lunes, 9 de abril de 2007

¿Qué tiene Steven Spielberg que no tenga yo?

Sin duda muchas cosas, pero hay una en concreto por la que siento una verdadera admiración. Hace poco leí una noticia que me llamó la atención: a Spielberg le habían vendido un cuadro falso. Bueno -pensarán-, eso no es nada nuevo. Es verdad. Pero da la casualidad de que este director de cine es el mayor coleccionista de obras del ilustrador estadounidense Norman Rockwell. A algunos no les sonará mucho, pero les invito a conocer sus dibujos y pinturas. A mí me entusiasma y en mi blog se toparán con más de una reproducción suya que utilizo para ilustrar mis textos. Espero que nadie me denuncie por ponerlas sin permiso: voy de buena fe.

De modo afable y cariñoso, Rockwell recoge en sus obras al niño, al joven, a la familia, a los abuelos, los problemas cotidianos y los conflictos raciales con una perspicacia psicológica increíble. Las imágenes de este gran ilustrador invitan a sonreír, a meditar y a pensar que hay gente buena. Creo que tengo todos los libros en los que se puede ver su obra completa. En mis conferencias médicas o charlas a padres siempre encuentro alguna que puedo insertar, porque enfatizan los contenidos. Además de incitar la risa y de ser relajantes, me ayudan a captar la atención del público.

Lean junto con sus hijos libros de cuentos, de dibujos, de aventuras, y cuando ya sean más mayorcitos, pongan un "rockwell en su vida". Ojalá sus hijos aprendan y practiquen una recomendación que dejó escrita en lo que se considera el "testamento" de Baden Powell.

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