Más de la mitad de los fármacos que se administran actualmente a los niños en la Unión Europea no han sido evaluados ni autorizados pensando en ellos. Eso significa que son muchísimos los menores a los que se administran fármacos cuya seguridad y eficacia en organismos en desarrollo no siempre está suficientemente probada.
Por desgracia, hasta ahora pediatras y farmacéuticos se han visto obligados a recetar ciertos medicamentos porque no había otro remedio.
Pero no todo son malas noticias. Al menos se está empezando a desarrollar una legislación que puede contribuir a resolver este espinoso asunto. En concreto la UE ha aprobado un reglamento que obliga a las compañías farmacéuticas a desarrollar versiones de sus medicinas para niños.
Los padres también deben tener en cuenta ciertas cuestiones respecto a la administración de fármacos. Para empezar, es necesario que sepan que hay unos medicamentos denominados UTB, es decir, de baja utilidad terapéutica, que no han probado su utilidad y ofrecen una insuficiente relación coste-beneficio.
Algunos de ellos se venden bajo el epígrafe OTC (over the counter), lo que significa que no hace falta receta médica para comprarlos. Sin embargo, casi ninguno está exento de efectos secundarios. De hecho, un estudio del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos resalta que en ese país se realizan cada año unas 700.000 visitas de urgencia de menores por efectos adversos o intoxicaciones de fármacos. Sin duda, demasiadas.
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