Diariamente, me levanto prontito para escribir en este blog antes de ir al hospital. Si por cualquier motivo me atraso un poco debo hacer las cosas rápido y corriendo, oséase, mal; la ley de Murphy es implacable y la tostada se me cae por el lado de la mantequilla. Como intento llegar a las 7: 45 para resolver la correspondencia en mi ordenador del hospital, salgo de casa no sin haberme maldecido a mí mismo por la mi torpeza en no recordar donde he dejado las cosas el día anterior. Mascullando improperios me dirijo a mi jamelgo motorizado y vean un simulacro de lo que ocurre. En muchas ocasiones, una vez en la calle, tengo que volver a casa a recoger lo olvidado y eso suponiendo que ya haua partido raudo y veloz hacia el hospital. El título en femenino es para despistar.
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