lunes, 19 de mayo de 2008

Tesón o temeridad

Saben que me gustan las carreras de motos. Hay varios pilotos a los que admiro. A unos por su habilidad, a otros por su simpatía y a otros por su tesón. Hay un corredor, que no es santo de mi devoción, pero que en este fin de semana ha demostrado dos componentes del carácter muy frecuentes en el niño pequeño. No les digo el nombre porque a muchos papás eso de las motos les importa un pito como a mí el fútbol. Lo que ha hecho ese corredor, ¿son cualidades o defectos? La primera, el tesón, esto es la decisión y perseverancia que ha puesto en la ejecución de algo como ha sido participar en una carrera con las piernas facturadas y conseguir llegar en segundo lugar. La segunda, la temeridad o imprudencia a la que se ha expuesto con riesgo físico para su persona y para los otros pilotos de forma innecesaria.

Muchos papás se quejan que sus hijos son testarudos, tercos, inflexibles, obcecados, recalcitrantes, cabezotas, tenaces... Yo les tranquilizo diciendo: "Lo que de pequeño parece un defecto de mayor puede ser una gran virtud". Y es cierto. Muchos jóvenes de hoy carecen de tesón y les falta algo de temeridad bien entendida. No podré olvidar nunca el discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford. Búsquenlo en Youtube. Los que tienen tesón y osadadía se abrirán camino. Faltará saber si será el adecuado... Y además, son los que cambian el mundo.

PS. Por cierto, ya ha llegado mi prima de Cannes. Rodeada de tanto "glamour" -no sé lo que significa- se lo ha pasado de miedo pisando "red carpets" sin parar. Codeándose con los que tras una pantalla o tras una revista del corazón suspiran por estar en el "ajo" ella "ha comprobado que son de carne y hueso". No se pierdan el comentario sobre Woody Allen; es un ejemplo de actitud en la vida, no necesariamente una vida ejemplar. Decía un amigo mío que cuando te presentan a un personaje importante pienses siempre que hay una actividad igual para los dos: bajarse los pantalones, "sentarse en el trono" y, finalmente, pasar un papel.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido doctor,
tras unos días de retiro en mi monasterio, vuelvo a la carga, como ese niño perseverante del que habla en su entrada de hoy. Aunque estoy convencido de que los niños de hoy, salvo raras excepciones, son más bien una generación de mimados, consentidos y exigentes. Creo que estamos fabricado la generación Z, con z no de Zapatero, sino de zoquete, valga la redundancia. La "refinitiva". Yo ya he empezado a sufrirla: es una lástima, porque jamás antes la juventud tuvo mayores oportunidades para realizarse y alcanzar metas que otras generaciones solo podían ensoñar.
Al hilo de lo que cuenta, los ídolos son cada vez más ídolos porque la población en general es más mediocre. También se admira exclusivamente lo mediático, al futbolista, al motorista, al actor y a la legión de modelos botoxmiozadas que representan los iconos del sigo XXI: belleza, dinero y sexo. No nos equivoquemos, los medios de comunicación y los intereses económicos hacen que un deporte y sus protagonistas se vuelvan en objeto de admiración masivo. Y la tenacidad o el esfuerzo se las trae al pario: ¿acaso un jugador de ping-pong o tenis de mesa, para los incondicionales, no tiene el mismo mérito que un pitsampras o un rafanadal o una martinahingis? ¿Y qué me dice del impresentable como cantante que nos representará en Eurovisión?
Como los demás humanos, los famosos cagan y se limpian el culo cpn las loas de sus admiradores, y fornican con la misma destreza o torpeza que elñ resto de los mortales. Por que somos nosotros los que hacemos que alguien sea o no importante.

Diego Fernández Magdaleno dijo...

Leo un comentario suyo comentario en el blog de Eva Mintenig. Le recuerdo otra frase, en este caso del propio Allen: "El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que hay que ser un experto para encontrar la diferencia".
Abrazos,
Diego