El título de este post hace alusión a uno aparecido en un artículo publicado en un suplemento dominical de un conocido periódico. Está enfocado a las empresas familiares, pero la realidad es muy parecida aunque no haya empresas similares. En el cuidadano de a pié le ocurre lo mismo; con el paso del tiempo va contruyendo un ensamblado complejo -hijos y propiedades- que cuando hay una separáción es complejo de solucionar.
Me da tristeza ver cómo las parejas -que son buenas personas antes de casarse- se comportan como fieras cuando se inicia la separación. Es la “alimentación de la ira” o las ganas de someter al contrario. Les pongo el ejemplo de una pareja enamorada: el hombre pone el piso que le ha regalado su padre, y la mujer aporta unos milloncejos para reformarlo. Asunto arreglado: pueden irse a vivir juntos hasta que la muerte los separe… Pero no. Se esfuma el enamoramiento y ahora... ¿quién se queda en el piso? Y si además hay hijos por medio, propiedades y dineros, la batalla que se inicia puede ser monumental. ¿Cómo se puede pasar del amor y el cariño al odio, daño y sinrazón? Se habla de la mediación. Pero si uno no la acepta, como dicen en las series de abogados de TV, “no hay caso”.
Si algún lector@ está a punto de casarse, pase con su pareja por el notario antes de la vicaría o el juez de paz… Negocie unas buenas Capitulaciones. Una vez casados, sobre todo si tiene hijos, vuelva al notario para hacer el testamento. Nunca se sabe. Lo único que sabemos con certeza es que vamos a morir... aunque les deseo que su vida sea luenga.
Ah! Una vez les comenté que ahora soy un practicante de la "bodas Hannover" pero sin alcohol la noche anterior. Quizás, a partir de ahora, "les exija las Capitulaciones" a los novios antes de asistir.
Casi diariamente visito pacientes con Síndrome de Down. El Hospital Sant Joan de Déu realiza un seguimiento sistemático desde que nacen hasta que cumplen los 18 años. Anestesistas, cardiólogos, cirujanos cardíacos, fisioterapeutas, endocrinólogos, oftalmólogos, neurólogos, otorrinolaringólogos, ortopedas, radiólogos son sólo una parte de los especialistas que puede requerir un niño con trisomía 21. El retraso mental -que puede ser muy variable- es lo que ha hecho que este síndrome sea tan temido, y los rasgos físicos que lo identifican a dado pie a que su nombre pueda ser usado -con auténtica maldad y desprecio para estos pacientes discapacitados- para insultar a otros. Los niños con este síndrome se caracterizan por la afabilidad en su gran mayoría. En mi despacho cada año pongo el fantástico calendario de la Fundación Talita. ¡Chapeau por la Fundación!
Acaba de aparecer una buena noticia. Como todas, hay que tomarla con cautela aunque proceda de investigadores estadounidenses: El pentilenetetrazol (PTZ), fármaco ya conocido desde hace más de 30 años, puede mejorar el aprendizaje de estos pacientes. Ya sé que si esta investigación progresa, podría dar lugar a hilaridad por tratar a un “mongólico con petazeta” –disculpen esta pequeña licencia -, pero ojalá fuera verdad.
Un sabio ginecólogo, que ya he mentado en otras ocasiones, decía que en medicina hay dos tipos de urgencias médicas: la real -el paciente está enfermo- y la social -el paciente es muy importante-.