domingo, 18 de septiembre de 2011

Trastorno de estrés postraumático en el niño y el adolescente

Un 5% de niños de pierde a uno de sus padres durante su niñez o adolescencia, y muchas veces puede ser difícil para los pediatras detectar cuando el duelo normal, por la desaparición, se convierte en algo patológico, como depresión o una adaptación inadecuada al entorno. El trastorno de estrés postraumático (TEPT) es una enfermedad real, conocida tras las guerras, pero que se hizo muy “famoso” después del 11 S. Aparece después de haber vivido situaciones  traumáticas como conflictos bélicos, huracanes, violaciones, abusos físicos, secuestros, accidentes graves, atracos, etc. La persona afectada se siente  estresada y asustada hasta bastante tiempo después de que ha pasado el peligro afectando su vida y a la gente que le rodea.

En el niño se pueden dar circunstancias algo diferentes. La exposición a una amenaza a la integridad propia o ajena la puede vivir con un intenso temor, horror y desvalimiento desproporcionado debido a que es más vulnerable o no ha desarrollado buenos mecanismos de autocontrol psíquico. Por lo tanto la percepción de amenaza o trauma es casi tan esencial o más importante que verdadero impacto del desencadenante al ser el niño menos objetivo en sus apreciaciones.

Los síntomas varían en intensidad pero causan:
  • Sentimientos de que el evento está sucediendo nuevamente acompañados de síntomas físicos como taquicardias, náuseas, vómitos y sensación de mareo
  • Dificultades para dormir o pesadillas
  • Sentimientos de soledad disminuyendo su interés por las actividades en general, presentar regresiones en sus capacidades ya adquiridas, como el habla, orinarse en la cama o presentar trastornos de conducta como interrumpir las clases para disminuir su ansiedad
  • Estados de “hiperactivación” con trastornos del sueño, irritabilidad, alerta constante, dificultades de concentración, respuestas exageradas de sobresalto y a veces, rabietas,  agresividad o explosiones de ira 
  • Sentimientos de preocupación, culpa o tristeza
En los niños menores de tres años, los síntomas más frecuentes son: mutismo, regresión (chuparse el dedo, orinarse encima), temores, pesadillas o terrores nocturnos, y la repetición a través del juego.  Los niños de edad escolar suelen presentar cambios en su afectividad y comportamiento, disminución de rendimiento escolar y abandono de las tareas domésticas en las que solían colaborar.  Los adolescentes y niños mayores suelen sentirse inseguros respecto al futuro, sus expectativas son negativas e incluso pueden llegar a cambiar su actitud frente al matrimonio, la posibilidad de tener hijos y la actividad profesional.

TEPT comienza en momentos diferentes dependiendo de la persona; pueden empezar inmediatamente después del evento traumático o aparecer más tarde con síntomas graves.

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