Un cabo del ejército falleció hace poco en Agfanistán por un ataque talibán. El fallecimiento brusco e inesperado de un familiar, como yo también he vivido en mis propias carnes, es doloroso con gran sentimiento de rabia e impotencia, ¿por qué a nosotros? Yo pienso en la tristeza de sus familiares como yo tuve la mía y no nos engañemos: la vida es así y así lo seguirá siendo por por los siglos de los siglos, amén.
Sin embargo noto que a los muertos se les trata diferente según su profesión y me refiero a profesiones normales; un soldado, un electricista, un sastre, un tapicero, un médico o un taxista son sólo un ejemplo de profesiones habituales. Cuando fallecen desaparece un ser humano que realizaba su trabajo en su entorno social. Pero ¿qué ocurre? si muere un tendero asesinado por defender si tienda es una noticia banal y las autoridades ni siquiera se molestan en enviarle el pésame; en cambio se movilizan rápidamente al fallecer un cabo del ejército (q.e.p.d.) y se arma la de Dios es Cristo.
La ministra Carme Chacón viajó a Afganistán para acompañar el féretro en el viaje de vuelta. Al funeral, celebrado en Las Palmas, asistieron nuestro esforzado Príncipe Felipe, trabajador donde los haya, acompañado del presidente ZP, la vicepresidenta !ª del Gobierno Mª Tª Fernández de la Vega, Mariano Rajoy y el presidente del Senado Javier Rojo entre otros muchos. ¡Menudo berenjenal de coches, viajes, seguridad y gastos para salir en la foto!.
Con todo mi respeto, el cabo fallecido escogió su profesión libremente ya que nadie le obligó a ello. Ser militar lleva implícitos unos riesgos que debe asumir desde el mismo momento que se se alista en el ejército. Si no hay guerra la vida es muy tranquila y si la hay y mueren son homenajeados.
No me parece justo que a la muerte de un tendero por un atracador no vaya la plana mayor de las autoridades... probablemente ser militar tiene más categoría que un basurero, por poner un ejemplo.
Sin embargo noto que a los muertos se les trata diferente según su profesión y me refiero a profesiones normales; un soldado, un electricista, un sastre, un tapicero, un médico o un taxista son sólo un ejemplo de profesiones habituales. Cuando fallecen desaparece un ser humano que realizaba su trabajo en su entorno social. Pero ¿qué ocurre? si muere un tendero asesinado por defender si tienda es una noticia banal y las autoridades ni siquiera se molestan en enviarle el pésame; en cambio se movilizan rápidamente al fallecer un cabo del ejército (q.e.p.d.) y se arma la de Dios es Cristo.
La ministra Carme Chacón viajó a Afganistán para acompañar el féretro en el viaje de vuelta. Al funeral, celebrado en Las Palmas, asistieron nuestro esforzado Príncipe Felipe, trabajador donde los haya, acompañado del presidente ZP, la vicepresidenta !ª del Gobierno Mª Tª Fernández de la Vega, Mariano Rajoy y el presidente del Senado Javier Rojo entre otros muchos. ¡Menudo berenjenal de coches, viajes, seguridad y gastos para salir en la foto!.
Con todo mi respeto, el cabo fallecido escogió su profesión libremente ya que nadie le obligó a ello. Ser militar lleva implícitos unos riesgos que debe asumir desde el mismo momento que se se alista en el ejército. Si no hay guerra la vida es muy tranquila y si la hay y mueren son homenajeados.
No me parece justo que a la muerte de un tendero por un atracador no vaya la plana mayor de las autoridades... probablemente ser militar tiene más categoría que un basurero, por poner un ejemplo.
2 comentarios:
Que gran verdad, menudo "papelón" el de las autoridades. De ninguna manera tiene más im portancia una muerte que otra, simplemente, unas muertes interesan más que otras a los politicos, ya que distraen a los ciudadanos de lo realmente importante: la realidad de este país nuestro.
Añadir además que los soldados que están en zona de guerra van voluntarios, muchas veces por el atractivo sueldo de los meses que se encuentran allí.
Publicar un comentario