La verdad es que es un hecho que me tiene intrigado; no tienen miedo a la oscuridad, se desplazan por la casa sin ninguna luz, bajan de su cama y se suben a la de sus padres con tanto sigilo que nadie lo nota. ¿Cómo es posible que un mequetrefe sea capaz de entrar en la habitación de los padres, intuir en que lugar de la cama están durmiendo y meterse entre ambos con tal habilidad que ni se enteran? Algunos papis, al cabo de un rato notan “un bulto” que no estaba al acostarse. Se levantan llevan a "bulto" a su lugar de procedencia pero el comando sigue reincidiendo las noches subsiguientes.
A algunos padres no les molesta en absoluto y permiten su entrada dejándolo dormir con ellos. En cambio, a otros “el bulto” les molesta y no saben como limitar estos actos de intrusismo nocturno. La solución es muy sencilla, militar, pero sencilla. Se le dice al niño que si no se escapa se pueden dejar las puertas abiertas de ambos dormitorios. Si no obedece y se escapa se cerrará la puerta de su dormitorio o la de sus padres a cal y canto. Pensarán que soy una bestia insensible y que le provocaremos un “trauma psicológico” al nene. Pues no; si interrumpe cada noche el sueño reparador de los papás éstos pueden acabar divorciados o en un manicomio. Es mejor poner normas-barrera que acabar sujeto con una camisa de fuerza ¿cierto?
Ahora que a muchos papás les gusta la tecnología les animo a que alguno se instale tres cámaras de visión nocturna: una, en el dormitorio del niño, otra en el pasillo y, finalmente la del dormitorio de los padres para saber cómo realiza "el asalto nocturno ". Si me envían una copia se lo agradeceré.
3 comentarios:
Yo era de estos niños de los que habla, que con gran sigilo llegaban a la cama de los papis sin que estos se enteraran. Lo recuerdo perfectamente: me bajada de la cama y andaba bastantes metros en plena oscuridad y llegaba hasta ellos. Además lo hacía en silencio porque si me descubrían sabía que me mandarían de vuelta a mi cama. Y es curioso porque como usted dice, no encendía ningún interruptor (no sabía de su existencia o no era consciente -tendría yo unos 4 ó 5 años-). Debió de tratarse de algún institno natural, porque le aseguro que no veía ni torta, pero tampoco tenía miedo. ¿Quizá estaba tan concentrada y obcecada por dar con ellos que no había nada en ese pequeño mundo mío que pudiera alterarme? Quien sabe, a lo mejor me guiaba por el olfato...
La verdad es que ha despertado en mi la curiosidad, doctor. Ojalá averigüe usted más acerca de este fenómeno tan curioso.
Saludos
Se me olvidaba, lo que sí que recuerdo es que iba pegada a las paredes...
jejeje, muy bueno. Yo, que me despierto cada vez que alguno de los dos niños respira más fuerte de lo normal, el otro día me dí la vuelta en la cama y me encontré al pequeño (3 años) durmiendo plácidamente a mi lado. ¡Que susto!
Nunca lo había hecho antes...
Publicar un comentario