Los niños a partir de los 9-10 años ya empiezan a ser presionados por su compañeros. Una de las habilidades que deben aprender es a dialogar sin enfrentamientos. El "tono dialogante" tiene más fuerza y crea más amigos -menos en la política española actual- y menos rencores. Los padres pueden enseñar a sus hijos a discrepar de sus colegas sin conflictos; lean:
- Es más fácil estar de acuerdo que en desacuerdo; podemos aprender mucho de las conversaciones en las que no coincidimos en nuestros puntos de vista, siempre que seamos capaces de escuchar y hablar de manera racional. Por desgracia, la mayoría o bien no nos atrevemos a mostrar nuestro desacuerdo o bien perdemos los papeles cuando las cosas no van como nos gustaría.
- No hay que tomarlo como algo personal (antes se decía "no te hagas mala sangre"). Si uno se enfada hay que recordar que es la idea o el concepto que defiende el amigo, tutor, maestro, compañero, padre, etc.) y no la persona la que lo provoca.
- Evitar despreciar las ideas y creencias de la otra persona. Si alguna vez alguien nos ha "atacado" o despreciado, observamos lo importante que es emplear un lenguaje y un comportamiento respetuoso. En vez de decir lo que estamos pensando (¡Qué estupidez!, ¡eres tonto!), es mejor aclarar: “No estoy de acuerdo con eso por esta razón…”. No caer en la tentación de gritar, utilizar el sarcasmo o hacer comentarios despectivos. Todos los demás comprenderán claramente lo que queremos decir, cómo se dice y lo bien que lo entienden.
- Utilizar frases en primera persona (yo) para expresar cómo uno se siente, lo que piensa y lo que quiere o necesita. Hablar del otro (tu) puede dar la impresión de que se está atacando o acorralando. Por ejemplo, decirle a un madre o a un padre "Siempre me recuerdas mis tareas los miércoles cuando sabes que tengo un montón de deberes" suena muy diferente que decir "me siento muy agobiado, porque hoy tengo muchos deberes. ¿Puedo hacer esas tareas mañana?".
- Escuchar la opinión y el punto de vista del otro. Escuchar bien es una manera de mostrar que se respeta y entiende lo que quiere decir la otra persona. Esto hará más probable que ella haga lo mismo. Cuando la otra persona habla, hay que tratar de no pensar por qué no se está de acuerdo o lo que se va a contestar y poner atención en lo que está diciendo. Cuando nuestro turno para hablar, repita cualquier punto importante que la otra persona haya mencionado para demostrar que se ha escuchado y oido lo que dijo. Luego, con tranquilidad, explicaremos nuestros argumentos y por qué no estámos de acuerdo.
- Mantener la calma. Esto es lo más importante que podemos hacer en una conversación. Desde luego, es todo un reto conservar la calma y ser razonable cuando uno está enfadado o exaltado por algo, sobre todo si la persona con la que se está hablando lo hace con poco respeto y gritando. Puede ser necesario comportarse como la persona madura que sabe llevar tranquilamente la conversación, aunque el otro sea uno de los padres.
Conclusión para padres e hijos: el respeto no sólo debe tenerse en cuenta en las conversaciones difíciles. Ser amable y considerado con los miembros de la familia, del trabajo, de la escuela y gente de la calle, nos ayudará a dominar aquellas situaciones o momentos en que no estemos de acuerdo con alguien. Eso es exactamente lo contrario de lo que nos enseñan en los muchísimos programas "telebasura". Si un niño ve eso aprende todo lo contrario de lo escrito más arriba.
4 comentarios:
Bon dia Santi,
Fantàstic aquest consell. Me l'imprimiré per guardar-lo (a la meva carpeta "Good things": on hi poso les "contres de la Vanguardia" que m'ensenyen, coses que m'agradaria fer, reflexions bones d'algú que sento...), llegir-lo de tant en tant i quan els xampinyons tinguin els 10-11 anys!
Núria
Totalmente de acuerdo doctor. Pero yo creo que no debe emplearse a partir de los 9-10 años. Son pautas utilizables siempre no?
Bona tarda Santi, ho tindré en compte per demá que tinc una reunió un a un amb tot el personal, ja et diré.
Xavier AND
Si todos aplicásemos sus consejos el mundo sería mejor.
Y si predicásemos todos con el ejemplo sería más fácil que nuestros hijos también lo hicieran.
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