Hay profesiones nada motivadoras pero necesarias. En canal Discovery Channel muestra, en documentales, las profesiones más desagradables del mundo. En medicina están los llamados “visitadores médicos”, profesión honrada donde las haya, pero muy dura. Ellos van a los ambulatorios y consultas médicas para presentar novedades en medicamentos o recordar al médico el abanico terapéutico del laboratorio en el que trabaja. Es una labor agotadora e ingrata: deben perseguir a médicos malhumorados, enseñarles productos por los que quizá no están interesados y hacer esperas largas
por “si el médico me recibe”. Yo siempre soy amable con ellos por ese ánimo, día tras día, en intentar convencer cuando al otro no le apetece nada oírle. Y debo reconocer que es útil que te recuerden o traigan información nueva. Sin ir más lejos ayer me presentaron un laxante muy interesante para niños y "hará las delicias" de mi suegra.
Con uno de ellos, al que me ha unido una gran amistad, cada vez que le veía,del decía en broma: “Sólo tengo 30 segundos para ti”. A base de repetirlo lo fui haciendo por extensión a todos representantes y ahora, gozosamente, me encuentro que con toda cordialidad vienen a visitarme aunque no me conozcan y me dicen “Ya sé que sólo tengo 30 segundos”. Naturalmente que les dejo más tiempo porque todos son muy amables y comprendo su profesión pero sin duda les ayuda a hacer una labor de síntesis antes de venir a verme.
El programa “59 segundos” de TVE me gusta. Necesitan ser sintéticos, expresar bien las ideas y no chillarse unos contra otros. Y un sistema genial: se retira el micro y no se oye nada si se pasan de la raya. Lo bueno si breve dos veces bueno.
En EE.UU. algunos despachos de profesiones libres hay un tiempo estipulado para la visita/consulta. Hay que ir al grano y no andarse con por las ramas. A partir del límite se empieza a contar como un taxímetro uno puede alargarse lo que quiera pero le costará más caro. Así también se evitan las esperas de los demás por un/a pesado/a que “ hacen orinar sangre" al profesional. Es difícil y desagradable limitar el tiempo a una “cotorra” o paciente LST (ver cómo clasifico a mis pacientes) que no para de preguntar. ¿Cómo limitar el tiempo justo e necesario una visita pediátrica bien hecha? ¿Tendría que montar una ventanita tipo confesionario con un micrófono tipo 59 segundos"? ¿Creen que este sistema sería ecuánime para remunerar al médico y enmudecer al/la "cñazo" de turno?
Quizás la solución estaría en montar una consulta automática como en este vídeo. No se lo pierdan
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