lunes, 25 de junio de 2007

Me preocupa el/la niño/a demasiado/a estudioso/a

Acabado el curso escolar, algunos niños y niñas han sufrido una gran liberación. Son los perfeccionistas.

La perfección se considera como una cualidad positiva en los estudiantes e incluso se los valora como más dotados. Sin embargo, a los que tienen dificultades en el aprendizaje, si son perfeccionistas, les puede acarrear problemas relevantes que pueden pasar desapercibidos

Los estudiantes perfeccionistas no están satisfechos haciendo las cosas bien ni incluso haciéndolas mejor que sus compañeros. Sólo están contentos si hacen el trabajo perfecto, porque si no lo hacen piensan que los resultados obtenidos mostrarán su incapacidad o sus defectos. Al perfeccionista le preocupan más las equivocaciones que aprender. El perfeccionismo supone un esfuerzo extraordinario para conseguir objetivos relativamente dificultosos pero alcanzables.

Todo el mundo debería preocuparse por hacer las cosas bien hechas pero el perfeccionismo puede llevar a la insatisfacción permanente y al fracaso. El miedo al rechazo, la burla o a consecuencias sociales infundadas de no hacer algo perfecto o tan bien hecho como los demás llevan a la falta de motivación a una baja autoestima si éstas sensaciones son repetidas e intensas. Las víctimas de estos miedos intentarán evitar las situaciones en las que será evaluado su rendimiento. Por ello, muchos niños perfeccionistas no rendirán en la escuela e irán abocados al fracaso si no se corrige su problema

Rasgos del perfeccionista
· sus exigencias del rendimiento habitual son muy altas y excesivamente rígidas
· más motivados por miedo a fallar que por alcanzar la meta adecuada
· miden sus merecimientos en términos de productividad y realizaciones
· valoran las como todo o nada, sin términos medios y todo lo que no sea perfecto está mal hecho
· empeño en acabar un trabajo que va ser evaluado
· dificultad en estar satisfecho tras lo conseguido porque eso es lo que ya esperaba
· lentitud en realizar las cosas o volverlas a hacer una y otra vez porque el trabajo debe ser perfecto desde el principio y continuar siéndolo mientras lo va realizándolo

Otros síntomas frecuentes en niños perfeccionistas son no atreverse a responder voluntariamente preguntas a menos que sepa seguro la respuesta correcta, reacciones, quejas exageradas o sensación de “catástrofe” cuando algo no ha salido bien o con fallos mínimos.
¿Qué hacer?
Los niños perfeccionistas necesitan:
· volver aprender las normas de funcionamiento y trabajar con expectativas reales.
· aprender que las escuelas son lugares para adquirir conocimientos y habilidades, no para demostrarlos
· aprender que los errores son normales, necesarios y ,frecuentemente necesarios para el aprendizaje
· saber que todo el mundo se equivoca, incluidos los profesores
· aprender que no hay razón para menospreciarse a uno mismo o tener miedo a que va a ser rechazado porque se haya cometido una equivocación
· aprender que es mucho mejor comparar la progresión consigo mismo que con los demás o con los “considerados ideales”

Los expertos han reconocido que ayudar a los niños perfeccionistas a que tengan una expectativas mas realistas es un proceso que debe acompañar a la aceptación de su motivación para sus logros y sus necesidades de estar satisfecho con sus realizaciones. Así, los que le cuidan, en vez de intentar insistirles en que sus preocupaciones son infundadas (y esperar inútilmente que eso servirá de algo) es mejor procurar estimularles a que las expresen siempre tomando gran interés en lo que dice y procurar involucrar a todos los que estén en el entorno del niño para le ayuden a aliviar el problema. Se trata que el niño haga un giro de 20-30º más que uno de 180º.

Los padres desean que sus hijos mantengan el máximo interés y sean “los mejores”, pero eso se ha de conseguir de una manera realista y productiva más que de una forma rígida y obligatoria. Los esfuerzos deberían orientarse a intentar cambiar la forma de pensar. Tanto los padres como los maestros deben procurar: “dar permisos generosos para que se equivoquen”, dividir los trabajos en porciones pequeñas en forma de borrador dejando sólo para el final el trabajo bien acabado. Procurar no evaluar el trabajo hecho y estimular las respuestas propias y creativas más que las respuestas correctas. En caso necesario hay que limitar el tiempo asignado para hacer un trabajo o limitar la extensión del mismo.

La meta a conseguir es que el niño tenga una actitud independiente y tranquila frente al trabajo asignado. Por ello, como suele ser dependientes de los padres o de los maestros para solicitar su aprobación frecuentemente, deben ir distanciando sus ayudas o comentarios.

Los papás y maestros pueden:
· mantener un entorno cómodo y que facilite el aprendizaje no angustiante
· imbuirles en que los errores forman parte de cualquier forma de aprendizaje
· aclararles que tanto los padres como los maestros están mucho más interesados en que aprendan que en que saquen buenas calificaciones o rendimiento
· explicarles que el perfeccionismo no conduce a hacer más cosas; es ineficaz. Se hacen menos y con más ansiedad

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