La fimosis se produce cuando el prepucio, que es la piel que recubre el pene, no se retrae total o parcialmente e impide que el glande quede descubierto. Durante el primer año de vida, casi la mitad de los casos de fimosis se resuelven de forma espontánea. A los 3 años se resuelven el 90% de los casos.
Si el niño ya nace con fimosis (fimosis primaria), esta se debe a unas adherencias entre la piel y el glande formadas durante la gestación. Estas adherencias disuelven espontáneamente con retracción suave e intermitente del prepucio y las erecciones, por lo que durante el crecimiento , la fimosis fisiológica se resuelve con la edad. En cambio cuando aparece posteriormente (fibrosis secundaria), suele ser consecuencia de la cicatrización de microdesgarros o lesiones que se producen en el orificio prepucial por mala higiene o por las retracciones excesivas realizadas al intentar abrir el orificio o para su limpieza.
Se detallan a continuación los síntomas y complicaciones más habituales que se derivan de la fimosis:
- Micción dolorosa: la zona final del pene puede inflamarse por la orina acumulada, por lo que el niño puede tener dificultades y sentir dolor al orinar. * Infecciones reiteradas: al no poder retirar la piel para realizar una correcta higiene, la suciedad se puede acumular en la zona y producir inflamación y secreciones, e incluso riesgo de extender la infección a la vejiga. Estas infecciones también producen dolor al miccionar.
- Balanitis: es una infección causada por la acumulación del material secretado por las glándulas peneanas (denominado esmegma) en el surco balanoprepucial.
- Parafimosis: es una complicación de la fimosis que requiere tratamiento urgente. Suele producirse cuando un prepucio demasiado estrecho se retrae en la parte posterior del glande y queda atrapado en el surco balanoprepucial. Este atrapamiento hace que el glande se inflame y, si no se trata a tiempo, puede llegar incluso a la necrosis.
Se recomienda prevenir la fimosis (sólo es posible la secundaria) a través de pautas relacionadas con la higiene del niño. Primero hay que tirar hacia atrás la piel del prepucio sólo hasta donde sea posible, sin forzar, y limpiar suavemente las secreciones acumuladas entre este y el glande. Intentar descubrir el glande a la fuerza, tirando hacia atrás el prepucio puede causar laceraciones locales que crean un ambiente muy favorable para el desarrollo de infecciones.
Si con el tiempo no mejora, antes de optar por la cirugía para corregir la fimosis existen tratamientos más conservadores como la administración de cremas de corticoides que se aplican en la unión del prepucio y el glande.
Sin embargo, aun así en algunos casos la fimosis no remite, especialmente cuando los niños tienen más de tres años. En este caso hay que optar por la cirugía.
Lo más habitual es operar a los niños entre los cinco y los siete años, antes de la adolescencia, ya que así también se evitan posibles problemas psicológicos. En el caso de las fimosis secundarias o las que provocan infecciones frecuentes, la cirugía es el tratamiento curativo en la mayoría de los casos, y consiste en la ablación total del prepucio, lo que se conoce como circuncisión.
Se recomienda consultar el pediatra si el estrechamiento es tal que obstaculiza la salida normal de la orina: el chorro no es uniforme o es muy débil, o tarda mucho en iniciarse y es excesivamente lento. También en el caso que el niño haya cumplido los cinco años y no consigue descubrir el glande.
Este texto tan largo e interesante me lo ha proporcionado el Sr. A Tarbal, responsable de los contenidos de FAROS.
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