Quizás el título no exprese bien lo que quiero decir. En la hermosa ciudad de Vilafranca del Penedés, tierra de vino y castellers, se celebró la reunión científica anual de los pediatras catalanes. Tal como les comenté, yo participaba en una mesa redonda -en la que aprendí mucho- pero eso no es lo importante. Que en un hermoso sábado más de 200 pediatras se reunieran para aprender y discutir sobre los últimos avances de su especialidad es encomiable. Acudieron de toda Catalunya, dejaron a sus familias y estuvieron encerrados sin parar todo el día (la comida se realizaba aprovechando unos talleres de trabajo). Eso tiene más mérito si tenemos en cuenta que sus condiciones de trabajo y salariales son menguantes desde hace un tiempo y no tienen pinta de mejorar. A pesar de ello, su ilusión e interés no se pierde.
El nivel científico fue altísimo gracias a la batuta del Presidentes del Comité Organizador, Vicente Morales, y Científico, Emili Fos, respectivamente. ¿Porqué, sin embargo, he puesto este título al post? Pues porque, y así se lo hice saber al Presidente de la Sociedad Catalana de Pediatría, Ferran A. Moraga, toda esa ciencia no se expande por el resto del mundo como es debido. Nos pondremos manos a la obra para que así sea.
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