Durante siglos, las epidemias de viruela (una infección provocada por el virus de la viruela) afectaron a gente de todo el mundo y esta enfermedad solía ser grave. Pero en el año 1796, el doctor británico Edward Jenner descubrió una forma de proteger a la gente contra esta enfermedad, lo que le llevó a desarrollar la primera vacuna contra la viruela. Ésta funcionó tan bien que en EE.UU. se dejó de vacunar a la población general contra la viruela en el año 1972, puesto que esta enfermedad había dejado de ser una amenaza (el último caso de viruela detectado en EE.UU. data de 1949).
El último caso mundial conocido de viruela se detectó en África en el año 1977. Por lo tanto, en 1980, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que la viruela había desaparecido por completo de todo el mundo, la primera (y la única) vez en toda la historia en que una enfermedad infecciosa se declara eliminada de todo el planeta.
A pesar de que se ha hablado mucho sobre la posibilidad de que los terroristas utilicen el virus de la viruela como arma biológica, lo cierto es que esta posibilidad es improbable que ocurra por diversos motivos que no voy a explicar porque sería largo.
Si tiene hijos, mire su carné de vacunaciones y verá que también lo han vacunado contra la bacteria Hib (haemophilus influenzae tipo b). Desde que se administra a los lactantes han desaparecido los casos de meningitis, epiglotitis y otras infecciones.
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