miércoles, 11 de noviembre de 2009

La historia de Hachiko

Sabido es por los que me siguen en este blog que mi mujer tiene un inmenso amor a los perros. En un trailer he visto la nueva película de Richard Gere sobre la historia de Hachiko y realmente parece enternecedora para los amantes de los perros. Cuando la he leído se me ha puesto la piel de gallina. A mi mujer no le gusta ir al cine pero le conseguiré la primera versión-que muestro en el videode hoy- extraída del trailer de YouTube porque intuyo que es más natural que la del afamado guaperas. Tómense tiempo y las mujeres preparen los pañuelos para reprimir sus lágrimas...

La historia la he copiado de Perros Famosos. Hachiko nació en Noviembre de 1923 en la prefectura de Odate, provincia de Akita, al norte de Japón. Era un perro de raza Akita, macho y de un intenso color blanco. La suerte iluminó a Hachiko cuando a los 2 meses de edad fue enviado a la casa del profesor del departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio Dr. Eisaburo Ueno. El profesor lo llevó a su hogar situado cerca de la estación Shibuya, y allí demostró ser un bondadoso y amable dueño. El perro por su parte lo adoraba.

Desde luego, Hachiko no podía acompañar a su amo hasta la universidad. Pero lo que sí hacía era dejar la casa todas las mañanas con el profesor y caminaba junto a él hasta la estación Shibuya. El perro observaba como su dueño compraba el boleto y luego desaparecía entre la multitud que abordaba el tren. Más tarde, Hachiko acostumbraba sentarse en la pequeña plaza y esperaba allí a su dueño quien regresaba de su trabajo por la tarde. Esto sucedía todos los días. Así es como la imagen del profesor con su perro se volvió familiar en la estación Shibuya, y la historia de la lealtad de este animal se diseminó por los alrededores con mucha facilidad. Las personas que transitaban por Shibuya siempre comentaban este hecho.

Una tragedia irrumpió la tarde del 21 de mayo de 1925. La salud de profesor no era muy buena en esos días y repentinamente sufrió una ataque cardíaco en la universidad. Él falleció antes de poder regresar a casa. En Shibuya, el perro esperaba enfrente de la estación. Muy pronto las noticias sobre la repentina muerte del profesor alcanzaron Shibuya. Inmediatamente muchas personas pensaron en el pobre perro que lo había acompañado todos los días. Varios tuvieron la misma actitud y fueron a la pequeña plaza para convencer al perro de que volviera a su hogar, como si él pudiera entenderlos.

A la mañana siguiente Hachiko fue visto enfrente de la estación, esperando a su amo. Aguardó todo el día en vano. Al día siguiente estaba allí nuevamente y así sucedía día tras día. Los días se volvieron semanas, las semanas meses, los meses años y aún así, el perro iba cada mañana a la estación, espera el día entero y al llegar la hora de regreso de su amo, buscaba entre todos esos rostros extraños a aquel que amaba. No tenía en cuenta las condiciones climáticas, lluvia, sol, viento y nieve no impedían su diario peregrinar al encuentro de su amo, la lealtad hacia su amigo humano nunca pereció.

La lealtad demostrada por Hachiko tuvo un extraordinario efecto entre los japoneses pobladores de Shibuya. Él se transformó en un héroe, la figura más amada del área. Los viajantes que se ausentaban por un largo período siempre preguntaban por él a su regreso.

En el mes de abril de 1934 los bondadosos habitantes de Shibuya contrataron a Teru (Shou) Ando, un famoso escultor japonés, para que realizara una estatua en honor su amigo Hachiko. El escultor estuvo encantado de realizar ese trabajo y la estatua de bronce fue colocada enfrente de la estación, donde solía esperar Hachiko. Casi un año más tarde, el 7 de marzo de 1935 Hachiko falleció al pie de su propia estatua debido a su edad, pero eso no impidió que su historia y la estatua de Teru Ando se hicieran famosas por todo Japón. Durante la guerra todas las estatuas fueron fundidas para la elaboración de armamento, la de Hachiko no escapó de esa suerte y lamentablemente el escultor fue asesinado. Pero los pobladores de Shibuya continuaban recordando a Hachiko y su mensaje de lealtad. Así fue como decidieron formar una Sociedad para el reemplazo de la estatua de Hachiko, y dicha sociedad contrató al hijo de Teru Ando, Takeshi Ando, quién también era un excelente escultor.

Hoy en día, la exquisita estatua de Hachiko permanece en el medio de la plaza enfrente de la estación Shibuya. Podemos encontrar alrededor de ella fuentes, puestos de diarios y revistas y personas sonrientes contándoles la historia de Hachiko a los pequeños y los que no son tanto. El 8 de abril de cada año se conmemora a Hachiko en la plaza frente a la estación de trenes de Shibuya.

Los restos de Chuken Hachiko (en japonés el leal perro Hachiko) descansan junto a los de su amo el Dr. Eusaburo Ueno en una esquina de la sepultura de su dueño en el Cementerio de Aoyama, Minmi-Aoyama, Minato-Ku, Tokio.


6 comentarios:

Anónimo dijo...

Doctor,
¿Cree que a algunos maridos nos harán una estatua por pasarno media vida esperando a nuestras mujeres (que salgan del baño, que se arreglen, que acaben de comprar, que acaben de hablar por teléfono, etc.)?

PD: Señoras, no se me enfaden que solo es una broma machista...

Sr. Petazeta

Anónimo dijo...

Si cree que a los maridos se les debería hacer una estatua, qué se les debería hacer entonces a las esposas que se pasan toda la vida junto a su amado esposo siendo fieles, cuidándole, aguantando su mal humor, etc., etc., etc.????
Señores, no se enfaden, es sólo una broma feminista...

Ana

Anónimo dijo...

Echenle un vistazo a esta pagina que les adjunto. La entrañable historia de Hachiko, el perro fiel, es mas comun de lo que parece, incluso dentro de nuestras fronteras. Tal vez ese comportamiento sea corriente entre los canes para con los humanos. Lastima que no sea biunivoca la relacion.
http://linde5-otroenfoque.blogspot.com/2008/10/blog-post_05.html

javier dijo...

Hola,
quería solamente comentar un detalle: El tercer párrafo empieza con un "Desde luego,..." indicando que es normal que los perros no vayan a la universidad.
Para el que le interese el dato, aquí donde vivo (Alemania), no es frecuente pero hay gente que se lleva su perro a clase (en la universidad). A veces se ve incluso algún profesor con su perro en la tarima.

Anónimo dijo...

http://www.tudurazno.net/leyenda-gaucho.html

Anónimo dijo...

http://tejiendoelmundo.wordpress.com/2010/07/12/sentido/#more-14145