viernes, 20 de julio de 2007

Verano, anorexia nerviosa y adicción

Durante estos meses previos se ha intensificado el "bombardeo" de "adelgace en.....", "esculpa su figura....". Bien, a mí ni me pueden esculpir ni me pueden adelgazar. Como buen tragaldabas que soy en broma digo que "soy como un cerdito: me lo como todo". Y como me decía un ilustre pediatra, ya retirado, a la hora de comer: "Tengo tanta hambre que me da igual un caballo que un tranvía".

Entro en materia. Cierto que nos han bombardeado. Algunos somos inmunes pero los jóvenes y,especialmente las chicas, son especialmente sensibles a su imagen. He tenido la oportunidad por mi trabajo de ver a cientos, no exagero, de chicas con anorexia nerviosa. Este trastorno mental, según mi criterio, está variando y hay muchas "casi anoréxicas". Es decir, están rozando la raya. Que no pasen al otro lado es nuestro trabajo y esfuerzo.

Primavera y verano son las épocas más propicias para desencadenar el cambio en los hábitos alimentarios. Rebajas en Zara, bikinis que no entran, michelines que se salen, "pistoleras", barrigas sobresalientes....Eso es verdad pero lo importante es la percepción de la chica de su cuerpo. Junto con otros médicos hemos desarrollado un test especial, con el que se ha hecho una tesis doctoral y ya es conocido en muchos lugares. A los padres y a los no expertos les parece increíble que una chica imponente, por su belleza y su esbelto cuerpo, refleje en el test que se ve como un monstruo.
A partir de un desencadenante, el camino que recorre la anorexia es muy similar al drogadicto. Mi experiencia de años, no la evidencia científica, hace que cuando los padres me preguntan que pasará o que ocurrirá con su hija yo les pongo el símil de la adicción. Primero, prueban. Más adelante, repiten. Seguidamente, se hace habitual y, finalmente hay una obsesión. En un caso será hacer dieta y en el otro el consumo. Una persona con una fijación extrema no es capaz de razonar respecto al problema que le atañe. Por eso, la convivencia, el tratamiento médico y la curación requieren un largo periodo de tiempo con unos altibajos parecidos a las montañas rusas. Los padres llegan a la desesperación.

Admiro profundamente a los psiquiatras. Trata con un enfermo mental es muy duro. Convivir con uno de ellos, y de eso también tengo experiencia, es desolador. Hay muy poca atención médica pública a las enfermedades mentales. El enfermo mental puede parecer, en ocasiones, "un apestado". Las anoréxicas están dentro de la élite de los pacientes con problemas mentales. Hay muchas unidades especializadas. Los adictos están más marginados, rechazados. Sin embargo en Barcelona tenemos unos centros, aunque algunos son privados, que son excelentes.

Vigilen el cambio en los hábitos alimentarios de su hija y, espacialmente, si se acompaña de cambio de carácter. Son signos de alerta de la tormenta que se avecina.

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