Esa cifra me marea. Pero no que hayan tantos parados sino que la situación de nuestro país, en economía, se parece a la de la central nuclear de Fukushima: fugas por todas partes y con resultados que a largo plazo se asemejarán a el páramo dejado por Chernobil. Yo que soy optimista me quedo anonadado de cómo van las cosas y, lo que es peor, no hay nadie que de la impresión de solidez mental para cuadrarnos a todos y darnos ilusión. No hay un líder y, menos, fiable. La sanidad irá a peor, las listas de espera aumentarán, los niños aprenderán menos, se recortarán las pensiones, los jóvenes no encontrarán trabajo y el cuidado de la gente anciana será insostenible.
Probablemente, y tal como esta el mundo, no hay nadie capaz de saber hacia adonde ir. En un libro que leí recientemente afirma lo que muchas veces he dicho. Lo que usted haga, hágalo bien. La calidad es importante pero la calidad percibida más todavía. Lo peor que nos podría ocurrir es trabajar menos o peor porque nos pagan menos. La cuestión básica es saber adonde dirigirnos; en las empresas hay cientos de ejemplos de toma de decisiones que han sido impactantes como el nuevo director, Allan Mulally, de los automóviles Ford. Necesitamos saber nuestros puntos fuertes, los débiles. Si hay empresas nacionales que necesitan nuestra ayuda que nos lo digan. Si hay que beber más Cacaolat que nos lo digan pero si hay que nacionalizar la banca para echar a los especuladores que lo hagan.
Nuestros políticos han echado el cierre. Hasta después de las elecciones ya no se vuelve a hablar de los dineros. El siguiente que apechugue y, como dice el vulgo: "maricón, el último". Es muy interesante el opúsculo publicado por Benjamín Bastida, catedrático de política económica de la Universidad de Barcelona, titulado: "Crisis, un final por escribir".
Creo, "sin acritú" que los millones de parados podrían estar designados en las mesas electrorales y "librar" a los que al día siguiente tienen que trabajar.
Creo, "sin acritú" que los millones de parados podrían estar designados en las mesas electrorales y "librar" a los que al día siguiente tienen que trabajar.
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