sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Quién es tu médico de confianza?

En nuestro país tenemos tres sistemas sanitarios básicos: el público, el mutualista o gremial y el privado. Están bien delimitados pero frecuentemente se superponen creando conflictos de confianza entre médicos entre sí y usuarios con los médicos. Cualquiera en su sano juicio entendería que es una situación anómala, casi grotesca en algunos casos, pero "eso es lo que hay".

Se da la circunstancia de que, en ocasiones,  el médico de confianza no se corresponde con el médico asignado por la mutua aseguradora o por el Sistema Nacional de Salud aunque haya, "tácitamente", una libre elección de médico. Esto crea conflictos entre médicos de la misma especialidad cuando unos padres deciden depositar la confianza en uno que no está en el mismo "circuito" mutualista/gremial o de la sanidad pública. Ello, en parte, es debido a que el médico de estas últimas entidades está poco valorado por ellas, maltratado por algunos pacientes o tiene un comportamiento puramente funcionarial/burócrata. Es un tema complicado porque, además, el pediatra asignado a un niño puede ser muy competente pero incapaz de establecer una buena relación con la familia o a la inversa. Para aquéllos que ésta acuda a un "pediatra de pago" es una ofensa o un menosprecio; algo similar ocurre con las llamadas segundas opiniones. 

El paciente tiene todo el derecho a una segunda opinión y en la sanidad pública, aunque está contemplada, no es fácil hacerla.

La confianza es un componente fundamental de la relación médico/paciente y está asociada a una mayor satisfacción, cumplimiento del tratamiento y continuidad de la atención. No se conoce si existen sistemas o formas efectivas para mejorar la confianza del paciente en los médicos. Yo no me siento ofendido porque los padres discrepen de lo que digo; de hecho, algunos de los que vienen a mi consulta van también a un homeópata y los menos, solicitan otra opinión antes de hacer lo que yo les sugiero. Sin embargo, suele ocurrir al revés; muchos me consultan por teléfono o personalmente un tratamiento sugerido por el pediatra asignado a su seguro.

Yo tengo también mis médicos de confianza. Un cuerpo serrano como el mío, pero asaeteado por la enfermedades, requiere de unos "mecánicos" que lo dejen fino como un motor de fórmula 1, y ya saben que para que eso ocurra han de saber mucho y explicarme bien las cosas para que un servidor las entienda.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Por lo que no les puedo contar

“Toda verdad pasa por tres etapas: primero se burlan de ella, después se oponen violentamente a ella y, finalmente, se acepta como obvia”.

Arthur Schopenhauer (1788-1860)

jueves, 9 de diciembre de 2010

Alarma de humo ¿qué haría usted si le quedan pocos minutos?

¿Tiene en su casa? Yo sí, y siempre se lo pregunto a los papás cuando vienen a la consulta. La mayoría no tienen y ni siquiera se han planteado el comprarla con lo baratas que son. Valen unos pocos euros y no necesitan mantenimiento; además tengo extintores en regla. El fuego me da mucho miedo, su poder es terrible y sus efectos sobre el cuerpo humano son devastadores.

Ayer en el lugar en que estoy alojado sonó la alarma de fuego. Es un edificio vetusto, incómodo pero cargado de historia. La madera cruje constantemente y el suelo no es plano pero eso sí "british" por los cuatro costados. Al sonar, como ocurre con la alarma de los coches o de los locales comerciales en nuestro país, uno tiene la tendencia a no hacer caso y esperar a que pare sola. Aquí no. Todo el mundo bajó a la recepción en donde los empleados ya llevaban puesto el chaleco reflectante amarillo para que los ocupantes del hotel supieran a quién dirigirse. ¡Chapeau! En los momentos antes se salir corriendo, escaleras abajo y nunca por el ascensor, uno piensa rápidamente ¿qué me llevo? Y eso es lo que les pregunto ¿qué se llevarían o lo dejarían todo hasta saber el alcance del fuego?

Me cuesta imaginar lo que debió ocurrir por encima de los pisos 80 y 40 de las Torres Gemelas de Nueva York en los que la gente murió sin que sepamos cómo: ¿asfixiados por el humo o por la falta de oxígeno? ¿quemados vivos? ¡Horrible! y aún queda la duda de la causa de su derrumbe.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Contrastes de un día

En la misma ciudad he vivido tres hechos poco relevantes para ustedes pero que a mí me han interesado. El primero es la detención de Jules Assange, periodista australiano y fundador de WikiLeaks, buscado en todo el mundo por unas supuestas violaciones en Suecia que él niega. Ha puesto en circulación unos 250.000 documentos militares y diplomáticos de EEUU. Según se va sabiendo, estos documentos son de importancia menor. Me da la impresión de que todo es un montaje y, como siempre ocurre en estas situaciones, no se sabe exactamente a quién beneficia y cuando lo hará.

