No puedo creerlo, pero la noticia la proporciona la agencia Reuter: Miles de niños desaparecen cada día en Europa y sus casos no son comunicados a las autoridades, dijo el miércoles (25-5-06) el comisario de Justicia de la Unión Europea, Franco Frattini.
He fijado mi atención en ella, porque en estos momentos estoy redactando un artículo médico que habla sobre las tecnologías actuales para la localización de niños. Aunque la noticia no es ninguna novedad, me ha impresionado especialmente porque los datos hacen referencia a la U.E. y no a países en vías de desarrollo o subdesarrollados. En no muy pocas ocasiones, estos sucesos son calificados de "accidentes". Personalmente, los considero "mal llamados accidentes", porque en realidad casi siempre hay una causa evitable. Por el contrario, el término accidente presupone que se trata de un suceso eventual que no podemos eludir. ¿Cuántas veces habremos oído o dicho frases como éstas?: "le fue de un pelo" o "no se mató de milagro"... De "milagro", nada de nada: Los accidentes son la causa número 1 de la muerte infantil. Ya no lo son las enfermedades.
Cuántas veces vemos padres angustiados por perder al niño en un gran almacén, en la playa o en la montaña. Por suerte, en la mayoría de las ocasiones, sólo se trata de un susto para los padres y una crisis de pánico para el niño, que suele resolverse sin mayor impacto emocional.
Estadísticamente se sabe que las tres horas siguientes a la desaparición son fundamentales para encontrarlo sin problemas. Por este motivo la tecnología-que, en este sentido, tiene su lado positivo para los niños y jóvenes- ha desarrollado unos sistemas de localización del niño que van desde un simple avisador que suena a partir de cierta distancia entre el cuidador y el niño hasta la máxima sofisticación de seguimiento continuo por GPS.
Pero lo que sin duda resulta más económico es vigilar al pequeño concienzudamente y, a modo de prevención, repasar periódicamente los peligros a los que está expuesto de acuerdo con su edad.
He fijado mi atención en ella, porque en estos momentos estoy redactando un artículo médico que habla sobre las tecnologías actuales para la localización de niños. Aunque la noticia no es ninguna novedad, me ha impresionado especialmente porque los datos hacen referencia a la U.E. y no a países en vías de desarrollo o subdesarrollados. En no muy pocas ocasiones, estos sucesos son calificados de "accidentes". Personalmente, los considero "mal llamados accidentes", porque en realidad casi siempre hay una causa evitable. Por el contrario, el término accidente presupone que se trata de un suceso eventual que no podemos eludir. ¿Cuántas veces habremos oído o dicho frases como éstas?: "le fue de un pelo" o "no se mató de milagro"... De "milagro", nada de nada: Los accidentes son la causa número 1 de la muerte infantil. Ya no lo son las enfermedades.
Cuántas veces vemos padres angustiados por perder al niño en un gran almacén, en la playa o en la montaña. Por suerte, en la mayoría de las ocasiones, sólo se trata de un susto para los padres y una crisis de pánico para el niño, que suele resolverse sin mayor impacto emocional.
Estadísticamente se sabe que las tres horas siguientes a la desaparición son fundamentales para encontrarlo sin problemas. Por este motivo la tecnología-que, en este sentido, tiene su lado positivo para los niños y jóvenes- ha desarrollado unos sistemas de localización del niño que van desde un simple avisador que suena a partir de cierta distancia entre el cuidador y el niño hasta la máxima sofisticación de seguimiento continuo por GPS.
Pero lo que sin duda resulta más económico es vigilar al pequeño concienzudamente y, a modo de prevención, repasar periódicamente los peligros a los que está expuesto de acuerdo con su edad.
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