El hecho de que el padre/madre vuelva a casarse después de un divorcio o quedarse viudo/a puede ser una verdadera alegría, tanto para él como para su hijo -al permitir restablecer la estructura, estabilidad y seguridad que perdieron. Volver a formar una familia completa suele ser beneficioso porque se recomponen los roles para los hijos del mismo sexo.
De todos modos, volver a formar una familia implica tener que hacer muchos reajustes y puede ser muy estresante para todo el mundo. Por este motivo muchos escogen una nueva modalidad de convivencia llamada LATS (Living Apart Together). Si al niño se le presenta al "nuevo padre" como un substituto del padre ausente, la lealtad hacia el padre biológico puede llevarle a cerrarse en banda y a rechazar por completo al recién llegado. Así mismo, entre el padre que contrae matrimonio con una persona que ya tiene hijos de un matrimonio anterior suelen surgir celos con una convivencia difícil. Por ejemplo, si un niño siente que su padrastro se está entrometiendo entre su madre y él, probablemente lo rechazará, y es posible que empiece a portarse mal para atraer la atención de su madre. La situación todavía se complica más cuando los dos padres que contraen matrimonio tienen hijos de matrimonios anteriores y se espera que éstos no sólo acepten a sus padrastros sino que se lleven bien con sus hermanastros. Con el tiempo, la mayoría de estas familias consiguen solucionar sus conflictos, pero, para ello, es preciso que los adultos pongan toda la carne al asador, tengan mucha paciencia y sean capaces de solicitar ayuda profesional en el caso de que surjan problemas graves.
Las relaciones entre padrastros e hijastros se van desarrollando de forma gradual, durante un período de tiempo que puede durar uno o varios años. La actitud del padre/madre biológico que no vive con el hijo/a es un factor fundamental para que hayan relaciones aceptables en la familia rehecha. Si la relación es mala y se fomenta el rechazo al padrastro, el resultado puede ser nefasto. En cambio si los tres (o cuatro) adultos implicados tienen una relación respetuosa se contribuye a disminuir el rechazo, favorecer la adaptación a la nueva situación y aceptar que los criterios que se rigen en la "nueva comunidad" serán diferentes como pasar tiempo en dos casas distintas u organizar reuniones de vez en cuando.
De todos modos, volver a formar una familia implica tener que hacer muchos reajustes y puede ser muy estresante para todo el mundo. Por este motivo muchos escogen una nueva modalidad de convivencia llamada LATS (Living Apart Together). Si al niño se le presenta al "nuevo padre" como un substituto del padre ausente, la lealtad hacia el padre biológico puede llevarle a cerrarse en banda y a rechazar por completo al recién llegado. Así mismo, entre el padre que contrae matrimonio con una persona que ya tiene hijos de un matrimonio anterior suelen surgir celos con una convivencia difícil. Por ejemplo, si un niño siente que su padrastro se está entrometiendo entre su madre y él, probablemente lo rechazará, y es posible que empiece a portarse mal para atraer la atención de su madre. La situación todavía se complica más cuando los dos padres que contraen matrimonio tienen hijos de matrimonios anteriores y se espera que éstos no sólo acepten a sus padrastros sino que se lleven bien con sus hermanastros. Con el tiempo, la mayoría de estas familias consiguen solucionar sus conflictos, pero, para ello, es preciso que los adultos pongan toda la carne al asador, tengan mucha paciencia y sean capaces de solicitar ayuda profesional en el caso de que surjan problemas graves.
Las relaciones entre padrastros e hijastros se van desarrollando de forma gradual, durante un período de tiempo que puede durar uno o varios años. La actitud del padre/madre biológico que no vive con el hijo/a es un factor fundamental para que hayan relaciones aceptables en la familia rehecha. Si la relación es mala y se fomenta el rechazo al padrastro, el resultado puede ser nefasto. En cambio si los tres (o cuatro) adultos implicados tienen una relación respetuosa se contribuye a disminuir el rechazo, favorecer la adaptación a la nueva situación y aceptar que los criterios que se rigen en la "nueva comunidad" serán diferentes como pasar tiempo en dos casas distintas u organizar reuniones de vez en cuando.
Con respeto mutuo entre padres biológicos y padrastros, el niño se sentirá como parte integrante de una familia normal; podrá vivir en un hogar completo con un padre y una madre.
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