Tenía dudas si escribir sobre lo primero o lo segundo. La razón es porque no estoy muy ducho en ambos temas. Vista la desbandada del personal en este puente me he decidido por los petardos para recordar -doctor, es usted un pesado ya lo sabemos- el peligro de la verbena. Cada año en urgencias del hospital vemos niños con quemaduras o partes de la mano amputadas. Ocasionalmente, las lesiones puede ser pequeñas pero muy graves, por ejemplo, una chispa-quemadura en la córnea o arrancamiento de media nalga en un niño que estaba sentado por explotarle un cohete, con mala trayectoria, debajo de su trasero.
Así que, papis, alerta. Lo que ocurre en la Verbena de San Juan no son accidentes sino lesiones producidas por...Y se pueden prevenir.
Reconozco que los petardos no me gustan nada y menos ir por la calle si a un cabroncete le da por tirar uno a mis pies cuando voy distraído. En "mis tiempos" la oferta era muy limitada pero ahora es impresionante. Pulsen aquí y verán la de virguerías que se llegan a vender. En cambio debo reconocer que estuve en una "mascletá" y me encantó. Es una sinfonía de ruidos muy bien desarrollada. El ruido ordenado no me disgusta. La batería es el instrumento que me hubiera gustado aprender a tocar pero me he quedado en "oidor de chillidos y llantos de niños" que no tienen melodía.
Por ejemplo, me encanta otra versión de Take Five de Dave Brubeck. Les pongo una para que se den una idea.
3 comentarios:
Después de llevar un par de días descubriendo su blog, tras mencionarse su nombre en una reunión de trabajo a propósito de un escrito suyo, no he podido evitar acordarme de mi pediatra, mi adorado Dr. Nadal, quien con su otoscopio descubría elefantes y gallinas en mis orejas. Con su cálido trato también hacía que sus visitas fuesen anheladas (y eso que él no tenía su zoo, jejeje)y su figura resultó tan inspiradora para mi, que ahora sigo sus pasos, y tras estudiar y convertirme en médica, y descartar la pediatría por mis dificultades para soportar el sufrimiento en los niños,y dando un rodeo a través de la psiquiatría y la salud mental, me coloco desde hace unos meses en mi nuevo estatus de psiquiatra infantil. De nuevo no hay que perder nunca de vista el poder que tenemos para influir en la vida de otras personas, para bien o para mal, pero no por nuestra profesión,que también,sino por el simple hecho de relacionarnos...
Espero que podamos conocernos algún día.
Es bonito que le recuerden a uno y que hayan colegas que empiezan a brillar mientras los mayores vamos hacia el ocaso. Supongo que se refiere al Dr. Joan Nadal Amat, insigne pediatra del Hospital de Sant Pau y con el que tuve el placer de colaborar cuando él era el director de la revista Pediatría Catalana
Buenos días,
sí efectivamente hablaba de el Dr. Joan Nadal Amat cuya calidad como médico he descubierto posteriori, mas sus credenciales en cuanto a humanidad y saber hacer ya pude anticipar de bien pequeña...
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