De alguna forma, lo relaciono con un libro interesantísimo que me he tragado en tres días “Breve historia del sionismo” de Joan B. Culla y editado por Alianza Editorial, en el que el autor describe de forma rigurosa y desapasionada el contexto ideológico, diplomático y cultural para crear el estado judío en Palestina y cómo se desarrolla la confrontación con un nacionalismo árabe palestino tardío que dura hasta ahora. He comprendido las claves del conflicto. A raíz de este libro he pensado lo que está ocurriendo en España y creo, sinceramente, que fue una gran “cagada” -posiblemente inevitable (¿?)- crear muchas comunidades autónomas cuando, en realidad, son muy pocas las que tienen “hechos diferenciales” claros con respecto a las demás.
Y, finalmente, mi admiración por Edmund Beckett Denison (primer Barón Grimthorpe), diseñador del mecanismo del Big Ben de 5 toneladas que empezó a funcionar en 1859. Era un hombre muy brillante pero agresivo y sarcástico. Ustedes pensarán que fue un relojero destacado. Pues no, ¡era abogado en ejercicio y arquitecto! Y, por supuesto, un genio de la relojería –ya me gustaría serlo a mí.

No he conseguido encontrar una reproducción del reloj Gate Clock diseñado y patentado por el relojero Shepherd, una preciosidad y… mala suerte para mí. Es el que marca la hora para los diferentes husos horarios de la tierra (unos prefieren llamarla GMT, otros UTC y otros Zulu Time)

martes, 7 de diciembre de 2010

El ejemplo de Mr. Harrod y el caso de Mr. Jeffries

Harrods tuvo sus orígenes en el East End de Londres al comienzo del reinado de la reina Victoria. En 1835, Charles Henry Harrod, un marcader de tés y mayorista de ultramarinos estableció la tienda en la acera de enfrente de su casa, en Stepney. Harrod, preocupado por la epidemia de cólera que estaba azotando Londes, conoció a un comerciante que quería librarse del alquiler de un almacén de ultramarinos en Knightsbridge, por lo que la tienda fue trasladada en 1849 a lo que entonces era la semi-rural Brompton Road.

A medida que Knightsbridge crecía Harrods creció con él y la tienda adquirió varios edificios contiguos. Un par de años más tarde, la Exposición Universal celebrada en Londres hizo que Knightsbridge se volviese un barrio chic, al tiempo que multiplicaría los clientes de Harrods, hasta el punto de que en 1861, su hijo Charles, quien seguiría con el negocio de su padre, reconstruiría la tienda para dar servicio a su cada vez mayor clientela. El 6 de diciembre de 1883, tras un gran incendio que afectó a la tienda, Charles anunció a sus clientes que, por ese desastre, sus pedidos tendrían ¡uno o dos días de retraso!, cuando éstos ya daban por perdido el pedido; se dice que aquí estuvo la clave del éxito de Harrods: un servicio al cliente sin igual, lo que marcaría la diferencia entre Harrods y todos lo demás.

El multimillonario de origen egipcio Mohamed Al Fayed los vendió a la familia real qatarí este año 2010.

Mike Jeffries es un fenómeno social que ha logrado convertir una compañía moribunda en otra que factura millones de euros. Tengo todavía en mi poder, y mi mujer también, ropa comprada en Abercrombie&Fitch (A&F) cuando ya estaba totalmente desacreditada. Había una tienda en la Trump Tower -y,en otro piso la de Loewe- que cerraron hace hace ya años ¿se imaginan?. Ahora tiene una tienda espectacular en la Quinta Avenida y otra en Burlington Gardens -se entra fácil por Vigo Street- de Londres. A&F, fundada en 1892, hizo supensión de pagos y la compró Limited Brands en 1988 que a su vez fichó a Mr. Jeffries que renovó su estilo a base de juventud, sexo y música. Sus tiendas deslumbran por la juventud, la vestimenta de sus vendedores y la música disco ensordecedora. Tanto ellas como ellos son muy amables y hacen un papel de jovencitas/os con minifalda -¿Lolitas de Nabokov?- y musculitos que atraen tanto a hijos como padres. La imagen sexual es contradictoria sin ser ofensiva para nadie. Ayer di una corta vuelta por ella y no me sorprende su éxito por la "revolución" que supone; sin embargo, da la impresión de que durará lo que dure el rebufo de esta estrategia de ventas.

Para que los papás estén enterados otra estrella está causando furor: ALLSAINTS SPITALFIELDS, una tienda asombrosa por su decoración llena de máquinas de coser y la antítesis de A&F.

domingo, 5 de diciembre de 2010

¿Existe la lateralidad cruzada?

La dislexia y los trastornos del aprendizaje son problemas complejos que carecen de soluciones sencillas. La American Academy of Pediatrics, la American Academy of Ophthalmology, la American Association for Pediatric Ophthalmology and Strabismus y la American Association of Certified Orthoptists afirman que la dislexia es un trastorno basado en el lenguaje y recomiendan un diagnóstico y un tratamiento precoces, considerados eficaces.
Existe la creencia de que los problemas oculares o de la visión, como:
  • enfoque anormal
  • movimientos oculares bruscos
  • ojos bizcos, la disfunción binocular
  • disfunción visual-motora
  • dificultades de la percepción visual
  • los llamados trastornos de la lateralidad cruzada o “problemas de cruce de la línea media” del campo visual
son causantes de estos trastornos del aprendizaje  y ello no parece ser cierto.

Algunos optometristas y "expertos" en la visión cobran unas cifras exorbitadas por unos "supuestos" tratamientos que en absoluto han demostrado su utilidad. Además, pueden dar a los padres y los maestros la falsa sensación de tranquilidad de estar actuando frente a las dificultades del aprendizaje del niño, pueden desperdiciar recursos de la familia, la escuela, o ambos, y pueden retrasar la adecuada orientación y tratamiento.Invito a los expertos a que aporten pruebas científicas sobre lo contrario.