Es un hecho que cada vez hay niños/as más obesos/as. Curiosamente los papás no se dan cuenta de que su vástago adquiere formas cada vez mas rechonchas, muy especialmente a partir de los 6-8 años. A esa edad el niño es cada vez mas autónomo, puede "ir de caza" a la cocina y zamparse todo lo que encuentra a su paso. Y sus padres sin enterarse.
Muchos de ellos, a partir de esa edad, se hacen una revisión de salud anual. Yo veo en la gráfica de peso/talla que el peso va "in crescendo" junto con aumento correcto de talla. En resumen, el pequeño paciente está cada vez más regordete u obeso. Les comento a los padres con suavidad y diplomacia: "¿No notan el aumento de peso de su hijo? La gráfica muestra que este año ha aumentado bastante". Respuesta: "No lo entiendo, doctor, come como siempre". Hago una vuelta de tuerca en el interrogatorio: "¿Come más chuches, zumos o galletas?" "No, come como siempre y hace ejercicio (?) -el obligatorio de la escuela-,... no lo entiendo".
Entonces pongo en marcha mi sabiduría de pediatra curtido y le pregunto al joven: "Hola, dime que desayunas por la mañana". A partir de ahí salen los alimentos más variopintos cargados de hidratos de carbono: colacaos, cacaolats, cereales con chocolate, tostadas con matequilla y mermelada, etc. Dosis ingerida: la que al nene le apetece. Por las tardes, al salir del cole, chuches que te crío y zumos envasados; eso sí, de frutas. Y si pasan por casa de los abuelos antes de llegar a casa, "se ponen morados".
Insisto, me llama la atención que, con la alarma social respecto a la obesidad infantil, los papás no sean capaces de ver que su hijo/a está engordando a una edad en que empieza a percibir su propia imagen. Serán candidatos a la anorexia mental.
¿Habrá que fabricarles gafas especiales a los papás para que vean qué figura tiene en realidad su hijo/a?
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