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sábado, 29 de enero de 2011

Me apasiona ver como los padres se dejan dominar por las rabietas de un@ mequetrefe

Las rabietas son comportamientos alterados e indeseables o arrebatos emocionales exhibidos en respuesta a deseos o necesidades insatisfechas. También se pueden referir a la incapacidad para controlar las emociones debido a la frustración o a la dificultad para expresar una necesidad o deseo particular. 

Son comportamientos naturales durante el desarrollo de la primera infancia. Los niños tienen una tendencia normal y natural a afirmar su independencia a medida que aprenden que son seres aparte de sus padres. Este deseo de control a menudo se manifiesta diciendo "no" frecuentemente y teniendo rabietas que se combinan con el hecho de que el niño puede no tener el vocabulario para expresar adecuadamente sus sentimientos.

Las rabietas finalmente son un comportamiento para llamar la atención. Una estrategia para minimizar la duración y severidad de la rabieta es ignorar el comportamiento. En tanto el niño esté seguro y no esté siendo destructivo, hecho de alejarse caminando hasta otro cuarto en la casa puede acortar el episodio debido a que ahora el drama no tiene ningún público. Algunas veces, el niño lo seguirá y continuará con la rabieta. No hable ni reaccione hasta que el comportamiento cese. Luego, serenamente discuta el asunto y ofrezca alternativas aceptables sin ceder ante su demanda.

Las rabietas generalmente comienzan entre las edad de 12 a 18 meses, empeoran entre los 2 y 3 años, luego disminuyen rápidamente hasta la edad de 4 años, después de lo cual casi no se deben volver a presentar. El hecho de estar cansado, hambriento o enfermo puede hacer que las rabietas empeoren o se vuelvan más frecuentes.

martes, 16 de marzo de 2010

Test de resistencia en el restaurante: los niños

Hace poco una conocida periodista me pidió mi opinión sobre cómo hay que llevar a los niños a un restaurante. Lo que más me horripila de mi profesión, aparte de los padres LST, es ir a un restaurante y que un niño me llore al lado o que ocurra lo mismo en un avión. Yo le sugerí que siguiera estos puntos ya conocidos por padres veteranos publicados en muchositios:
  • Eligir el restaurante adecuado amplio, con zonas separadas y ruidoso (si llora o hace rabietas se nota menos)
  • El restaurante ha de tener menú de niños
  • Enseñar modales restaurante en casa. Si usted es un "cerdito" comiendo y su hijo también no puede esperarse se comporte como en una boda
  • Ir a la hora que suele comer sino se pondrá de "mala uva"
  • Explicar bien lo que se espera de él
  • Pedir enseguida algo para picar para el niño o llevarlo desde casa para que "no se cabree". Llevar agua o líquidos
  • Llevar sus juguetes pequeños y blandos (Son tan "cabroncetes" que les da por aporrear la mesa con un coche metálico). Si son adictos a la consola llevarla
  • Con niños se acabó el café, copa y puro y no digamos "la sobremesa"
  • Mímelo, que coma lo que le de la gana, no es cuestión de pelearse en público
  • Si arma follón sólo hay dos soluciones: marcharse pidiendo una bolsa para llevarse la comida (ahora ya no da apuro hacerlo) o intentar hablar con él en otro lugar
Hace poco fui a un restaurante en el que las mesas estaban separadas unas de otras unos centímetros, ¡qué digo centímetros, sólo unos milímetros!. A mi lado se sentaron los padres con un niño de dos años y un bebé cuyo el cochecito no dejaba pasar a nadie. Entre el llanto del bebé y las protestas del niño que estaba en los terribles dos años no llegué al postre, pedí la cuenta y me fui por piernas hasta lograr serenar el ánimo.

¿Sería un malvado si propusiera que en algunos lugares como algunos restaurantes pusiera "Prohibido entrar con niños menores de 6 años"?

viernes, 17 de octubre de 2008

Muchos papás desconocen el término "los terribles dos"

En Junio de 2008 les prometí que les hablaría de los "terribles dos" - "terrible two", termino muy popular en EEUU. Los dos años de edad son un periodo que se conoce como la pequeña adolescencia. Una fase de contestación y rebeldía que pone a prueba la paciencia de muchos padres. Entre los 18 meses y los tres años, los niños suelen entrar en una fase que exige a los padres paciencia y firmeza. Se vuelven testarudos y adoptan posiciones de cuestionamiento y desafío. Así, pasan a ser más ruidosos, más movidos, impulsivos y negativos. Estos cambios hacen que algunos padres incluso lleguen a conclusiones erróneas, como que su hijo tiene los síntomas de un trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

La realidad es que los “terribles” dos años son una fase normal en el desarrollo del niño. Es el periodo en que la palabra favorita del niño será “no”. Su comportamiento no indica maldad ni aversión a sus padres, sino un primer intento de afirmar su independencia. De hecho, el niño descubre su poder para rechazar lo que le proponen.

Este comportamiento es mas leve o más intenso en función del temperamento del niño y de la educación que le han proporcionado. El temperamento viene determinado genéticamente: muchos niños resultan ser “difíciles” ya desde bebés, no aceptan cosas nuevas, reaccionan de forma exagerada y su conducta es impredecible. Ser excesivamente estrictos con ellos o tener expectativas poco realistas puede empeorar la situación.

