miércoles, 17 de octubre de 2007

Y yo con estos pelos…

Ayer por la tarde vino a la consulta una de esas mamás encantadoras y divertidas. Hace años que nos conocemos. Una delicia. Un día acudió a la consulta con la niña con los pelos tal como se ven en la foto. Me quedé pasmado. ¿Había metido los dedos en un enchufe eléctrico? ¿Se había puesto debajo de un secador aspirador? ¿Quizás se había puesto toneladas de gomina? ¿Se había echado Viagra en el pelo?

Misterio. Nada de lo que he expuesto había ocurrido. ¿Cómo podía ser que se le hubieran puesto los pelos como un erizo?. Si se la intentaba peinar el pelo inmediatamente volvía a la “erección” anterior. Todos los intentos eran vanos; su pelo seguía enhiesto como un cepillo de calidad. La verdad es que casi te impulsaba a quitarte un zapato y limpiarlo con estas cerdas tan originales.

Confieso que aunque mi amigo el alergólogo, ahora en el lecho del dolor por tener un pedrusco donde no tocaba, me llama en coña marinera “Kalikatres sapientísimo” yo no tenía ni idea de lo que le ocurría al pelo de la niña. Recurrí a un sabio dermatólogo y me hizo el diagnóstico “Síndrome del pelo impeinable”. Pensaba que se había echado un farol pero no; existe. Es transitorio, no tiene importancia y se cura solo. Y es cierto, ahora como “disen” en los doblajes sudamericanos su “cabellera luse esplendorosa”. Además, es una brillante escritora.

Yo tengo otra variedad del "Síndrome del pelo impeinable" que es la más frecuente entre los hombres. La calvicie hace sus estragos. Llego tarde para un tratamiento de recuperación Svensson. Ventajas: a menos pelo, más cómodo.

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