sábado, 21 de junio de 2008

"Crisis de matrimonio". Ayúdenme

Llevo felizmente casado con "mi Carmen" más de 37 años. No hay matrimonio que no pase por momentos de debilidad en tan luengo tiempo. Sin embargo, en nuestro caso, hemos superado todas las adversidades -37 años dan para mucho-. Ahora me encuentro en una "encrucijada" de la vida y por eso les pido que me ayuden a decidir lo que tengo que hacer.

Crow es una perrita recogida en un contenedor de la Carretera de las Aguas -zona de Barcelona para pasear y hacer footing-. Un grupo de jóvenes en el que iba mi hija oyeron unos ladridos. La recogieron y apareció en casa. Bajo solemne juramento medieval tanto ella como mi hijo menor pactaron que se cuidarían del cachorro. Mi esposa, a la que le enloquecen los perros, tuvo un pastor alemán que murió del moquillo cuando ella era muy joven. En un principio, ella tomó un papel aparentemente neutral aunque con artes dignas de un diplomático de alto rango me convenció para que el animalito se quedara con nosotros. Así, hace doce años, la perrita pasó a formar parte de mi familia. Mis hijos ya están repartidos por medio mundo. En casa quedamos mi mujer, la perrita adorada y un servidor que se ha mantenido como un perfecto caballero ante todas las limitaciones que te plantea una mascota.

Ayer la tuvimos que ingresar con una pancreatitis. No se imaginan la tristeza de mi mujer: en 12 años jamás se había separado de ella. Se está dando cuenta, y yo también, de que está al final de su ciclo vital y que, a partir de ahora, los disgustos van a ser continuos. Y llegará un momento en que morirá.

Ahí es donde radica mi problema. Durante 12 años, como ya he comentado antes, me he comportado como un caballero y perfecto marido, atendiendo solícito a los ruegos de mi esposa respecto a la perrita: sacarla a pasear después de una jornada agotadora, irle a comprar pienso de urgencia con mi "Harley Davidson", tener el piso lleno de pelos, no poder ir a muchos hoteles, no viajar en tren, dificultades para hacerlo en avión, enfermedades y achuchones entre otras minucias.

Ahora viene mi dilema. Esta perrita -debo reconocer que ha sido fantástica de carácter y docilidad- morirá. Mi mujer se llevará un disgusto inmenso y lo pasará muy mal. A mí, como no me gustan los animales, me supondrá una liberación; estoy en la juventud de la edad madura y quiero aprovecharla. Sé, también, que otra mascota paliaría su tristeza. Por eso me encuentro en una "encrucijada vital": por una parte yo tengo derecho, por haber soportado a la perrita durante 12 años, a un periodo similar de amnistía. Por otra, aunque nunca se puede sustituir una persona o mascota, estoy convencido de que mi esposa se distraería y su pena se diluiría antes.

¿Qué hago? Ayúdenme con sus votos a tomar una decisión.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Buenos días,
No sé si conoce usted a Giorgio Nardone, es un psiquiatra italiano fundador del Centro de terapia breve estratégica de Arezzo. En uno de sus últimos libros utiliza los aforismos (según el diccionario de la RAE: Sentencia breve y doctrinal que se propone como regla en alguna ciencia o arte) como arma terapéutica. Igual cree usted que mi selección es un tanto tendenciosa,pero pidió ayuda y yo se la ofrezco "a mi manera" como diría Sinatra:

"Al verdadero amor no se le conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece" J. Benavente.

"Amar es encontrar en la felicidad de otro la propia felicidad" Gottfried W. von Leibniz.

"Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal" F. Nietzsche.

Anónimo dijo...

¿Durante estos doce años no le ha dado ni solo un momento de cariño, ese cariño/lealtad sin condiciones que sólo saben ofrecer algunos animales?
En cualquier caso, si opta por comprar otra mascota, le aconsejo que deje pasar una temporada para masticar el duelo. Y sobre todo, deje que sea su esposa quien se lo pida. De otra manera, podría sentirse ofendida.

Gaaza dijo...

Yo le recomendaría que dejase pasar el tiempo cuando fallezca, como ya han dicho por ahí, la tristeza es algo que se ha de masticar.

