El calendario incluye vacunas como el rotavirus (2, 4, 6 meses) vacuna que estuvo retenida en nuestro país por motivos de seguridad y la gripe a partir de los 6 meses a todos los niños con una dosis de recuerdo anual. Los calendarios vacunales son orientativos y, a pesar de las medidas de seguridad que se toman, de vez en cuanto se describen efectos secundarios. Éstos, generalmente suelen ser leves, como el avisado por la CDC y FDA del día 20 de enero 2011 sobre el aumento de convulsiones febriles tras la administración de la vacuna de la gripe -triple inactivada- llamada Fluzone (de Sanofi Pasteur Inc.) que, además, es la única autorizada en para niños (entre 6-23 meses) en esta campaña de vacunación de la que estamos hablando.
Con ello no me quiero mostrar contrario a las vacunaciones, al contrario. Soy un firme partidario de ellas pero con los años he aprendido que en medicina la prudencia es una cualidad valiosa. En pediatría sigo una norma de sentido común especialmente cuando se trata de dar/introducir medicamentos o sustancias biológicas en un niño pequeño: no me gusta ser el primero pero tampoco el último.
P.S: La justificación de la vacuna de la gripe en niños viene dada porque 9 de cada 10.000 niños menores de 2 años requieren ser hospitalizados si la padecen.
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