
Desde el punto de vista de la salud pública, no debería usarse sólo el término accidente sin que se especifique su causa. El significado “puro” de accidente presupone que no se puede hacer nada para prevenirlo (“no se mató de milagro”, “le fue de un pelo”), cuando, en realidad, salvo excepciones, la mayoría de los “accidentes” son evitables. Si se contempla la causa desencadenante del infortunio, inmediatamente podemos empezar a investigar y desarrollar medidas de prevención. Lo acontecido en la citada estación NO ha sido un accidente; la desgracia ocurrió porque los viandantes no usaron los medios de seguridad establecidos para cruzar al otro lado de la vía. Y así pasa en muchos otros casos, por correr demasiado, por no llevar casco, por no hacer los mantenimientos pertinentes, etc. De alguna forma, tendemos a traspasar nuestra responsabilidad a otra persona u objeto sin reconocer que la culpa, en verdad, ha sido nuestra. Dos típicas frases de estos días son: “he aprobado” o “me han suspendido”.
En este mismo sentido, quiero llamar la atención sobre el empleo del término “engordar”, otra palabra usada hasta la saciedad. Culpamos a los alimentos de “que nos engordan”, cuando la causa real del “engorde” somos nosotros mismos, por comerlos en exceso. La cuestión es liberarse de ese sentimiento culpa concediéndole unos atributos “malos” a otro elemento (más o menos calórico) cuando sabemos perfectamente lo que estamos comiendo.
En este mismo sentido, quiero llamar la atención sobre el empleo del término “engordar”, otra palabra usada hasta la saciedad. Culpamos a los alimentos de “que nos engordan”, cuando la causa real del “engorde” somos nosotros mismos, por comerlos en exceso. La cuestión es liberarse de ese sentimiento culpa concediéndole unos atributos “malos” a otro elemento (más o menos calórico) cuando sabemos perfectamente lo que estamos comiendo.
3 comentarios:
Estimado compañero:
No puedo estar más de acuerdo en la reflexión que haces en torno a la necesidad de responsabilizarnos de nuestros actos, desde la más tierna infancia. Quizás sea uno de los motivos por los que muchos pediatras tenemos la sensación de que tras gran parte de los problemas de comportamiento de los niños y niñas que atendemos se esconde una falta de límites, normas o asunción de responsabilidades y consecuencias de sus decisiones (desde las pequeñas a las mayores, a medida que van creciendo).
Sin embargo, me permitirás que matice algunos de los ejemplos lingüísticos que citas, buscando también como fuente a la propia RAE:
Accidente: en la tercera de las acepciones que propones, citas un evento involuntario.
Aprobar: 4. tr. Obtener la calificación de aprobado en una asignatura o examen.
Suspender: 5. tr. Negar la aprobación a un examinando hasta nuevo examen.
Entiendo, así que:
-a pesar de la imprudencia de quienes atravesaron las vías por el camino más fácil, pero menos seguro, el trágico suceso de Casteldefells, es un accidente, en cuanto a su carácter involuntario.
-las expresiones más correctas en relación con los exámenes, según la RAE, son "he aprobado" y "me han suspendido".
Un saludo,
...me dejaba en el tintero el término engordar, del que dice la RAE:
1. tr. Cebar, dar mucho de comer para poner gordo.
2. intr. Ponerse gordo. U. t. c. prnl. U. t. en sent. fig.
En este caso, el lenguaje nos respalda... se engorda a los pollos (cebándolos), pero soy yo quien engorda (aunque fuese correcto decir que me engorda tal alimento, no dejaría de ser cierto que la decisión de comerlo o no, sigue siendo nuestra).
Un nuevo saludo,
El hecho de que el "accidente" pudiera haberse evitado lo hace aún más trágico... o más absurdo, como quiera mirarse.
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