Hace ya muchos, muchos años había un pediatra jovencito que se quería comer el mundo. Durante su paso por el colegio no puede decirse que fuera un fenómeno; más bien un mal o regular estudiante que repitió curso porque las matemáticas eran un suplicio para él. A trancas y barrancas llegó a la Facultad de Medicina y las cosas cambiaron. Lo que hacía le gustaba y en aquellos tiempos todavía existía el interno por oposición (estudiante que tenía privilegios para visitar enfermos y pasarse el día en una cátedra). El jovenzuelo en cuestión entró en la de Pediatría con el Prof. Manuel Cruz Hernández, acabó sus estudios y casi inmediatamente se incorporó al Hospital Sant Joan de Déu en el que sigue dando guerra con la seguridad que da el aplomo de los años y de que ya no queda tanto camino por recorrer. Empezó a darse vueltas por EEUU y allí conoció a pediatras que influyeron en él como Thomas Massaro, Tomás Silber, Frances Glascoe, Mark Wolraich y otros muchos. De ese conocimiento surgió la idea de hacer la tesis doctoral sobre la capacidad de los padres en conocer y diagnosticar precozmente trastornos del desarrollo antes que el pediatra, siguiendo las investigaciones de la Dra. Glascoe. El Prof. Rafael Jiménez le animó a ello. La tesis versó sobre la validación del test de Kent desarrollado por Jeanette y Louis Reuter. Fue un trabajo duro con 625 niños estudiados y la colaboración de sus respectivos padres. Con el matrimonio Reuter me comunicaba con ¡teletipo télex!. Los cuestionarios de 252 preguntas fueron respondidas por su respectivos padres, corregidas a mano, enviadas al Centro de Estadistica de la Kent State University (Ohio), evaluadas y vueltas a enviar a Barcelona.
Tras encerrarse durante 15 días a cal y canto el jovenzuelo leyó su tesis doctoral obteniendo un Apto "cum laude". Ese jovenzuelo es el actual Dr. Santi. Una vez verifiqué esa capacidad de los padres, había que demostrar que, además, era capaz de detectar precozmente de trastornos del desarrollo desde los primeros meses de edad. Pero eso era un trabajo que me superaba porque requería una dedicación casi exclusiva.
Tuve la suerte de que mi sobrina, Elena Alcover Bloch, pediatra, recogió la antorcha y ha pasado varios años para finalizarlo. Este mes de julio obtuvo también un Apto "cum laude" por estudiar a 175 prematuros con un peso inferior a 1500 gr o una edad gestacional menor de 32 semanas y valorados a los 2 años y a los 5 años de edad demostrando su utilidad para detectar niños de riesgo.
El trabajo ha finalizado por fin. Estoy satisfecho; lo que yo empecé con un télex lo ha acabado Elena en la era del conocimiento y la comunicación.Mientras la hacía fue mamá de una preciosa niña, Mina, que la estimuló para acabar la tesis. Otra estrella en el horizonte mientras otros vamos al ocaso; es la vida. Gracias, Doctora Elena Alcover.
7 comentarios:
¡Estupenda historia Dr.Santi!¡Muchas felicidades!
Felicidades, a ambos. Es una historia muy bonita.
Un abrazo.
Carmen
Enhorabuena. Su historia nos da fuerzas para continuar a los demás.
Felicidades a ambos!!! No sabía la conexión entre la tesis de Elena y tú (tampoco sabía que érais familia!!). Ahora me toca a mí....mi tesis está en la cola de las pendientes del Servicio de Neonatos!!! A ver si este curso académico es el definitivo!
Un abrazo
Amalia
¿No deberíamos clonar al Mr. Santi para tener repuestos de esta especie humana en vías de extinción? Creo que es usted el ser mas querido por niños y padres desde la muerte de Chanquete.
Me alegro que se le haga realidad un sueño: SE LO MERECE.
PD: Dios mio, ¿¿¿me estaré cayendo del lado oscuro....???
Preciosa història! Felicitats Santi!
Muchas gracias a todos
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