Y luego quizás coger otra mascota, en función de las circunstancias. También le puedo asegurar que si coje un cachorro y pasa con él un rato cada día no tendrá el problema de odiar a los animales y ambos serán felices. Se puede sentir el mismo amor por un animal que por un ser humano, y el despertarlo es simplemente el tiempo que pases con él.

Mi perro estuvo conmigo desde mis 8 años hasta mis 20 años. Y dos años después lo echo muchísimo de menos.

Anónimo dijo...

Le falta otra respuesta en su encuesta, y es "hablar del tema abierta y honestamente con su mujer".


Por cierto, su mujer, no lee su blog....aunque sólo sea por curiosidad?

Anónimo dijo...

no se como he llegado aqui pero vamos... que crueldad
"que alivio que se muere el perro"... ai dios, despues de tantos años, menos mal que el perro no tiene empatia...que triste!!

Anónimo dijo...

Comienzo diciendo que me encantan los animales, y muy especialmente los canes. Pero empatizo con el doctor. Considero que ha hecho una gran demostración de amor al haber soportado 12 años (doce, ni uno ni cinco) a un animal que no le gusta y por el que sin embargo ha hecho lo necesario cuando tocaba. Ahora es su turno, seguro que su amantísima esposa pondrá en práctica el aforismo segundo de anónimo I de estos comentarios.
PD: en la perrera municipal aceptan con los brazos abiertos a voluntarios/as que deseen echar una mano paseando perros, cualquier día de la semana.

Anónimo dijo...

Querido doctor,
los humanos solemos humanizar a los animales por motivos psicológicos complejos y oscuros y por consensos sociales sin base científica y, permítame ser incorrectos, estúpidos. Encontramos en los animales conductas, gestos, comportamientos e incluso virtudes y aptitudes que no poseen pero, como dice el refrán, no hay más ciego que el que no quiere ver.
Con esto quiero decir que hay personas que no ven en el perro un animal y proyectan sobre su "persona" las frustraciones, infelicidades o carencias emocionales. En mayor o menor grado. Seguramente esta no sea su situación, algo que de ninguna manera viene a caso. Como su propia experiencia apunta, dos perdonas conviviendo 12 años con una perrita establecen diferentes lazos con el animal. Una, amor; la otra, como menos indiferencia. Ante este desequilibrio, entiendo que busque consejo extramuros y nos lance "el muerto" a sus seguidores.
Lo que quiero decir es que la adopción de un perro sustituto es una decisión seria, íntima y sobre todo consensuada. Es una negociación política de altura y me huele que aquí hay una Hillary con un Llamazares, pongamos por caso, enfrente.¡Que vida más perra!

Anónimo dijo...

Lo mejor sin duda es que lo hablen.. a pesar de que adoro a los animales y de que mi perro me dió inmensa felicidad, amor y compañía, desde que murió me veo incapaz de tener otro y de eso hace ya dos años...

Gaaza dijo...

"los humanos solemos humanizar a los animales por motivos psicológicos complejos y oscuros y por consensos sociales sin base científica y, permítame ser incorrectos, estúpidos. Encontramos en los animales conductas, gestos, comportamientos e incluso virtudes y aptitudes que no poseen pero, como dice el refrán, no hay más ciego que el que no quiere ver."

Bué, no estoy de acuerdo. Los perros y los humanos somos animales sociables, que establecen familias. El vículo creado hacia el perro es creado desde el perro hacia la persona. Tienen gestos que lo demuestran, como el perro que se acerca a su dueño para que le acaricie pero rehuye de un desconocido. Tienen virtudes, como la de recibir una educación (lo que demuestra cierto grado de inteligencia, no obstante reducido) y tienen virtudes, como la que es saber cuando obedecer y cuando plantar cara.

No podemos hablar de la misma forma de otros animales, por ejemplo una pitón. Uno crea un vínculo cariñoso y al otro le da una ramalá y se te come...

Anónimo dijo...

Buenas Santi
Yo he tenido perro durante 14 años y el pasado se murio, es muy dro cuand le gojes cariño, pero lo que tengo claro es que demomento no quiero otro, se les coje demasiado cariño y se tarda en olvidar no los buenos recuerdos ni los malos, sino el momento en que te dejan.
Tal como dices has estado 12 años y te mereces un descanso, y al final quien debe decidir si quiere otro es su mujer, que si lo hablas con ella posiblemente te de la razón y prefiera tener unos años sabaticos de animales y mas adelante tener uno, puesto que hacen muchisima compañia.