Hacia los años 70 el alergólogo americano Benjamin Feingold (en la foto) llamaba la atención respecto a la influencia que podían tener los aditivos en el comportamiento del niño. Incluso propuso la dieta Feingold para eliminar de la alimentación infantil unos 300 aditivos alimentarios para evitar la hiperactividad. Sus afirmaciones no se pudieron comprobar y su teoría quedó en el olvido.
Un aditivo alimentario es cualquier sustancia que se añade intencionadamente a los alimentos para una función específica como preservarlo del deterioro, darle color o potenciar el sabor. La lista de ellos es inmensa. Pulsen aquí y se quedarán asombrados.
En un estudio subvencionado por la Agencia de Seguridad Alimentaria del Reino Unido (FSA, sus siglas en inglés) y publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet sugiere que productos, chuches, golosinas o bebidas que tienen estos compuestos producen un aumento de comportamientos impulsivos y la dificultad para concentrarse, especialmente en la lectura. Los niveles de hiperactividad en los niños de la población general y no sólo en aquellos que ya tienen diagnosticado un trastorno de déficit de atención con hiperactividad.
Como resultado las recomendaciones de la agencia británica, FSA, aconseja a los padres que crean que sus hijos muestran signos de hiperactividad que eviten darles alimentos que contengan colorantes y conservantes. Tanto la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria como su homóloga en España han manifestado estar de acuerdo con esta recomendación. Los aditivos a los que se refiere el trabajo: E110, E122, E102, E124, E211 (benzoato sódico), E110 y E129- se encuentran en algunas bebidas gaseosas, en gominolas, chocolatinas y diversos aperitivos salados. El benzoato de sodio (E211) está incluido en refrescos como "Pepsi Max", "Fanta" o "Sprite", y los colorantes artificiales E110, E102, E122, E124, E129 y E104, en muchos caramelos y dulces consumidos diariamente por los niños. Por ejemplo, el E110 se utiliza en los aperitivos de maíz "Doritos" y el E122 en la "Fanta".
Reflexionando un poco podemos sacar tres conclusiones para que la vida se sus hijos sea más saludable:
- No dar "chuches"; estarán más tranquilos
- No dar "chuches"; se engordarán menos
- No dar "chuches"; tendrán más apetito a la hora de comer
Mi admiración para el Dr. Feingold; hace casi 30 años ya sospechaba algo y lo dijo. No le creyeron.
3 comentarios:
Me llama la atención que estas sustancias aditivas afecten a los peques y sin embargo a los adultos, no... O sea que yo puedo atiborrarme de chuches y Sprite? Y a partir de qué edad podrá hacerlo mi hijo?...
Francamente, a mí las conclusiones de esta investigación me parecen un tanto curiosas y extrañas ¿no cree, doc?
Excelente post. A Magoo: y quien dice que a los adultos no?
El dr. Santi es PEDIATRA, y sobre niños va la cosa.
La sacarina por ejemplo no sé si se considera un aditivo, pero se usa para endulzar zumos etc.: a mi hermano de pequeño le echaron unos días en el biberón (¿¿en qué pensarían mis padres??) y se lo quitaron porque lo notaban más agitado. Más claro, agua.
tenia entendido que no solo ciertos aditivos, sino que incluso un exceso de azucar en la dieta podia hacer que los peques se muestren mucho mas activos o alterados.
¿es cierto?
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