Esta frase la aprendí de un destacado pediatra-psiquiatra de Girona. Con este juego de palabras se expresa muy bien cuando hay que actuar o no frente al comportamiento del niño o del adulto. Por casualidad, hace dos días, visité en la consulta a dos niños con un comportamiento espectacular. Los dos con rabietas descomunales que pude observar y sufrir "in situ”. En estos casos mi estrategia es que los padres salgan de fuera y me quedo con él con un semblante serio y severo, con la mirada fija y quieto como una estatua. Veo como reaccionan. En una entrada anterior ya comenté que muchos niños, durante el crecimiento, van comportándose de una forma muy diferente en casa y en la escuela. En casa han aprendido a dominar las situaciones y consiguen que todo gire alrededor de ellos convirtiéndose en unos pequeños déspotas: eligen la comida o la ropa, rechazan enérgicamente o con rabietas lo que no les gusta y frecuentemente tienen problemas a la hora de ir a dormir. En cambio, cuando están la guardería o en el colegio su comportamiento cambia radicalmente y se convierten en "niños modelo": apacibles, colaboradores y obedientes. Los padres no se lo creen: "Este niño que usted describe no es el mío".
Hay una regla muy sencilla para ayudar a distinguir cuándo el comportamiento o el desarrollo son un problema. Si el mal comportamiento ocurre en casa y no en la escuela el problema son los papás. Si en casa no hay problema y en la escuela sí, algo pasa en la escuela. Si ocurre en los dos lugares el problema lo tiene el niño; es necesario consultar a un experto.
Uno de los que vi fue apagándose su rabieta como una cerilla hasta que cesó; le pregunté si quería que entraran sus padres y entre hipos me dijo que sí. Con el otro estuve más de 10 minutos observándole: no sólo no cedió ni un milímetro sino que se empezó a golpear la cabeza contra el suelo y la puerta. Los papás me contaban que eso ocurría en todas partes y que era difícil estar y salir con él. En la escuela les avisaban reiteradamente del mal comportamiento. Este niño sí tenía un problema y les expliqué a sus padres que, probablemente, tenía un trastorno psiquiátrico - neurológico y hemos empezado a explorar lo que le ocurre.
3 comentarios:
El "problema" esencial es hablar de un pediatra-psiquiatra en Girona. Dado que no existe ningún pediatra-psiquiatra en Girona.
El problema del "problema" es no saber cual es el PROBLEMA.
En Girona existe, vive y trabaja un excelente pediatra-psiquatra. El Dr. Josep Cornellá
El Señor J.Cornellá es médico pediatra y no tiene la especialidad médica de psiquiatría.
Por lo tanto solo es médico pediatra y va de "psiquiatra" por el mundo, que no es lo mismo. Eso de "excelente" no tiene nada. Basta con mencionar que según este "señor" (Conocido Opusdiano, eso sí), con "interesarse por los adolescentes es suficiente para dedicarse a tratarlos psiquiátricamente". Vaya peligro !
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