Algunos me dirán: "¡Hombre! pues sí como a mucha gente después de mis jornadas agotadoras. Eso le pasa a mucha gente. Tengo que mover las piernas para dormirme porque me molestan y, es curioso, me molestan más si estoy quieto. Si me muevo mejoro y, claro, me cuesta más conciliar el sueño".
Pues si usted me contara eso le diría que consulte con un neurólogo o un especialista del sueño porque muy probablemente padece el "Síndrome de las Piernas Inquietas (SPI)". Me está tomando el pelo doctor Santi, pensarán. Pues no. Entre el 5-10% de los adultos tiene este trastorno cada vez más estudiado en estos 10 últimos años.
La cosa no acaba aquí. Se acaba de demostrar que a los niños y jóvenes también les ocurre y les puede impedir conciliar el sueño. Lo padecen el 2% de niños entre 8 y 17 años de edad. Los que pueden expresar bien sus sensaciones (a partir de los 8 años de edad) lo hacer con una variedad de descripciones que puede hacer dudar a los padres y al pediatra como si "fuera cuento" y no se debe confundir con los dolores de crecimiento que ocurren mientras están durmiendo. El SPI afecta al sueño y al rendimiento diurno.
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