En medicina y también en pediatría, son frecuentes las llamadas segundas opiniones. En mi caso, los padres desean contrastar la opinión de otro pediatra o especialista respecto a un problema que tenga su hij@. Algunos médicos se ofenden si sus pacientes piden segundas opiniones, yo no. Creo que los padres tienen derecho a saber la opinión de otro especialista y a mí no me incomoda si van a una segunda opinión respecto a lo que lo que yo les haya aconsejado.
A través de este blog me he dado cuenta de que bastantes padres desearían verme pero por la distancia no pueden hacerlo. Para solucionarlo en algunas poblaciones algunos de ellos se han organizado de tal manera que me invitan a a población donde residen y, en sábado, resolvemos personal y privadamente las cuestiones a aclarar y les doy mi consejo. Es un buen sistema aunque un tanto cansado para mí. Dentro de poco espero disponer de un programa especializado para atenderles por Internet.
Hoy les escribo desde una ciudad localizada en otra comunidad autónoma. Todo ha ido sobre ruedas pero al llegar al aeropuerto para volver a casa no podía hacerlo. El padre que se encargó de buscarme los billetes de avión se equivocó y, el viaje de vuelta lo tenía para mañana por la tarde a las 17:30 h. Después de recuperarme del soponcio intenté volver por otras compañías: imposible y, además, al ser un aeropuerto pequeño por la noche lo cierran, apagan la luz y echan el pestillo. Ya me veía como Tom Hanks en la película "La terminal"; así que, antes de dormir bajo una butaca, tomé un taxi y busqué un hotel -escribo desde ahí- después de comprar otro billete por teléfono en otra compañía aérea.
Si quieren una segunda opinión del Dr. Santi, antes de ir me aseguraré de que los billetes estén en regla. No me volverá a ocurrir aunque los lugareños me han acogido con una amabilidad increíble.
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