Casi diariamente visito pacientes con Síndrome de Down. El Hospital Sant Joan de Déu realiza un seguimiento sistemático desde que nacen hasta que cumplen los 18 años. Anestesistas, cardiólogos, cirujanos cardíacos, fisioterapeutas, endocrinólogos, oftalmólogos, neurólogos, otorrinolaringólogos, ortopedas, radiólogos son sólo una parte de los especialistas que puede requerir un niño con trisomía 21. El retraso mental -que puede ser muy variable- es lo que ha hecho que este síndrome sea tan temido, y los rasgos físicos que lo identifican a dado pie a que su nombre pueda ser usado -con auténtica maldad y desprecio para estos pacientes discapacitados- para insultar a otros. Los niños con este síndrome se caracterizan por la afabilidad en su gran mayoría. En mi despacho cada año pongo el fantástico calendario de la Fundación Talita. ¡Chapeau por la Fundación!
Acaba de aparecer una buena noticia. Como todas, hay que tomarla con cautela aunque proceda de investigadores estadounidenses: El pentilenetetrazol (PTZ), fármaco ya conocido desde hace más de 30 años, puede mejorar el aprendizaje de estos pacientes. Ya sé que si esta investigación progresa, podría dar lugar a hilaridad por tratar a un “mongólico con petazeta” –disculpen esta pequeña licencia -, pero ojalá fuera verdad.
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