domingo, 5 de junio de 2011

No todo es tecnología y el hombre pierde recursos (II)

Sigo con el relato de ayer. Hace poco di una charla, comentada en este blog, en un colegio de una población cercana en el que me aseguraron que tenían todos los medios audiovisuales al uso. Con la prudencia de mis fracasos anteriores, me llevé mi ordenador y mi proyector. Al llegar al colegio la sorpresa fue mayúscula; a la sala de actos se accedía por claustro precioso porque era una antigua iglesia remozada.Un espacio inmenso con una pantalla situada en lo alto -correspondiente al retablo- con el proyector de techo a mucha distancia conectado a un ordenador que no funcionaba. Mi primer error fue el no haber preguntado exactamente de qué medios disponían. Rápidamente monté mi "parada" pero, desastre total, mi proyector no alcanzaba a la pantalla fija de auditorio. Como era un colegio pedí al encargado de abrirnos la sala que rápidamente fuera a buscar alguna pantalla enrollable en alguna clase. Era la hora de empezar y no llegaba. No esperé más; empecé la charla sobre una superficie de madera muy clara que permitía ver muy bien mi exposición. Mi segundo error fue no haber comprobado bien la charla antes de ir: los vídeos fallaron. Tuve que improvisar y, a pesar de todo, creo que salí airoso del apuro. A la salida pude saludar al encargado, sudoroso; no había encontrado ninguna pantalla.

En un congreso muy reciente celebrado en Barcelona yo "actuaba" delante de un conocido cirujano experto en marketing médico y, quizás, un poco pagado de sí mismo. Aparte de llegar tarde injustificadamente, una falta de respeto hacia los demás, inició una charla espectacular sobre las bondades de la tecnología e Internet pero al primer vídeo, poco relevante, se quedó atascado y, en vez de continuar tuvimos que esperar a que el técnico en audiovisuales lo arreglara. El resultado final fue que tuvo que tragarse la mitad de la charla, por falta de tiempo, acabándola a toda prisa. Un fallo de planificación elemental, resaltado en todos los manuales de oratoria pública.

La conclusión, por tanto, es que estamos en los albores de la tecnología digital para los no profesionales y que el ser humano va perdiendo la capacidad de reacción frente a una situación inesperada pero previsible. Un chiste muy sencillo de hace muchos años: "Señores, estamos a punto de despegar en el avión, sin pilotos, más moderno del mundo. Podrán comprobar que todo funciona, que todo funciona, que todo funciona, que todo funciona, que todo funciona...". ¿Lo han captado?

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