sábado, 23 de agosto de 2008

Crónica salmantina

Ayer llegué a un hotel de ***** GL recomendado por la agencia que suelo utilizar por Internet para buscar alojamiento.
  • Hotel magnífico, barato, limpio y con detalles tecnológicos sorprendentes.
  • Me levanto muy pronto para escribir en el blog sobre la tragedia de Barajas.
  • Para el ahorro de energía eléctrica, hay sensores automáticos en la habitación. Muy bien; hay que dar ejemplo de ahorro energético. Sólo me he encontrado con un pequeño inconveniente: si te estás quieto se apaga la luz al cabo de 1 minuto y si te mueves se enciende. A mí me gusta sentarme en el "trono" y leer un buen rato. Si alguien me hubiera visto por un agujerito, hubiera pensado que estaba como una cabra. Al poco de estar sentado y leer, ¡zas!: luz apagada. Tenía que hacer movimientos de aspavientos con los brazos para que la luz se encendiera de nuevo. Una vez en la ducha ocurría lo mismo; a oscuras y periódicamente nuevos aspavientos y se hacía la luz. Me estoy haciendo unas reformas en casa y ya sé de algo de la domótica que falla.

  • Salgo a pasear después de un opíparo desayuno. De golpe, noto algo mojado y maloliente, en mi camisa y brazo derecho; una diarreica paloma me ha bombardeado dejándome hecho un pingo. Me limpio como puedo y prosigo mi camino.

  • Un poco mas allá, un camarero limpia el suelo de un bar a manguerazos. Sin querer, se le escapa el pitorro y el chorro de agua va a parar a mis pies. Mis zapatos y pantalones dan pena pero prosigo mi marcha.

  • Visita en plan turista. Mucha gente y mucho calor. Todo muy bonito. Y con los pies hechos polvo.

  • Entro en una gran librería con una parte dedicada a publicaciones de la Universidad Pontificia. Al lado, en un lugar destacado, hay una oferta de uno que me llama la atención "The Big Penis Book". Envuelto en celofán parecería un libro X pero no, está editado nada menos que por Taschen de reputación contrastada. Y está escrito por una mujer; lógico. No lo compro por si me da una depresión.

  • Doy por finalizada mi visita a Salamanca. Compro unos hornazos de regalo para la vuelta y me voy a despedir de Fray Luis de León.

  • Hoy salgo rumbo a Cotos de Monterrey. Me he dado cuenta de que ser turista con un sol abrasador y mi barriga cervecera no son una buena conmbinación. He de reconocer que muchísimos turistas eran grupos de jóvenes con gran interés. La adolescencia no es tan mala como la pintan.

La próxima vez que salga de viaje intentaré hacer caso a Camilo José Cela. Viajar (sin pasar por la Alcarria) con un Rolls-Royce conducido por una choferesa negra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

vaya... un dia de locos, vamos.
si es que lo que no ocurra en vacaciones...