Los japoneses nos han dado ejemplos magníficos de comportamiento ante unas catástrofes terroríficas juntas: terremoto, tsunami y radiación nuclear. Uno de ellos me ha llamado la atención. La capacidad mantener la calma, el orden y el respeto sin hacerse el listo o “pardillo” como hacemos en España. Y no estoy hablando, en nuestro país, de gente sin formación sino de gente educada, o se presupone, a la hora de ponerse en la fila para una acción concreta.
Los japoneses han sido capaces de mantener filas kilométricas para obtener alimentos sin que nadie se saltara el turno por que el de” delante es mi amigo" o “me guardan el turno” sabiendo que, quizás, no habría para todos. En muchos lugares, incluido mi hospital, es habitual que en la cola, antes de llegar a recoger la comida, ya se hayan te hayan pasado varias personas por delante con las excusas “elegantes” antes mencionadas. En otros lugares, las familias se van repartiendo en diversas colas y se agrupan cuando uno de ellos llega el primero.
Doctor, lo que cuenta no tiene nada que ver con el título de la entrada. Es cierto, pero sí con la foto que les muestro. Un caballo precioso de madera, decorativo, comprado en una feria de un pueblo fue literalmente decapitado por un niño consentido que se subió en él, en presencia y consentimiento de sus padres. Tras la decapitación no pidieron ni disculpas ni si podían colaborar en la reparación. Como respuesta comentaron: “se ha desencolado la cabeza” sin ser cierto.
Un reciente libro del Dr. Paulino Castells lleva por título: "Tenemos que educar” y, es así, pero me da la impresión de que con la crisis económica el nivel educativo bajará y nuestros descendientes tendrán un período desagradable de convivencia y de malestar entre ellos. No estamos educados para la adversidad.
Un reciente libro del Dr. Paulino Castells lleva por título: "Tenemos que educar” y, es así, pero me da la impresión de que con la crisis económica el nivel educativo bajará y nuestros descendientes tendrán un período desagradable de convivencia y de malestar entre ellos. No estamos educados para la adversidad.
1 comentario:
Hola Santi, primero de todo agradecerte el tiempo que le dedicas a escribir artículos. Nos encantan, a parte de enseñarnos y recordarnos cosas importantísimas, nos arrancan sonrisas con el buen sentido del humor que le pones.
Respecto al artículo de hoy y, dada mi reciente indignación, me permito compartir una reflexión:
Ahora somos padres de un niño de 8 meses (Nico) y, aunque parece que es muy pequeño, nos hemos percatado "en persona" que hay algo muy importante: los niños a veces parecen "camaleones", repiclan todo lo que ven. En consecuencia, no existen niños "mal educados" sino padres "mal educados" que crían a niños mal educados. Y ¿por qué? si casi todos tenemos carreras universitarias y quien menos ha recibido formación sobre el bien y el mal? Pues porqué es mucho más fácil consentir que "cuadrarse" y educar. Es más fácil que el niño coma a cualquier hora y en cualquier lugar aunque esto implique manchar los asientos del autobús; es más fácil que llore hasta la saciedad en un restaurante que salir con el carrito a darle una vuelta y dejar comer a los comensales; es más fácil dejarlo subir a un caballito de su médico que entretenerle uno mismo contándole cosas o leyendo juntos un libro..y un largo sin fin..
Vivimos en una sociedad que se tienen niños como si fuera tener una planta (con todos mis respetos para las plantas). Todos con trabajo, estrés, vidas sociales amplias, etc...y claro, nos da pereza "cuadrarnos" y ponernos a educar...Pues, a la humanidad hago saber, que un hijo es un compromiso de muchas cosas, entre ellas, de educar y esto implica, entre otros, enseñarle que no siempre se puede hacer lo que uno quiere y que ante todo es necesario respetar a las personas y a las cosas como tales. Así, es como, creo, se forman a personas libres. Pero claro, un niño no entiende de contradicciones, así que los primeros que tenemos que "refinar" nuestra sensibilidad social, somos los padres.
Un ejemplo indignante: chavales adolescentes con uniformes impecables que se dedican a escupir y a reirse de la gente mayor que pasa por el barrio de sarrià. Eso si, lo más indignante, la madre hablando con otras madres y fumándose un cigarrillo sin decir ni mu...interesante, no? Quizás crean que por estar al lado del colegio aun es responsabilidad de los maestros-..
Blanca González
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