miércoles, 5 de enero de 2011

Decíamos ayer...

Con esta frase retomó sus clases Fray Luis de León (1527-1591) en la Universidad de Salamanca tras abandonar los cinco años de cárcel al que le sometió la Inquisición. Después de mi larga marcha... me ha ocurrido lo mismo.

Por insistencia de un amigo íntimo, Sir Iñaki, nos apuntamos a una oferta para un viaje a Pekín (cantonés) o Beijing (mandarín) a través de Finnair como compañía aérea con escala en Helsinki. Hasta ahí todo perfecto. Y lo de después también pero no me lo esperaba; tuve ese sabor agridulce tan típico de la comida china. Organizado por Catai Tours, el viaje ha sido un 10 para ser viajero en clase turista. Los años no pasan en balde y, para mí, los viajes largos en avión me suponen un auténtico suplicio aunque todo transcurra sin problemas.

La llegada a Pekín me impresionó –como todo lo de este arquitecto- la terminal del mayor aeropuerto del mundo diseñada por Sir Norman Foster. Y digo que me impresionó porque yo había entrado en ese país en tren desde Hong Kong con el agravante de que tenía unas ganas de orinar que me moría. Casi sin poderme contener pude pasar una interminable aduana doble (la de HK y la de China) y, al llegar al vater de hombres la visión fue terrorífica. Una pared inmensa lisa con un canalillo en el suelo y cientos de chinos dándose codazos como expertos jugadores de basket hasta conseguir llegar al mingitorio. Como si fuera un jugador de la NBA conseguí llegar hasta el “muro de las lamentaciones” que me alivió enormemente al poder vaciar mi vejiga. Liberado de la presión intravesical me di cuenta de que los chinos escupían como locos – hecho que yo habla visto hacer a mis antepasados usando un gadget "ad hoc" llamado escupidera.

Los contrastes de esa inmensa ciudad son impresionantes en la que conviven millones de persona entre un lujo apabullante, casi ofensivo, hasta los miles o millones de pisos oficiales estatales de unos 50 metros cuadrados que ofrece el gobierno chino para tres personas: los padres y un solo hijo. Y una historia como país mostrando una constante lucha del hombre contra el hombre que no ha cesado en nuestros días. Nunca se alcanzará la paz. Es imposible. El hombre es malo por naturaleza, muchos no estarán de acuerdo pero yo lo creo así.

He hecho de turista clásico ya que el desconocimiento del idioma te hace imposible apartarte del rebaño de borregos guiados por un pastor. He pasado un frío tremendo por el aire siberiano y temperaturas entre -2ºC y 12ºC. El balance del viaje ha sido positivo, he podido visitar lo típico y tópico, pero no volveré a China. Por "problemas de agendas", expresión elegante, no pude visitar el Hospital Internacional de Niños de Beijing. He aprendido mucho y ellos todavía tienen mucho más que aprender de nosotros (el soborno, todavía es habitual incluidos los médicos) especialmente en derechos humanos y libertad , de expresión –motivo por el que no he podido escribir en este blog. Hemos tenido un guía originario de Manchuria, se hacía llamar Manolo, todo profesionalidad y con un interés critico envidiable sobre el despegue económico de su país.

Al llegar a mi  ciudad  me preocupé  al   leer  los periódicos locales y  ver la desastrosa situación de la economía sanitaria catalana y la española en general. Nosotros no despegamos sino que parece una caída en barrena. ¿La podemos frenar?

1 comentario:

Xiao dijo...

Siempre digo que viajar a China es como irse más allá de Marte, no es otro pais es otro mundo.
Lo de escupir por todas partes y a todas horas lo llevé muy mal durante todo mi viaje. En el tren que cogimos para ir a la ciudad originaria de mi hija nos entregaron una bolsa a la que no pude adjudicar utilidad alguna.... hasta pasados dos minutos, en los que un parroquiano del asiento vecino "soltó su prenda"....
Por lo demás me pareció un pais muy interesante y lleno de cosas hermosas, más allá de lo típico y lo tópico. Aunque lo más lindo me lo traje yo.
Nosotros sí volveremos, seguro.
Un abrazo