Según he leído, para luchar contra el acoso escolar, que en Italia se ha convertido en un problema serio en los centros escolares, recuperarán varios unos métodos antiguos que en su época dieron buenos resultados, la nota en conducta y llevar uniforme. «El comportamiento tiene que formar parte de la valoración global del estudiante», afirman. Además, están previstas sanciones de alejamiento del centro escolar por un mínimo de 15 días, o hasta el final del curso, con la exclusión de participar en los exámenes para los alumnos “con comportamientos de violencia privada, amenazas, golpes, injurias, delitos de naturaleza sexual, incendio o inundación”. El uso de uniforme podrá ser obligatorio en los centros cuyos directores lo consideren necesario.
Yo iba al colegio de los jesuitas de Sarriá, San Ignacio, uno de los más elitistas y pijos de la época pero a pesar de todo la disciplina era férrea, íbamos con uniforme, llamábamos de usted al profesor, íbamos en fila y nos ponían notas sobre conducta y aplicación. Actualmente en España los uniformes son signo de colegio privado o exclusivo, cosa que no sucede en otros países. Sus defensores, mayoritariamente padres, dicen que aumenta la disciplina y el rendimiento.
Ya en 1996 el Departamento de Educación de EEUU publicó un manual sobre los uniformes escolares. Son unas recomendaciones que intentan resolver, entre otros derechos, que no violen el derecho de expresión recogido por su constitución. Aquí pueden ver la justificación del uniforme en aquella época. Yo creo que los uniformes se pueden hacer bonitos o agradables. Si la escuela ordena que las cabezas deben ir descubiertas, yo no dejaría entrar una gorra o pañuelo ni tampoco un simbolo religioso.
No todo el mundo está de acuerdo en introducir los uniformes ya que creen que sólo sirven para ocultar los problemas sociales y educativos. Además, algunos se negarían a que su hijo fuera “del montón” uniformado, cual soldado, anulando su identidad. Otros protestarían porque dicen que deberían estar subvencionados.
A mí me parece una buena medida. No hay nada en que todo el mundo esté de acuerdo – sólo faltaría- pero cuando recuerdo al hijo del Capitán General de Catalunya -¡en pie, fuera gorros!- llegando con el chófer y luego sentado a mi lado, con un uniforme igual al mío, como cualquier hijo de vecino, creo que era ejemplar. Yo no quedé traumatizato por esa experiencia.Vale la pena que lean —si tienen tiempo— unas recomendaciones del
protocolo. Sirven para todo