A veces los padres experimentan frustración y desconcierto ante una actitud tan negativa. Llegan a sentirse dominados por un renacuajo de dos años que no atiende a razones. Pero si los padres saben que éste es un comportamiento normal y no es debido a ningún error que estén cometiendo ellos, la situación se vuelve más llevadera. Y si adoptan unas actitudes y normas adecuadas, este periodo terrible se puede reducir a un año.

Una buena estrategia es darle varias opciones para hacer una misma cosa, de manera que se interese en lo que ha de hacer y se implique en la acción. Por ejemplo, darle a elegir entre baño o ducha, escoger un libro, juguetes para bañarse o ir al parque, la fruta que quiere para merendar, los zapatos que quiere ponerse, los cereales que prefiere para el desayuno y cosas por el estilo. En otras ocasiones, se puede plantear una sola opción, pero con variantes (¿quieres hacerlo deprisa o despacio? ¿lo haces tú o lo hago yo?). En cambio, no ha de haber negociación posible en temas de seguridad o higiene (baño, ir a la guardería, acostarse...) y no hay que preguntar si sólo hay una respuesta posible.

Conviene facilitarle el paso de una actividad a otra de forma gradual y avisándole antes de lo que tendrá que hacer más adelante. La amabilidad y la precisión son esenciales al responder a un niño cuando pregunta. Si la pregunta es dudosa, se le puede pedir un tiempo para pensarlo. Si la respuesta es claramente un no, vale la pena añadir una pequeña explicación del motivo.

Durante su segundo año de vida, el niño pasa de la tranquilidad y la docilidad a las travesuras, a las pataletas y a ser imprevisible. Está en plena búsqueda de independencia y autoafirmación, es egocéntrico y posesivo y tiene una idea muy limitada del bien y el mal. No se comporta mal deliberadamente, sino que actúa según sus impulsos. Con su rebeldía, está retando a los padres para saber hasta dónde puede llegar. Por todo ello, es el momento ideal para establecer algunas normas básicas de conducta que le enseñen a distinguir lo que está bien de lo que está mal.Lo más importante en esta fase es comprender qué significa “no” para el niño. Como tiene poca capacidad de expresar su pensamiento, se debe interpretar como un “¿ahora tengo que hacer esto?” o “¿de verdad quieres que lo haga?”. Con el tiempo, el ser humano aprende a articular negativas más educadas, matizadas y respetuosas, pero a los dos años la única objeción que puede expresarse es decir que no. Por ello, no hay que castigarle por el uso de esa palabra. A esa edad, se castigan o reprenden las acciones, no las palabras.

Lo mismo hay que hacer cuando el niño crece y empieza a aprender palabrotas cuyo significado ignora y que usa porque sabe que repercuten en el entorno. Lo mejor es ignorarlas. Discutir o corregirlo sólo consigue prolongar este periodo.

lunes, 29 de octubre de 2007

¿Conoce el lenguaje de los signos para el bebé?

El lenguaje de signos para el bebé es un concepto y forma de practicar la comunicación (no es exactamente un “lenguaje”) en niños normales, sin problemas auditivos, de tal forma que el niño pueda expresarse antes de aprender a hablar. Yo creo que es un concepto muy interesante y no lo conocía. Me enteré por unos padres muy amables que trabajan en una conocida empresa de software de Seattle.

Las ventajas de este sistema son varias: enseña al niño pequeño a expresar sus necesidades básicas, favorece el aprendizaje lingüístico y su desarrollo, ayuda mucho a mejorar la comunicación entre él y sus padres siendo especialmente útil hacia los dos años de edad del niño. Conocido como los “terribles dos” el niño tiene un escaso vocabulario y no puede expresar sus sentimientos. Las palabras más típicas son “no y “mío” como expresión de querer ser independiente. Esta facilidad extra para comunicarse con los papás y hermanos favorece la relación entre todos y da a los padres un aliciente nuevo para experimentar con sus hijos.

Esa estimulación la recomiendan las casas comerciales promotoras y vendedoras de este sistema y hay una gran variedad de ellas con gran material audiovisual. Algún artículo médico comenta que no están probadas sus ventajas pero es indudable que no es perjudicial. He buscado información en España sobre este método y no lo he encontrado. La mayor parte de la información va dirigida a padres de niños sordomudos. Si usted sabe si hay algún sistema similar para niños sin deficiencias en nuestro país les agradeceré mucho que me lo comuniquen.

miércoles, 13 de junio de 2007

Los terribles dos. "Terrible two"

Estoy metido en un lío tecnológico para intentar promover un aparato electrónico. Yo sólo no puedo hacerlo; ni tengo conocimientos suficientes ni capacidad para abarcar tantas cosas. Esta mañana he conocido a un experto en estos temas. De pasada me ha comentado que tiene un niño de 18 meses. No he querido comentarle nada porque no soy su pediatra pero, sin dudar, su vástago está entrando en una fase del desarrollo infantil denominada por los anglosajones "terribles dos" (años). A esta edad el niño se vuelve negativista, oposicionista y desafiante. Muchos parecen monologuistas de una sola palabra. Sólo repiten ¡no! ante cualquier propuesta que le hagas aunque los papás sepan positivamente que le gusta hacerlo.

No se agobien; se cura con el tiempo. Un día, si me lo recuerdan, les explicaré como se interpreta la palabra no a los dos años.